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¿Será Venezuela el punto clave donde Trump se enfrente por fin a Putin?

El presidente Donald Trump se enfrenta a una prueba crucial respecto a su política exterior y su respuesta hacia Venezuela. Su Administración ha dejado absolutamente claro que Estados Unidos ya no considera a Nicolás Maduro como presidente, apoyando públicamente a Juan Guaidó, el jefe de la Asamblea Nacional, como el presidente interino del país. Trump ha llegado incluso a exigir a los militares venezolanos no seguir las órdenes de Maduro. Estas declaraciones son mucho más duras que las “líneas rojas” del presidente Barack Obama respecto al presidente sirio Bashar al-Assad.

Hasta ahora, la presión de Trump no ha funcionado. Maduro se ha atrincherado en su posición y los militares venezolanos siguen apoyándole. Las sanciones estadounidenses pueden hacer daño a la economía, pero también pueden tener el efecto contrario de reforzar en los venezolanos una mentalidad de acoso que refuerce el control del régimen sobre el país. Es lo que ha ocurrido antes en distintos grados con Cuba, Irán o Corea del Norte.

Venezuela es un país complicado y dividido. Maduro, el heredero del legado de Hugo Chávez, cuenta con parte del apoyo de las áreas rurales y pobres. Pero mucho más importante a la hora de apuntalar el régimen ha sido el apoyo abierto y sustancial de Rusia. Dos aviones militares rusos aterrizaron en el país hace unos días, transportando alrededor de 100 militares.

Este es el último de los movimientos realizados por Moscú para apoyar a Maduro. A lo largo de los últimos años, Rusia ha proporcionado trigo, armas, crédito y efectivo al gobierno inestable de Caracas. Las estimaciones calculan que la inversión total rusa varía entre los 20 y 25 mil millones de dólares. Rusia controla ahora casi la mitad de la compañía petrolera subsidiaria con base en Estados Unidos, Citgo, que ha sido la principal fuente de ingresos del gobierno. Por otro lado, el ejército venezolano usa de forma casi exclusiva equipamiento ruso.

La maniobra venezolana es personalmente importante para el presidente ruso Vladimir Putin. En los últimos años, la economía venezolana se ha hundido y la inestabilidad política ha aumentado. De hecho, muchas de las compañías rusas han abandonado el país por su alto riesgo. Sin embargo, tal y como escribe Vladimir Rouvinski en un informe para el Centro Wilson, la gigante refinería petrolera controlada por Rusia, Rosneft, ha persistido -incluso reforzado y aumentado- su apoyo a Maduro. La compañía la dirige Igor Sechin, que tiene lazos cercanos con Putin y que muchas veces ha sido considerado como el segundo hombre más poderoso de Rusia.

La idea de Putin es promover la formación de una coalición global de países antiamericanos que puedan frustrar los objetivos de Estados Unidos

En otras palabras, Putin apoya con claridad a Maduro. Lo hace para defender a un antiguo aliado, y porque así aumenta la influencia de Rusia en los mercados globales del petróleo. Sin embargo, la idea principal es promover el objetivo central de su política exterior: la formación de una coalición global de países antiamericanos que puedan frustrar los objetivos de EEUU y den lugar a un mundo más multipolar. Los esfuerzos de Putin parecen diseñados para mofarse de Estados Unidos, que promulgó la doctrina Monroe en 1823 para advertir a las potencias extranjeras que entraran en el hemisferio occidental.

La gran pregunta para Washington es: ¿permitirá a Moscú burlarse y cruzar otra línea roja de Estados Unidos? EEUU y Rusia se han enfrentado y mostrado posturas incompatibles en este asunto. Sin embargo, tal y como pasó con Siria, existe el peligro de que, si Washington no apoya sus palabras con hechos, en un año veremos la consolidación del régimen de Maduro, apoyado con dinero y armas rusas.

La Administración estadounidense ha sido dura con la participación rusa en Venezuela. Incluso el propio Trump ha dicho que “Rusia tiene que salir” del país. Pero es una declaración inusual de Trump, ya que prácticamente nunca ha criticado a Putin y muchas veces se ha posicionado junto a Rusia en cuestiones tanto de poca como de gran relevancia.

Trump ha mostrado un patrón muy consistente a la hora de apoyar la política exterior de Putin, tal y como ha escrito el antiguo embajador estadounidense en Moscú, Michael McFaul, en el ‘Washington Post’. Trump ha amenazado con retirar a EEUU de la OTAN y ha anunciado la retirada de sus tropas de Siria. Además, se ha mostrado públicamente en desacuerdo con las conclusiones de su propio departamento de inteligencia, que afirmaba que Moscú interfirió en las elecciones de 2016. El presidente de los Estados Unidos dijo: “El presidente Putin… dice que no es Rusia… no veo ninguna razón por qué debería ser así”.

McFaul apuntó: “Incluso en los asuntos de poca relevancia para los intereses nacionales de EEUU, Trump se pone del lado de Putin. ¿Por qué Trump está defendiendo la invasión de la Unión Soviética en Afghanistan? ¿Por qué expresa su temor a que los montenegrinos puedan provocar la III Guerra Mundial? Este es el argumentario de Putin. ¿Por qué el presidente de los Estados Unidos lo está repitiendo?».

Nunca he llegado a afirmar que hubiera habido colusión o conspiración entre Rusia y Trump. Tan solo he escrito que debíamos esperar a ver qué tipo de evidencia presentaba el fiscal especial Robert S. Mueller III. Pero el verdadero misterio sigue siendo el mismo: ¿Por qué Trump se ha mostrado reacio a enfrentarse a Putin de cualquier forma y en cualquier asunto? ¿Será Venezuela el momento donde Trump finalmente termine con su apaciguamiento?

 

 

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