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El crudo choque de Ignacio Walker al visitar Caracas 14 años después

En abril de 2005, el entonces canciller acompañó al Presidente Ricardo Lagos a una visita oficial a Venezuela. En esos momentos, el país petrolero no estaba en crisis. Todo lo contrario. Su economía mostraba un crecimiento sostenido. Walker volvió a Caracas hace unos días invitado por una universidad para exponer procesos de transición. Su visita incluyó un recorrido por la capital donde dice que se encontró con “otro país”, con personas hurgando entre la basura por comida, y botando mangos de los árboles para poder alimentarse. «La situación es desoladora», relata el ex senador.

La última vez que había pisado Caracas, en el año 2005, en el país caribeño comenzaba una bonanza petrolera que no se detuvo hasta que el precio del barril de crudo superó los 100 dólares. Eran tiempos en que la economía venezolana mostraba cifras récords, no por la escasez o por la destrucción del aparato productivo, sino en prosperidad. 2004 había sido el año de mayor crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en Venezuela. La economía de esa nación creció 17,3%, solo en 2004.  Ricardo Lagos era Presidente de Chile, e Ignacio Walker su Ministro de Relaciones Exteriores.

“Es otro país”, afirma el ex senador DC sobre el panorama que encontró 14 años después. Regresó a Venezuela invitado por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en una visita fugaz que incluyó una participación en el foro «Congreso Internacional: Propuestas para el Plan País. Transición hacia una nueva Venezuela», realizado el pasado 24 de mayo.

Recién cuando se juramentó Juan Guaidó como Presidente encargado, en Venezuela hubo casos de europarlamentarios a quienes se les negó el ingreso al país, y de equipos de prensa internacionales deportados. Walker admite que sí hubo una cierta inquietud sobre lo que podría pasar a su entrada al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, un aeródromo del que ya casi no salen vuelos -solo ocho aerolíneas extranjeras continúan operando en Venezuela- y separado de Caracas por un trayecto de autopista de 45 minutos de duración. Aterrizó en ese país el 23 de mayo y despegó de regreso a Chile el 25.

En ese tiempo pudo recorrer distintos sectores del área metropolitana de Caracas. Uno de ellos: Petare, un laberinto de calles, callejones, escaleras y viviendas improvisadas, que se apretujan en un cerro de unos 40 kilómetros cuadrados. Situado al este de Caracas, se le considera la favela más grande América Latina, ya que agrupa a más de 1.000 sectores vulnerables, conocidos en Venezuela como barrios, con una población que ronda el millón de habitantes. Es, además, la zona con la tasa más alta de homicidios de Caracas, una de las ciudades más peligrosas del mundo (en el país la tasa de homicidios es de 81,4 por cada 100.000 habitantes).

“La situación es desoladora”, dice Walker, quien se topó con la pobreza de frente. “Pasamos por el centro de Caracas, bastante presencia militar, especialmente frente al palacio de gobierno. Y me impresionó mucho ver tantas bolsas de basura con gente a su alrededor, con familias tratando de sacar algo, o gente haciendo fila a la salida de los restoranes para encontrar algunos restos».

Y describe una de las imágenes que lo marcaron: «De repente, veíamos escenas como mujeres y niños tratando de tirar piedras y palos a un árbol y era para sacar un mango, para poder comer».

Al otro extremo de Caracas, al oeste, se encuentra la casa de gobierno, llamada Palacio de Miraflores, ubicado muy cerca del centro fundacional de la ciudad. Allí la presencia militar es constante. Desde el año 2002 sobre el área existe un decreto de “zona de seguridad” que, entre otras cosas, impide tomar fotografías no solo al palacio, sino también a sus alrededores.

Por algo han salido entre tres y cuatro millones de personas. 300.000 de ellos están en Chile y, por supuesto, son muy bienvenidos. Yo conocí Caracas, cuando fui como Ministro de Relaciones Exteriores, con el presidente Lagos en 2005, hace 14 años. Es otro país. Un panorama absolutamente desolador y eso, por supuesto produce mucha tristeza».

El perímetro de la casa de gobierno es un área de difícil acceso, cuyas vías circundantes son bloqueadas por los militares todas las noches, impidiendo el paso de vehículos. Hay rejas en las aceras, y “vallas papales” en las esquinas.

“Por algo han salido entre tres y cuatro millones de personas. 300.000 de ellos están en Chile y, por supuesto, son muy bienvenidos. Yo conocí Caracas cuando fui como Ministro de Relaciones Exteriores, con el Presidente Lagos en 2005, hace 14 años. Es otro país. Un panorama absolutamente desolador y eso, por supuesto produce mucha tristeza, mucha preocupación y, sobre todo, un reforzamiento de los vínculos de solidaridad que los demócratas cristianos de Chile siempre hemos tenido con la oposición venezolana desde el principio”, explica Walker sobre la sensación que le produjo evidenciar tanta hambre.

Según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), elaborada en Venezuela por cinco universidades -una de ellas la que invitó a Walker-, ante la carencia de cifras oficiales, 87% de los hogares en Venezuela entran en la categoría de “pobres” y muestran un 80% de inseguridad alimentaria. Asimismo, el 89% de las familias pobres no tiene suficientes ingresos para comprar alimentos, por lo que se encuentran en alto riesgo de hambruna, y esto es lo que los lleva a tratar de sacar la fruta de los árboles para alimentarse.

Encuentro con Guaidó y los huéspedes en la embajada

La UCAB, junto a otras cuatro universidades, quisieron presentar aportes al Plan País elaborado por la Asamblea Nacional. Walker explica que se trata de “un esfuerzo programático para tratar de ir vislumbrando los desafíos de la Venezuela post transición». El pasado viernes expusieron Juan Guaidó, Genaro Arriagada -quien también viajó por Chile- y el ex canciller.

A nosotros nos tocó hablar de las transiciones en las democracias, en general, no solo en América Latina, dentro de esta tercera ola de democratización que estamos viviendo en mundo. También tuvimos la oportunidad de estar con Juan Guaidó en un almuerzo privado donde hablamos con mucha franqueza”.

También visitó a los dirigentes opositores que están en sede diplomática de Chile. «Cenamos en la residencia de la embajada chilena, con Freddy Guevara y con Roberto Enríquez y tuvimos una larga conversación. Ellos llevan un año, y dos años, respectivamente». Relata que, además, se reunió con miembros de la Asamblea Nacional y académicos. «Hay mucha inquietud sobre los eventos que se han precipitado desde Cúcuta en adelante, pasando por el tema del 30 de abril, en La Carlota”, relata.

Ya en esas citas se hablaba en Venezuela de los acercamientos que hubo entre gobierno y oposición en Noruega. “Todo ese tipo de alternativas hay que explorarlas, porque hay mucho escepticismo. Mucha gente nos decía ‘mira, aquí lo hemos intentado todo, y no ha funcionado nada’. Y nosotros respondíamos: ‘En Chile del 86, 87, nosotros estábamos deprimidos como ustedes, no veíamos la luz al final del túnel, pero hay que perseverar’. Y el camino es un tránsito pacífico a la democracia plena lo que requiere de muchos ajustes tácticos, pero perseverar en ese camino”.

-¿Qué lecciones puede tomar Venezuela del caso chileno?

-Si uno va por un camino de la transición a la democracia, eso tiene ciertas lógicas. Por ejemplo, una adecuada ecuación entre movilización y negociación, una adecuada relación entre continuidad y cambio. Una transición a la democracia no es solo movilización.Tiene que haber un momento de negociación. No es solo cambio. También hay elementos de continuidad, eso lo vivimos en Chile, en Uruguay, Argentina, Brasil, en el sudeste asiático. Una transición a la democracia no es una revolución, tiene su lógica, y reflexionamos mucho sobre ese tema reconociendo la especificidad de cada país porque no hay una transición igual a la otra.

 

 

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