Un poco como y de alguna manera
Me figuro siempre esas dos locuciones como cabestrantes que el político opositor venezolano adosa para salir de cualquier cenagoso atolladero
No estoy listo para Barbados. «Debe ser la edad», parece decir Kipling, mi Labrador. No bien escribo esa primera frase —»no estoy listo para Barbados»—, el animalazo abre los ojos como si oyese ruido de ladrones en la recámara, se pone en pie de prisa y se da un estirón, da una vuelta por el apartamentico, mira filosófico la lluvia bogotana detrás del ventanal y regresa a ovillarse a mis pies. «Con los años se te ha hecho cada vez más difícil adaptarte a los virajes bruscos», rezonga cerrando los ojos. Pero no, querido Kipling, no creo que sea solo cosa de la edad. A los 69, mis discos lumbares y mi colon transverso, asientos orgánicos de la experiencia y la intuición, respectivamente, rara vez me descaminan.
Más daño hace atender, me digo, la quincalla barnizada de politología, la geopolítica en pantuflas que tartamudean muchos voceros de la oposición cuando buscan enmascarar sus insuficiencias y, ¡ay dolor!, disfrazar desmañadamente sus tejemanejes. El llamado «informe Bachelet« ha cumplido muy cabalmente el propósito de tallar en piedra la inhumana crueldad de la dictadura de Maduro y sus cortagargantas. Lo que, a mi modo de ver, permite a los tendidos hablar con desahogo del torero y no del toro, del diestro y su desempeño ante el morlaco, sin sonar insidioso ni desleal con quienes hacen la faena. Criticar, al menos durante el cambio de tercio, vamos.
Porque esto de pasar del prebélico «todas las opciones sobre la mesa» y «estamos ya al habla con el Comando Sur» al soleado y dominical «vamos a Barbados» es un todo un cambio de tercio, ¿no es así? Un cambio de lo más un-poco-como y de-alguna-manera. Constatemos que casi todos en el quién-es-quién opositor venezolano, articulan su discurso público con apenas dos vagarosas y muy sobadas bisagras: «Un poco como» y «de alguna manera». Hay otros giros aún más nebulosos y escurridizos, pero quedémonos solo en éstos.
Me figuro siempre esas dos locuciones como cabestrantes que el político opositor venezolano —o el experto economista o el columnista o el vocero o el periodista de investigación o el académico— adosa a la trompa de su lenguaje todoterreno para salir de cualquier cenagoso atolladero.
En estos tiempos de GIF y emoticón en que los jefes de Estado gobiernan vía Twitter y la mostrenca expresión «abro hilo» está en todas las yemas de todos los grafómanos dedos, a la contracción del lenguaje de los políticos venezolanos y sus exégetas se ha añadido, últimamente, el malhumor.
Un malhumor dirigido al público perplejo e impaciente que clama por el fin de la ignominia madurista y que no acaba de entender, ¡maldita sea!, que la política es cosa de lentos hervores, algo muy de tejas arriba, que todo lo que puedan concebir como estrategia nuestros repúblicos de la oposición del viernes en la noche al lunes por la mañana está fuera del alcance del común de las personas.
Se tiene la impresión de que así como para el populista autoritario, del tipo Correa o AMLO, toda crítica es conspiración desestabilizadora, para buena parte de la dirigencia opositora venezolana toda censura es nefanda antipolítica.
Hay mucho de arrogancia, no sé si llamarla mantuana, que es como en Caracas los pardos llamábamos en otros tiempos a la gente que se decía blanca y de trato. Lo cierto es que cada lunes, los arrebolados criollos harvardianos que han desplazado a los palurdos adecos del tipo Ramos Allup en la conducción de la política opositora, nos anuncian una inverosímil sorpresa al tiempo que nos excitan a la unidad y, sobre todo, al acto de fe. No importa cuán contradictorias suenen sus propuestas.
Así, un día blanden la feble amenaza de invocar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca —una antigualla de la Guerra Fría, un souvenir del tiempo de la Internacional de las Espadas—, insinuando que la Cuarta Flota pronto zarpará de Jacksonville, proa a nuestras aguas territoriales. Al otro día, resulta que vamos a Barbados, pero no así como así, ¿eh?
Decimos que vamos a Barbados para despistar a Jorge Rodríguez, para que Maduro crea que vamos a Barbados pero en realidad lo que nos proponemos es ir con prisa de notarios a Barbados.
Un poco como y de alguna manera; no sé si me explico.