«Todos los cubanos que vivimos fuera somos exiliados políticos»
El cineasta Eliecer Jiménez se encontró esta semana con su público cubano gracias a la invitación del Instituto de Artivismo Hannah Arendt
El cineasta Eliecer Jiménez fue de viaje a Estados Unidos hace cinco años para «coger un aire», pero al final decidió quedarse en ese país. Esta semana regresó a Cuba invitado por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (Instar) para exhibir varias de sus obras y comprobar que la Isla sigue siendo el punto alrededor del cual gira su vida.
«Me fui en un viaje a Miami y luego lo empaté con otro a New York y ahí se empezaron a abrir puertas. Cuando llegó mi esposa, nos fuimos a Miami y comenzamos a crear una vida desde cero con la ayuda de muchos amigos. Es una ciudad llena de lo mejor de los cubanos, igual Cuba pero no lo sabemos porque la gente aquí no puede hablar con absoluta franqueza», cuenta a 14ymedio, un día antes de su regreso a Estados Unidos.
Jiménez confiesa que no viajó fuera de la Isla con la idea de quedarse. «Al llegar a Estados Unidos fuimos construyendo una vida poco a poco hasta que el año pasado decidí empezar como estudiante del máster bilingüe de periodismo en la FIU (Universidad Internacional de Florida)», cuenta.
El director es recordado en Cuba por varios documentales que abordan con honestidad la problemática social y en las que se mezclan el periodismo y el arte, como La faz de las aguas y su primera obra Usufructo con la que ganó el premio de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en el Festival de cine de Gibara.
Jiménez asegura que nunca se ha ido totalmente del país. «A nivel formal Estados Unidos es lo que quiero, a nivel conceptual y espiritual lo que quiero es La Habana, Vertientes, Camagüey». Algo que corrobora también cuando duerme. «El espacio donde se desarrollan mis sueños es Cuba, es con mi padre, las vacas y en mi origen de guajiro».
La puerta del regreso a la Isla se mantiene abierta para él. Pero «es muy difícil hacerlo porque La Habana está jodida y. el resto del país está peor, pero a nivel espiritual para mi es un baño rico de agua tibia de cariño de las personas que se agradece mucho», reconoce el artista.
En el mundo académico estadounidense ha visto de todo. «He sido invitado a muchas universidades a dar charlas sobre mi trabajo en el cine independiente y documental». A quienes le hacen preguntas estereotipadas sobre la realidad de la Isla, les recomienda «vivir un año» en Cuba pero como viven los cubanos de a pie. «Y entonces después conversamos».
«Tengo muy claro que todos los cubanos que vivimos fuera somos exiliados políticos. Si te vas de aquí porque tienes hambre es porque el Gobierno no hizo algo para evitar eso, y eso se llama política»
«Tengo muy claro que todos los cubanos que vivimos fuera somos exiliados políticos. Si te vas de aquí porque tienes hambre es porque el Gobierno no hizo algo para evitar eso, y eso se llama política», aclara a quienes quieren etiquetarlo como un emigrante económico.
«Si te vas porque no encuentras espacio para tu vocación, es porque hay un Gobierno que funciona mal y si te vas porque te cagas en la madre del gobernante, que me parece muy auténtico, entonces es lo mismo. No se ha generado un mecanismo gubernamental en el cual se vean incluidos todas las personas».
En sus cinco años viviendo en Estados Unidos ha sido carpintero de metales, proyeccionista de cine, productor, editor y camarógrafo. «Ahora además de tener dos trabajos también soy becario. He encontrado un espacio para mí pero sigo siendo más o menos la misma persona». Porque «hay cosas que cambian pero no la esencia, es muy difícil huir de la cubanidad, no se puede».
En ese país ha realizado seis cortometrajes y también se mantiene atento al cine que se hace dentro de Cuba. Especialmente de esos «cimarrones como Jorge Molina, Miguel Coyula, Alejandro Alonso, Ricardo Figueredo y Yimit Ramírez». Creadores audiovisuales a los que asegura que «no los detiene nadie, no hay revolución que detenga a esas personas».
Asegura no guardar rencor por haber tenido problemas en la Universidad de Camagüey, donde estudiaba periodismo, por dos materiales considerados «conflictivos». «Luego entré a la escuela de cine de San Antonio con una bequita menor y quise matricular en el curso regular diurno pero una profesora me advirtió de que ahí nunca me iban a aceptar. Sentía que cada vez que quería sacar la cabeza me daban un machucón».
De esos años el balance que ha sacado en lo personal ha sido productivo. «Al final yo he sido lo que he querido ser, los que me insultaron y humillaron son lo que otras personas han querido que ellos sean».
Este octubre se ha reencontrado con parte de su público cubano en la sede de Instar en La Habana Vieja, con una muestra personal que incluyó doce obras
En octubre se ha reencontrado con parte de su público cubano en la sede de Instar en La Habana Vieja, con una muestra personal que incluyó doce obras, de ellas seis que no habían sido estrenadas en Cuba: Now (2016), Elegía (2016), Para Construir Otra Casa (2016), Semiótica de la Mentira (2019), Mater Dei (2019), y El Eterno Retorno (2019).
Esas obras también han sido fruto de un gran sacrificio personal, robándole minutos al descanso y sufragando con su bolsillo buena parte de los gastos. «Cuando llegas allá no te recibe la CIA, no te recibe el Gobierno americano ni el imperialismo yanqui, ninguno de ellos regala dinero para producir películas, eso es falso», remarca Jiménez.
«Todo tienes que hacerlo con tus medios, generarte tus espacios y tu tiempo para hacer eso. ¿Qué hice yo? En mi horario de sueño hacía todo, entre los trabajos que he tenido, hacía el cine y filmaba el fin de semana, editando a las cuatro de la mañana, esa fue mi elección. Me da tristeza cuando la gente se rinde».
A Jiménez le gustaría ver una Cuba donde existiera un cine de arte y ensayo donde él pueda presentar sus películas sin que nadie le grite “contrarrevolucionario” ni lo insulte. «No me interesa si es un comunista radical que se levanta a dar un criterio sobre mi película, eso lo agradezco, ahora los insultos me parecen lamentables».
«Yo tengo dos luchas muy fuertes en Estados Unidos, una es no convertirme en un cínico y otra es lidiar con mis sueños».