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Cuba: El Gobierno debe abrir el puño

'La mayoría de quienes hoy están en las funciones técnicas del Gobierno no tienen sus manos manchadas de sangre.'

La crisis mundial del coronavirus ha puesto al descubierto en la Isla lo que Marlene Azor ha llamado «las múltiples crisis acumuladas» del sistema cubano. Las imágenes de las largas colas, moloteras o peleas frente a bodegas y otros puntos de venta de los escasos alimentos, evidencian el fracaso de un sistema que no puede garantizar un mínimo sustento alimenticio o de producto de aseo personal a los ciudadanos, lo que aparece en estos días con más dramatismo del habitual. Porque conlleva la triste disyuntiva entre «resolver» algo de comer o quedarse  en casa para no contagiarse. En 2018, en una encuesta realizada por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos en la Isla, el 95% de los entrevistados dijo que le era «difícil» o «muy difícil» conseguir comida; hoy sería además una tarea peligrosa.

Todos los análisis del contexto y los diferentes escenarios que se proyectan sobre Cuba y sobre elementos vinculados con su realidad social, van en una dirección pesimista. Estos son algunos ejemplos relacionados con las principales fuentes de ingresos de Cuba: el precio del petróleo está en este momento por el suelo, lo cual afecta fuertemente a las reventas del petróleo venezolano por parte de la Isla. El turismo ha sido una de las industrias más afectadas, sino la más afectada, a nivel internacional debido a la pandemia.

Las remesas familiares se verán fuertemente reducidas: un estudio de Havana Consulting Group estima que los envíos de dinero por este concepto a Cuba se contraerán en un 32%, entre otras razones por el impacto de la pandemia en los países emisores. El aumento de la presión internacional, en especial de EEUU, sobre Nicolás Maduro, apunta a que en los próximos meses el Gobierno cubano podría perder a su principal mecenas. La exportación de servicios, especialmente médicos, se mantiene pero es una práctica que cada vez tiene más detractores, incluidos gobiernos, que han cerrado importantes contratos, acusando al Gobierno cubano de explotación laboral o de querer influenciar internamente.

Incluso si los grandes acreedores de la deuda externa cubana decidieran dar un «armisticio» financiero, permitiendo una suspensión temporal de pago, el acceso a los mercados financieros internacionales para Cuba será todavía más difícil.
Estos elementos, y otros que no menciono, ponen a la sociedad cubana en una situación desconocida, que afectará a todos los cubanos de a pie con independencia de sexo, raza o pertenencia política. Afectará al disidente y al que no se mete en política, pero también al excombatiente de la revolución y a la señora del CDR. Y en medio de todo, a los más vulnerables: los ancianos, los que no tienen trabajo, los socialmente marginados, etc.

Cada vez que se hace un estudios de opinión independiente en Cuba, hay diversos aspectos que apuntan a que los fieles al Partido Comunista abarcan una horquilla que oscila entre el 17 y el 23% de la población. Incluso para aquellos que no creen en estas fuentes, si miran las manipuladas cifras oficiales sobre el referendo, dadas a conocer después de prácticas muy raras y de un malabarismo  impresentable, verán que más de dos millones y medio de votantes rechazaron la nueva Constitución socialista, parapetándose tras la abstención, el No, el voto nulo y el voto en blanco.  En todo caso, con unas cifras o con otras, el Partido Comunista no goza del apoyo popular del que presume.

En estas circunstancias, el Gobierno puede avanzar en su pretendida Numancia, cuyo principal enemigo son sus propias y «múltiples crisis acumuladas», y arrastrar con él, hacia el hundimiento, a todos los cubanos; o puede decidir abrir el puño y comenzar un proceso de reformas integrales y creíbles, que saque a todos del atolladero.

La mayoría de quienes hoy están en las funciones técnicas del Gobierno no tienen sus manos manchadas de sangre. Muchos de ellos han viajado, son personas informadas, y, por medio de sus familiares y amigos, conocen cómo los países cambian, se regeneran y avanzan.  Todos han podido ver cómo EEUU (y sería ingenuo creer que este plan se presenta sin el apoyo, por lo menos en algunos aspectos, de gobiernos como el ruso y chino) ha ofrecido un puente de oro a los integrantes del régimen venezolano, unos días después de encausarlos judicialmente.

Nadie pensante que tenga responsabilidades en Cuba, tanto civil como militar, puede pasar por alto esa salida que la comunidad internacional está dando al Gobierno venezolano. Una lectura que tampoco deben obviar quienes desde el exilio se afilian a soluciones radicales e improbables, o de revancha, negándose a cualquier solución negociada.

El mundo ha entrado en una etapa muy difícil. Cuba podrá enfrentarla mejor si el Gobierno abre el puño y se da cuenta de que es hora de emprender el cambio.

 

 

 

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