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Murillo: Durmiendo con el enemigo

Han pasado 33 días desde que comenzó, oficialmente, el aislamiento sanitario en México. Son muchos días de estar encerrados en casa conviviendo 24 x 24 con la familia o la pareja. Y ahora sabemos que falta otro largo período.

La cercanía es un detonador de emociones que puede cimbrarnos, hacernos cuestionar las relaciones elegidas y los vínculos de origen: todo adquiere una densidad nueva, no hay distancia, no hay perspectiva, y sí muchas emociones que se tocan muy de cerca hora tras hora.

Arthur Schopenhauer lo advirtió hace tiempo en la metáfora del puercoespín o, como algunos le llaman, “el dilema del erizo”. Un grupo de puercoespines deben sobrevivir a un día helado, la temperatura es tal que si no se unen y permanecen en manada, no conservan el calor y pueden morir a causa del frío. Pero cuando están muy cerca, las espinas del otro lastiman, hieren, hacen sangrar el cuerpo. En el proceso de encontrar la distancia adecuada para preservar el calor sin lastimarse, hay más de un herido y quizá, algún muerto.

Sé que todos hemos tenido días buenos y días malos, desencuentros de pareja o familiares que luego pasan y vuelve el amor, la gratitud por no estar solos, por tener una casa más allá de las cuatro paredes y el techo, por tener una tribu que nos da pertenencia ahora que se necesita tanto.

Y también hay situaciones límite, como descubrir precisamente en estos días una infidelidad, o darte cuenta de que ya no quieres seguir en una relación, o descubrir un embarazo no deseado. Historias que pasan por una y otra de esas circunstancias han llegado hasta mí. No puedo más que sentir una profunda empatía, imaginar la ansiedad y el desasosiego que provoca estar en el centro de una vivencia tan complicada en esta emergencia sanitaria que a todos nos va cambiando poco a poco la vida.

Pero hay otros casos, los de la violencia, los que no van y vienen en un proceso natural de convivencia cotidiana o desgaste de pareja. Son los casos que asfixian, que disparan la agresión en escalada, que llegan a la muerte.

Ateniéndome a la perturbadora estadística de nuestro país, podría concluir que si van 33 días de aislamiento, desde el 16 de marzo hasta hoy que escribo, han matado a 330 mujeres. En la mayoría de los casos el asesinato lo habrá cometido la pareja, dentro de la propia casa.

La violencia necesita aislamiento, puertas cerradas, un escondite; y estar encerrados ofrece la circunstancia perfecta para los agresores. Y el conteo no para, y las vidas se pierden cada día.

Vale la pena revisar el blog de Frida Guerrera que hace un extraordinario trabajo documentando las historias, poniendo nombre, rostro, mirada a cada una de estas mujeres por las que no hicimos nada y que hoy se suman a este conteo doloroso. https://fridaguerrera.blogspot.com/ 

Las mujeres que viven violencia doméstica hoy están más vulnerables que nunca. Y es probable que muchas de esas mujeres sean cercanas a ti y tú ni siquiera lo sepas. Así que alerta: porque esa amiga o hermana de la que hace días no sabes nada o que apenas te contesta los mensajes, podría estar en peligro, viviendo una situación de violencia. Durmiendo con el enemigo.

No bajemos la guardia, no abandonemos, no olvidemos.

Este país sigue siendo un peligro para muchas mujeres. No las dejemos solas. La epidemia de violencia también es responsabilidad de todos y lleva con nosotros mucho, muchísimo tiempo, tanto, que ya no la vemos aunque vaya dejando cadáveres a su paso.

@AlmaDeliaMC

 

 

 

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