‘No es el virus’: las carencias de los hospitales mexicanos también matan
Años de descuido han perjudicado a muchos hospitales de México. Ahora, durante la pandemia, algunos pacientes mueren por negligencia o errores que, a decir de médicos y enfermeros, se pueden evitar fácilmente.
Las muertes sin sentido son las que más atormentan a médicos y enfermeros: el hombre que murió porque un enfermero inexperto desconectó su ventilador. El paciente que murió de choque séptico porque nadie monitoreó sus signos vitales. Las personas cuyos tubos respiratorios se obstruyeron después de ser abandonadas en sus camas de hospital durante horas.
En México no solo el coronavirus está cobrando vidas. El deteriorado sistema de salud del país también está matando gente.
Años de negligencia ya habían perjudicado al sistema de salud de México, dejándolo peligrosamente corto de médicos, enfermeros y equipos para combatir un virus que ha abrumado a naciones mucho más ricas.
Ahora, la pandemia empeoró las cosas: más de 11.000 trabajadores de la salud mexicanos se han enfermado —una de las tasas más altas del mundo— y mermaron las ya débiles filas de los hospitales. Algunos hospitales han perdido a la mitad de su personal a causa de enfermedad y absentismo. Otros se están quedando sin equipo básico, como monitores cardíacos.
La escasez ha tenido consecuencias devastadoras para los pacientes, según entrevistas con trabajadores de la salud en todo el país. Varios médicos y enfermeros relataron decenas de muertes prevenibles en los hospitales, resultado de negligencia o errores que nunca debieron haber sucedido.
“Hemos tenido muchas ‘defunciones tontas’”, dijo Pablo Villaseñor, médico del Hospital General de Tijuana, el centro de un brote. “No es el virus lo que los está matando, es la falta de atención adecuada”.
Los pacientes mueren porque se les dan medicamentos incorrectos, o la dosis incorrecta, dicen los trabajadores de la salud. Los guantes protectores en algunos hospitales son tan viejos que se rompen en el momento en que se los ponen, añaden los enfermeros. Las personas a menudo no reciben la sedación adecuada, luego se despiertan y se sacan sus propios tubos de respiración, cuentan empleados hospitalarios.
Adriana de la Cruz, enfermera en el hospital Dr. Belisario Domínguez, en la zona sureste de Ciudad de México, dijo que la fuerza de trabajo sobrecargada, y a menudo sin entrenamiento, ha cometido errores evidentes, a un gran costo.
“Sí ha pasado que se han dado muertes por falta de atención y falta de personal, y por negligencias en muchas situaciones”, dijo de la Cruz. “Estos pacientes tendrían más posibilidad de sobrevivir si pudiéramos ofrecer un mejor cuidado. Hacemos lo que podemos”
El gobierno mexicano gasta en atención a la salud un porcentaje de su economía menor que la mayoría de los países en el hemisferio occidental, según el Banco Mundial. Y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lideró recortes de gastos incluso después de reconocer que su país tenía200.000trabajadores de la salud menos de los que necesitaba.
Cuando la epidemia llegó a México en marzo, muchos hospitales enviaron a trabajadores de primera línea a enfrentar el aluvión de casos sin ningún equipo de protección o capacitación. Algunas enfermeras afirman que les dijeron que no usaran mascarillas para evitar causar pánico. Muchos dicen que fueron obligados a comprar ellos mismos los protectores faciales y las gafas.
Las consecuencias han sido severas. Alrededor de uno de cada cinco casos confirmados en México corresponde a trabajadores de la salud, una proporción mayor a la de Estados Unidos, Italia o China.
El brote de México crece con mucha rapidez y no da señales de disminuir. Las muertes y los casos reportados han crecido cada semana durante los últimos meses y golpean particularmente a Ciudad de México y Baja California, que incluye a Tijuana.
Después de que un análisis del Times encontró evidencia de que las autoridades federales estaban subregistrando los fallecimientos, un alto funcionario de salud admitió públicamente que el gobierno no tiene un conteo preciso de las muertes causadas por el virus.
En el hospital de Villaseñor quedan tan pocos médicos que, durante algunos turnos, los pacientes críticos pasan ocho horas sin que nadie los revise, dijo.
“Escuchas tantas veces que ya murió otro paciente porque no recibió atención adecuada, y otra más, y otro más, y tratas de no paralizarte”, agregó Villaseñor, un reumatólogo que dijo que tuvo que aprender cómo equiparse para atender a los pacientes de coronavirus con un vídeo en YouTube.
Conforme la población de México aumentó durante la última década, el gobierno mantuvo bajos los fondos hospitalarios, dedicando menos del tres por ciento del producto nacional a la atención médica. Los datos del Banco Mundial muestran que para 2017, mucho antes de que López Obrador asumiera el cargo, solo dos países en Centro y Sudamérica gastaron menos que México en proporción a sus economías: Guatemala y Venezuela.
“Han pasado gobiernos y gobiernos que mencionan el tema de salud y que no plasman esas prioridades en el presupuesto”, dijo Judith Méndez, analista en el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, sobre los sucesivos gobiernos de México.
El gobierno mexicano no respondió a las reiteradas solicitudes de comentarios. Los secretarios de Salud locales en Ciudad de México y en Baja California también declinaron hacer comentarios.
En los últimos años, los pacientes han presentado miles de quejas ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos por negligencia en hospitales. Y la calidad de la atención disminuyó aún más después de que los trabajadores de los hospitales en México sufrieran algunos de los primeros brotes de coronavirus de la nación.
Muchos países han tenido problemas porque los médicos y los enfermeros se contagiaron del virus, pero en México el problema es particularmente grave. Los datos del gobierno sugieren que alrededor de uno de cada cinco casos confirmados de coronavirus en el país son de trabajadores de la salud.
“Si los trabajadores de la salud se enferman a este ritmo, lo principal es que corres el riesgo de no tener una fuerza laboral de salud para cuidar a la gente”, dijo Howard Catton, director ejecutivo del Consejo Internacional de Enfermería.
De la Cruz, la enfermera en Ciudad de México, dijo que su hospital inicialmente instruyó a los empleados a no usar mascarilla cerca de los pacientes hasta que la persona diera positivo por coronavirus.
“Esperabas tres o cuatro días en lo que el paciente daba positivo y, mientras tanto, ya te infectaste”, dijo De la Cruz, quien señaló que 80 de sus colegas se enfermaron.
Algunos hospitales se prepararon con tiempo para el virus, que se expandió en Estados Unidos y Europa antes de que los brotes aparecieran en México. En Monterrey, los médicos dicen que los protocolos para proteger a los trabajadores se implementaron hace meses. Rodolfo Ruiz, especialista en enfermedades infecciosas, dijo que se siente protegido en su hospital público en Mexicali, incluso cuando las camas de hospital se llenan.
Pero en algunas de las ciudades más afectadas los pasos en falso han llevado a los hospitales desbordados a un punto de quiebre, dicen los trabajadores. Médicos y enfermeros han organizado protestas afuera de sus hospitales en más de una decena de estados, según han reportado medios locales. Algunos médicos y enfermeros se han rehusado a tratar a pacientes con coronavirus.
Rosario Luna, enfermera en el hospital José María Morelos y Pavón en Ciudad de México, describió que trataba a pacientes de la COVID-19 con monitores cardíacos dañados y máquinas de succión defectuosas.
En el hospital Doctor Carlos Mac Gregor de Ciudad de México, Berenice Andrade, médica, dijo que un internista renunció por la falta de personal y que un solo médico se encargaba de 54 pacientes durante los fines de semana.
“Eso hace que el trato sea muy deficiente”, dijo la doctora Andrade. “La salud de algunos de estos pacientes claro que está siendo afectada”.
Cinco médicos y enfermeros han muerto en el Centro Médico La Raza, un complejo que incluye a varios hospitales públicos en Ciudad de México, dijo un vocero del Instituto Mexicano del Seguro Social. Este mes, uno de los hospitales comenzó a ofrecer apoyo psicológico a los trabajadores.
“No es fácil saber que un día trabajaste con alguien y al otro día ya no está ahí, dijo Ivette Díaz, enfermera en la unidad de cuidados intensivos, quien tiene 37 años y vive con sus padres ancianos. “Estoy con miedo todos los días. Suena mi despertador y ya no quiero ir a trabajar”.
El hospital nunca ha tenido suficientes suministros, dijo. Los vendajes no se adhieren a los pacientes porque ya perdieron su adhesivo. Pero después de que sus colegas bloquearon las vías que conducen al hospital, el mes pasado, los directivos comenzaron a proporcionar más equipos de protección. Aún así, las mascarillas que les dieron estaban perforadas debido a un defecto de fabricación, dijo Díaz.
“Si aquí en México invirtieran en el área de salud. Si tuviéramos el material adecuado, yo creo que el panorama pintaría diferente”, dijo.
Hace poco ella pasó su día libre recorriendo las calles de su vecindario hasta que encontró a un comerciante local que le vendiera un lote de mascarillas. Pagó siete dólares por cada una, y pensó que era un precio bajo para una mascarilla sin agujeros.