Escisión en el nacionalismo escocés
El independentismo debate si la división maximizaría el voto o lo debilitaría
La pandemia ha convencido a muchos escoceses (unionistas incluidos) de que un Gobierno propio puede gestionar las cosas mejor que lo hace Londres. Como consecuencia, por primera vez en la historia las encuestas dan una mayoría clara y consistente (54% a 46%) a los partidarios de la independencia. Pero el primer ministro británico, Boris Johnson, dice no, no y no a la convocatoria de otro referéndum, lo cual lleva inevitablemente hacia un choque de trenes constitucional.
¿Cómo responden ambos bloques a esta coyuntura? El unionismo pretende persuadir a los escoceses, como ya hizo en la consulta de hace seis años, de su dependencia económica del Estado británico, y de que una Escocia independiente no habría podido sufragar las ayudas para combatir el desempleo y el cierre de empresas. El soberanismo se plantea una escisión, y la idea radical de acudir directamente a Bruselas solicitando un referéndum, con la esperanza (quizá ingenua) de que la UE le dé una respuesta distinta de la que dio a Catalunya.
Un grupo de nacionalistas del ala dura, encabezado por el ex diputado del SNP en Holyrood (Parlamento escocés) Dave Thompson, ha anunciado la intención de crear un nuevo partido llamado Alianza para la Independencia, y ha invitado al ex primer ministro Alex Salmond (declarado inocente de acoso sexual en marzo) a subirse al carro como plataforma para recuperar el poder. Como casi todo en política, las consecuencias de esta maniobra son imprevisibles, y lo mismo podrían favorecer que perjudicar a la causa del independentismo.
Las elecciones autonómicas de mayo del año que viene en Escocia pueden ser decisivas, y una rotunda victoria del nacionalismo haría difícil a Johnson seguir diciendo que no a un referéndum. Se deciden por un complejo sistema de representación proporcional con dos listas, una por circunscripciones (129 escaños) y otra regional complementaria (73 escaños), dirigida a efectuar correcciones que reflejen el porcentaje de voto de cada partido de una manera más fidedigna.
Premio
La eficaz gestión de la pandemia ha hecho que un 54% se incline por la independencia.
Los unionistas ven en la escisión una triquiñuela electoral dirigida a maximizar el apoyo soberanista. La Alianza para la Independencia dejaría vía libre al SNP en la primera lista, en la que si no cambian mucho las cosas se llevará la casi totalidad de los representantes, y se presentaría solo en la regional, arrebatando a laboristas, conservadores y liberales los escaños diseñados para un ajuste proporcional. El resultado, si se cumple ese escenario, sería una arrolladora supermayoría independentista con el mandato de un segundo referéndum.
Pero no todo el mundo, dentro del soberanismo, está convencido de que sea una buena estratega. “¿Para qué jugar con fuego justo ahora que las encuestas dan una mayoría a la independencia, que Nicola Sturgeon está gestionando la pandemia mucho mejor que Londres, y que la gran mayoría de los votantes, entre ellos muchos unionistas, no la cambiarían ni locos por Boris Johnson? ¿No es mejor que las cosas sigan su curso natural, y que el SNP se conforme con una victoria clara (aunque tal vez no aplastante) en las elecciones al parlamento de Holyrood, y a partir de ahí presione con insistencia para un referéndum?”, se pregunta el politólogo Angus McFarlene.
El factor X dentro de la causa independentista es su exlíder Alex Salmond, cuya relación con su antigua protegida Nicola Sturgeon saltó por los aires cuando la primera ministra permitió que fuera juzgado por acoso sexual, y que ha prometido venganza, empezando por contarlo todo en unas memorias que saldrán a la luz antes de las elecciones del año que viene. Su reacción inicial a los planes para la creación del nuevo partido ha sido que no podría interesarle menos, pero su apetito de poder podría aumentar en los próximos meses.
Pero aunque Sturgeon es partidaria de la paciencia, el sector pro Salmond del SNP no tiene tanta como ella y prefiere forzar las cosas. Piensa que la obtención del 75% de los diputados en las autonómicas del 2021 permitiría al soberanismo orquestar una campaña de desobediencia civil en caso de que Londres siga negándose a autorizar un referéndum legal, y contemplan convocar uno a la catalana , o negociado directamente con Bruselas.
Castigo
El unionismo está desmoralizado, no tiene líderes y se limita a rechazar el referéndum.
La gran ventaja del nacionalismo escocés es que ejerce el monopolio sobre la política del país, con el laborismo aniquilado. Solo la exlíder tory Ruth Davidson le podía complicar las cosas desde la perspectiva unionista, pero sus diferencias con Boris Johnson la llevaron a dimitir y desentenderse de la política. A pesar de que lleva más de dos décadas en el poder, y de las numerosas críticas a su gestión de la sanidad y la educación, la pandemia ha reforzado al SNP. Sturgeon es una magnífica comunicadora, da conferencias diarias al estilo Merkel, basadas en la ciencia y en los datos médicos, y los escoceses prefieren estar en sus manos antes que en las de Johnson. ¿Resultado? La independencia, según los sondeos, tiene la mayoría.