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Voto de chilenos en el exterior: Democracia “a medias”, un derecho con letra chica

 

Tan solo desde el año 2017 los ciudadanos chilenos residentes en el extranjero pueden participar en las elecciones presidenciales, primarias y plebiscitos nacionales, como cualquier otro compatriota. Sin duda, un hecho histórico para la democracia chilena, tarea nada fácil, ya que hubo que derribar barreras, prejuicios y sesgos ideológicos, para poder promulgar la ley que implementa el derecho a voto de chilenos y chilenas que viven en el exterior. Pasaron nada menos que 28 años hasta que por fin ese anhelo de justicia se hizo realidad para las elecciones presidenciales del 19 de noviembre 2017.

Hoy, para el plebiscito de este domingo 25 de octubre, existe una frustración, una sensación de desigualdad, de discriminación e injusticia, porque miles de chilenos que viven el exterior, y que se encuentran habilitados para votar no podrán hacerlo debido a las largas distancias de los consulados; la no habilitación de recintos para poder votar y las dificultades que ha impuesto la pandemia a este proceso electoral, junto a la falta de voluntad política para facilitar que nuestros compatriotas en el exterior puedan votar.

Hoy, más que nunca, es importante poder votar en este plebiscito, ya que se dará la posibilidad a los ciudadanos de aprobar o rechazar la redacción de una nueva Constitución, además del órgano que debiera redactarla: una “Convención Mixta Constitucional”, integrada en partes iguales por miembros elegidos popularmente, y parlamentarios en ejercicio, o una Convención Constitucional conformada exclusivamente por miembros elegidos por el pueblo.

De los 59.522 chilenos y chilenas que están habilitados para ejercer su derecho en el exterior, a pesar de que se estima que más de un millón de chilenos vive en el extranjero, España es el tercer país con más compatriotas que pueden sufragar este 25 de octubre, y solo pueden hacerlo en Madrid y Barcelona, a pesar que Chile cuenta con consulados honorarios en las ciudades de Sevilla, Santa Cruz de Tenerife, Cádiz, Valencia, Santander, Palma de Mallorca, Málaga, Vigo, Coruña, Andorra y Las Palmas de Gran Canaria. O el caso de Queensland, Australia, que los chilenos residentes allí deben ir a votar a Sidney, NSW, a más de 1.200 kilómetros de distancia, con una frontera cerrada por la pandemia, a pesar de existir un consulado en Brisbane, capital de Queensland. Esta situación se repite no solo en otras ciudades de Australia, sino también en países de gran extensión territorial, como es el caso de Canadá, Estados Unidos, Francia, Brasil y Argentina, entre otros.

Argentina, Estados Unidos, España, Australia y Alemania son los países con más chilenos habilitados en el exterior para votar. No costaba nada tener un poco de voluntad política para habilitar más consulados honorarios, o para aumentar las mesas en cada país, y permitir que todos los cónsules honorarios pudiesen ejercer como presidentes de distritos electorales, como se hizo el caso de Perth, Australia, lo que aliviaría mucho el problema de desplazamiento, y poder votar en forma presencial, tal como lo estipula la ley.

Es en este punto que uno se pregunta para qué sirven las embajadas, los consulados generales, los consulados honorarios, los embajadores, los cónsules, los ministros consejeros, los consejeros, los diversos secretarios y toda la pompa que significan los diversos grados diplomáticos y el servicio exterior chileno. La literatura indica que están para representar los intereses del Estado de Chile, y los consulados son órganos de la administración pública de un Estado en el territorio de otro, con el objetivo principal de asistir y proteger a sus nacionales. Entonces, si estarán cerrados y no son capaces de implementar un local de votación, y no están al servicio de los chilenos, ¿para qué están? y mejor ni hablar de la reforma que requiere la cancillería para avanzar en su modernización, o del voto postal, que es simplemente poner la tecnología al servicio de la democracia, derecho que el Estado debería garantizar.

Los chilenos que viven en el exterior siguen haciendo patria fuera de las fronteras. En ellos se extiende la patria. Han sido demasiados los inconvenientes que miles de chilenos y chilenas tienen para ir a votar este 25 de octubre debido a la distancia con su consulado, además de las restricciones de la pandemia, y también el problema que enfrentaron con el cambio de domicilio, ya que muchos no pudieron realizar el trámite debido a que la ley exige tener clave única (sistema que permite hacer trámites en línea y que fue hackeado hace dos semanas), que solo se puede obtener presencialmente en los consulados y embajadas que se encontraban cerrados por las cuarentenas o estaban a miles de kilómetros de distancia, y hoy las personas que están habilitados para votar nuevamente se enfrentan a una dificultad para ejercer su derecho a votar, y sin contar que los chilenos que viven en el extranjero fueron excluidos de la elección de los candidatos en la convención constitucional, debido que se requiere una norma expresa en la legislación para ello.

Un 18 de octubre, pero de 2016, fue una jornada histórica para los chilenos que viven en el exterior, ya que el Diario Oficial publicó la Ley 20.960, la cual regula el derecho a sufragio fuera de Chile, uno de los legados más potentes del gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, pues hace realidad una lucha de largos años y saca a Chile de la nómina de países que no considera a sus ciudadanos en el extranjero como sujetos con derecho a sufragio, ya que era una deuda histórica para la democracia chilena. No se trata de un acto de justicia o no, se trata de un derecho que tenemos como chilenos, ya que el hecho de estar fuera del país no implica que no se quiera o al menos intente un Chile mejor, más democrático e igualitario.

El plebiscito de este 25 de octubre se logró gracias a un gran acuerdo empujado por millones de chilenos y chilenas que salieron a las calles a protestar de manera pacífica para decir “no más abusos”; “no son 30 pesos, son 30 años”, por eso el plebiscito es una salida institucional frente al escenario de inestabilidad que vive Chile durante estos últimos meses, y es una esperanza cambiar la actual Constitución, por una paritaria, redactada por todos, que garantice derechos como la educación y la salud, y asegure la tan anhelada protección social. Chile necesita urgentemente reformas estructurales para desconcentrar el poder económico, pero también requiere que la denominada “élite” entienda las injusticias que viven millones de chilenos, y los dos mejores ejemplos son el acuerdo para el plebiscito constitucional y el retiro del 10% del fondo de pensiones para enfrentar la crisis económica. Ambos momentos fueron celebrados por la ciudadanía, y ayudaron a bajar la presión que viene explotando desde octubre del año pasado.

Por eso es tan importante ir a votar el próximo domingo 25, porque nos estamos jugando el destino de Chile en los próximos años, por eso cada voto cuenta para lograr una aplastante participación electoral, todos juntos podremos derribar barreras, exclusiones y desigualdades, podemos lograr tener más y mejor democracia; no “a medias”, sin segregaciones, sin letra chica, escrita por todos y todas, nacida en democracia y en dignidad. Vota porque tienes memoria… y sin memoria no hay futuro. #YoApruebo #ConvencionConstitucional.

 

 

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