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Portugal, a la espera de la ayuda internacional que le salve del desastre

El miércoles llega el primer destacamento de médicos de élite alemanes. España sigue por ahora estudiando cómo colaborar “dentro de sus posibilidades”

Portugal ha tomado ya todas las medidas de las que dispone y ahora solo aguarda una ayuda internacional que pueda salvarle del desastre. Con el cierre fronterizo con España de vuelta -de facto, aunque ambos países prefieran llamarlo controles en la movilidad-, el paso por tierra ha vuelto a estar limitado a varios pasos fronterizos, en los que el primer día laborable de la semana ha dejado estampas de retenciones que sufren trabajadores transfronterizos y transportistas. Es un mal necesario ante el descontrol del coronavirus en Portugal, que acaba de cerrar un enero negro en el que ha registrado la mitad del total de muertes y contagios sufridos desde que empezó la pandemia. Sumido en pre-colapso sanitario, el país aguarda desesperadamente por la ayuda internacional prometida por Austria y Alemania, mientras España ultima ideas sobre cómo contribuir a aliviar a su vecino mientras mantiene sus propios indicadores en niveles complicados.

Esta semana será clave para el país. Confinado desde el 15 de enero, se espera que por fin se vean resultados positivos en los indicadores de nuevos contagios, que este lunes ascendían a 5.805. Es un número bajo si se compara con el récord de más de 16.000 obtenido durante la semana pasada, pero guarda poco espacio para el optimismo: es normal que los lunes los datos sean más leves debido al menor procesamiento de muestras que se realizan en el fin de semana. Habrá que esperar para ver si efectivamente se produce una reducción de contagios, mientras que las muertes no dan tregua y este lunes volvieron a acercarse a las 300.

Tampoco tendrán alivio los sanitarios. El país está en máximos nunca vistos de ingresos, con casi 7.000 hospitalizados. En enero aumentaron un 136%. En cuidados intensivos ya se ronda los 800 pacientes covid, lo que supone una presión imposible de mantener. Médicos y enfermeros siguen lanzando diariamente emotivos llamados en televisión, asegurando que no pueden más y pidiendo que todos se queden en casa, pero el confinamiento es cada vez más leve, y los portugueses empiezan a resquebrajar una medida que tuvo escaso seguimiento desde el principio.

Los indicadores de movilidad son contundentes. El último viernes, mientras se sucedían imágenes de traslado de pacientes en un avión militar al archipiélago de Madeira, de cien enfermos de un hospital de Lisboa a otros centros de la región al sobrecargarse la red de oxígeno y de filas de ambulancias esperando camas libres, el índice de movilidad registrado en el país fue de 72%, apenas tres puntos inferior al registrado en promedio para un viernes antes de que empezara la pandemia. Es llamativo, toda vez que prácticamente toda la actividad de restauración y una enorme parte de la comercial está cerrada, así como los colegios.

FRONTERA CON FILAS, CUARENTENA POR AVIÓN

Mientras la medida estrella para frenar los contagios se resquebraja, los controles fronterizos se levantan. Desde el domingo, el paso terrestre entre España y Portugal está limitado a 13 puntos, en los que se frena la salida de portugueses de su país por cualquier vía y se restringe la entrada a Portugal sobre todo para quien tenga fines turísticos. Se permiten aún muchas excepciones, también en las entradas aéreas, reforzando así la idea, presentada por el Gobierno luso, de que se trata de un autoconfinamiento de sus ciudadanos, para evitar que se expanda más por Europa la variante británica, que está siendo devastadora para los portugueses, y la surafricana.

AYUDA ALEMANA Y AUSTRÍACA, ESPAÑA SE LO PIENSA

Las fronteras, abiertas para extranjeros, se preparan para recibir el miércoles a casi una treintena de médicos de élite alemanes, el primer destacamento de ayuda extranjera para los hospitales lusos. Estarán durante 21 días trabajando en un hospital de Lisboa, la zona más afectada en esta tercera ola. También Austria ha ofrecido su ayuda, aunque en su caso para recibir pacientes críticos en sus cuidados intensivos, aunque falta por definir cuántos asumirá o cuándo empezarán los traslados. En este escenario, la gran duda es qué hará España. Los portugueses esperan ayuda destacada de su vecino, que por ahora sigue estudiando cómo colaborar “dentro de sus posibilidades”, según fuentes de Exteriores, dado que son también preocupantes los datos que registra España.

Se sabe, sin embargo, que dos comunidades autónomas están prontas a ayudar ya. Aunque no se ha especificado cuáles son, se da por hecho que se trate de aquellas que tienen mayores lazos emocionales con Portugal: Galicia y Extremadura.

Está por ver qué tipo de ayuda ofrecen, si acoger enfermos o enviar sanitarios. De cualquiera de las dos formas aliviarían el gran problema luso: la asistencia. Abrir más camas, insisten desde Lisboa, no tiene sentido si no disponen de profesionales para atenderlas.

 

 

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