El ridículo de Pablo Iglesias
Es difícil de explicar y aún más de entender el lamentable comportamiento de Iglesias durante los actos del 40 Aniversario del 23-F. Nadie espera que se convierta en un monárquico. Está en su derecho a la hora de defender su idea republicana, aunque sea tan espantosa que se denomine popular o algo similar, que es el subterfugio comunista para denominar a sus regímenes totalitarios. Lo que le podemos recriminar es que no esté a la altura de sus responsabilidades como vicepresidente del gobierno y que no muestre el respeto institucional que le es exigible. Es una cuestión de educación, y, siento decirlo, tuvo ayer un comportamiento muy poco educado. Por una cuestión de cortesía tendría que haber aplaudido, una vez más nadie le exige que lo hiciera con un gran fervor, el discurso del jefe del Estado. En estos casos no importa si es un rey o un presidente de la república, porque es el legal y legítimo titular de la más alta magistratura de conformidad con el ordenamiento constitucional.
El rey pronunció un gran discurso y, como no podía ser menos, reivindicó la figura de su padre. Don Juan Carlos fue el artífice de la Transición, es bueno recordarlo, pero su papel fue decisivo para desarticular el golpe de Estado. Tal como señaló su hijo, «asumió su responsabilidad y su compromiso con la Constitución». Es un gran hombre, al margen de los errores personales que pueda haber cometido, si es que algún día se acreditan como tales, y por los que ha pagado un duro precio. Los auténticos comunistas que llegaron del exilio o la clandestinidad, no los jóvenes de familias acomodadas que todo les ha sido dado, mostraron siempre un gran respeto por el rey Juan Carlos. Eran muy conscientes del valor de la Transición y la reconciliación nacional, sabían los errores y atrocidades que habían cometido en nombre de la utopía comunista y su lucha por la distopía igualitaria. No veían la historia como una mala película de buenos y malos. Por ello, nadie se podía sentir orgulloso por el pasado. El 23 de Febrero representa la victoria de la democracia y fue posible gracias a don Juan Carlos. Por ello, el republicano y comunista de Iglesias tendría que haber aplaudido y no actuar como un niño malcriado que se pone en un rincón malhumorado para llamar la atención. Los independentistas y bilduetarras ni siquiera merecen un comentario, tan solo el más absoluto desprecio.