Victoria para Netanyahu en Israel aunque volverá a necesitar una alianza
Los sondeos a pie de urna le dan 33 escaños al líder de Likud, cuatro menos que en las elecciones de marzo de 2020
Israel volvió a las urnas por cuarta vez en menos de dos años en unos comicios convertidos de nuevo en todo un plebiscito sobre la figura de Benjamín Netanyahu. Los ciudadanos, con la cabeza en la salida de la pandemia y en el Pesaj, la semana santa judía, respondieron con la participación más baja desde 2009. Los sondeos a pie de urna publicados por los tres canales principales del país otorgaron la victoria al Likud, con 33 escaños. Si a esta cifra se le suman los que han obtenido sus aliados ultraortodoxos y ultranacionalistas y el partido Yamina, de Naftali Bennet, este bloque sumaría 61 de los 120 asientos del hemiciclo, una mayoría ajustada para poder formar gobierno.
Netanyahu debe ahora negociar con los líderes de los distintos partidos de este bloque para intentar formar una coalición estable que le permita seguir en un asiento que ocupa de manera ininterrumpida desde 2009. La negociación clave será Bennet, que según los sondeos de los tres canales principales tendría la clave para llegar a los 61 escaños. Consultado por los medios sobre si apoyará o no al primer ministro, el portavoz del ex ministro de Educación dijo que «haremos lo que sea mejor para Israel». Ante las dudas sobre el posible apoyo o no del líder de Yamina, el analista Anshel Pfeffer apuntó en el diario ‘Haaretz’ que «nadie cree que haya roto sus puentes con Netanyahu y que no vaya a entrar en una futura coalición». En este bloque entra con fuerza Sionismo Religioso, formación radical liderada por el también colono y heredero del kahanismo Bezalel Smotrich.
Los sondeos ofrecidos por el Canal 13, el que más se aproximó a los resultados definitivos en anteriores comicios, dieron dieciséis escaños a Yesh Atid, partido centrista del experiodista Yair Lapid, que se consolida como principal opositor a Netanyahu. El bloque contrario al primer ministro, sin embargo, no tiene posibilidad de formar gobierno porque resulta impensable una coalición con los partidos árabes, cuya Lista Conjunta obtendría ocho escaños. Los islamistas quedan fuera de la cámara por no superar el umbral mínimo de votos.
La energía que se ha visto en las calles cada fin de semana desde hace nueve meses en las protestas que piden la dimisión de Netanyahu por corrupto, vuelve a quedarse sin premio en las urnas, aunque Laboristas y Meretz mejorarían respecto a comicios anteriores, siempre según los primeros sondeos. Decenas de miles de personas salen a protestar contra el primer ministro, pero más de un millón le votan de manera fiel pese a sus problemas con la Justicia; la maquinaria electoral del Likud funciona y esta vez duplicaría en escaños a la segunda formación en la cámara.
El partido religioso Shas obtiene ocho asientos, Judaísmo Unido de la Torá, siete, e Israel Beitenu, de Avigdor Lieberman, ocho. Los grandes perdedores, según los resultados provisionales, son el exministro de Interior, Gideon Saar, y el exjefe del Ejército, Benny Gantz. Saar, pese a despertar grandes expectativas y postularse incluso como futuro primer ministro tras romper con el Likud, se quedó con seis escaños. Azul y Blanco, la formación de Gantz que puso en jaque a Netanyahu en los tres comicios anteriores reduce su presencia a 7 diputados. Gantz ha pagado caro su acuerdo con Netanyahu de abril para formar un gobierno, que sobre el papel debía ser rotatorio, pero que nunca funcionó. Esta estrategia sirvió al primer ministro para eliminar a quien fue su gran rival que ahora pasa a protagonizar un papel secundario en la política nacional.
Vacunación masiva
Hace un año la anexión del Valle del Jordán era el argumento principal de campaña, esta vez la campaña masiva de vacunación ha sido el monotema. Netanyahu ha conseguido hacer suyo el éxito de la vacunación y no dudó a la hora de apropiarse del eslogan del ministerio de Salud para su campaña: ‘¡Volvemos a la vida!’ Las restricciones quedan atrás gracias a las vacunas de Pfizer y al Pase verde que portan los inmunizados, Israel vuelve a recuperar cierta normalidad. El primer ministro acudió al centro de voto acompañado de su esposa, Sarah, y tras depositar la papeleta declaró a los medios que se sentía «feliz porque Israel sale de la pandemia».
A las puertas de los centros de voto del centro de Jerusalén grupos de jóvenes contratados por los partidos trataban de convencer a los indecisos. Algunos como Itay, en el centro educativo de la calle Hillel, representaban los intereses de Gideon Saar aunque confesaban ser votantes de Netanyahu porque «es el más fuerte, el resto solo intenta ganar escaños para poder estar a su lado, pero nadie le hace sombra. Estoy aquí porque me pagan, nada más, pero mi voto es Netanyahu, la persona que nos ha vacunado». La economía ha sido uno de los temas olvidados en campaña, como la amenaza de Irán o el conflicto palestino, pero la situación doméstica es complicada tras unos confinamientos que dejan un desempleo del 16 por ciento, una cifra nada habitual en Israel.
El Likud trasladó su cuartel general para seguir los resultados a Jerusalén, algo que no hacía desde hace muchos años. El ambiente se fue calentando poco a poco tras conocer los resultados de los canales de televisión y los seguidores de Netanyahu celebraron la victoria al grito de: «¡Rey Bibi!» (apelativo cariñoso para referirse al primer ministro). Las vacunas pudieron con los casos de corrupción y Netanyahu tienen de nuevo en su mano seguir al frente de Israel y seguir rompiendo marcas como primer ministro con más tiempo en el cargo.