Rafael Rojas: “No creo que el malestar en Cuba disminuya con la represión”
El historiador cubano analiza el impacto del estallido social y la respuesta del Gobierno de Díaz-Canel: “no hay señales para corregir el rumbo”
Para el historiador cubano Rafael Rojas, las inéditas manifestaciones en su país son consecuencia de un malestar acumulado por insatisfacciones económicas y sociales, el que no se resolverá con la represión del régimen,, pero tampoco una intervención humanitaria de Estados Unidos, como solicita una parte del exilio cubano.
Rojas, profesor e investigador de El Colegio de México, dijo el miércoles en una entrevista al programa Esta Noche con Carlos Fernando Chamorro, que las iglesias y la comunicación de los ciudadanos en las redes sociales incidieron en la proliferación del estallido social, iniciado el domingo cuando miles de ciudadanos salieron a las calles a pedir comida, medicinas, “libertad” y “abajo la dictadura”.
“Lo político aparece como una verbalización, muchas veces del malestar y de la insatisfacción acumulada por estos agravios económicos y sociales muy viejos sobre todo en los sectores vulnerables”, afirmó Rojas.
El estallido social que se produjo en Cuba este domingo, en más de 30 municipios, llegó sin aviso. Pero antes hubo unas protestas de algunos movimientos y había un deterioro marcado de la situación económica y social en el país. ¿Hubo un detonante de este estallido?
Sí, yo creo que el detonante está relacionado con estos rebrotes muy agresivos del contagio del covid-19 en algunas provincias del centro y el occidente de Cuba, fundamentalmente en Matanzas, pero también en los alrededores de La Habana, en los pueblos periféricos, ha dado un salto enorme el nivel de contagio en muy pocos meses en un país que tenía bien controlada la pandemia; luego eso se unió a una carestía aguda de medicamentos, y a el desabastecimiento de alimentos y productos básicos venía desde antes, se ha ido agudizando, pero la carestía específicamente de medicamentos también se profundizó en estos últimos meses. Ese sería el detonante inmediato.
También se está produciendo desabastecimientos en un momento de descenso del poder adquisitivo de grandes mayorías de los cubanos, creo que eso es algo que afecta no solo los sectores vulnerables sino a sectores de clase media, producto de unos cambios muy bruscos que ha habido en la política monetaria, que se pasó de una dolarización a una desdolarización. Entonces, ese conjunto de factores creo yo que está en el detonante.
¿Cómo se explica la generalización de la protesta que no ocurrió únicamente en La Habana o en pocas ciudades sino en muchos lugares? ¿Qué es lo que produce este movimiento?
Como ha sucedido en otros países latinoamericanos esta protesta inicial en la zona de los pueblos periféricos de La Habana y Matanzas se vuelve ya propiamente un estallido social como consecuencia de este efecto dominó, que es muy común. Los pueblos, los municipios cercanos a San Antonio de los Baños, los vecinos se enteran de que ha habido una manifestación pública en la plaza de San Antonio y empiezan a salir también los vecinos de distintos pueblos, y conforme avanza este rumor, y también la conexión en las redes sociales, especialmente en la nueva generación, hacen que el estallido social recorra todo el largo y ancho de la isla, porque hemos visto manifestaciones, como decíamos, entre unos 35 y 40 pueblos o municipios de la isla llegando hasta las zonas orientales.
Se ha insistido mucho en el papel de una juventud conectada a Internet y, que sobre todo se comunica a través de WhatsApp, de Facebook, de Instagram, pero yo vi, sobre todo el domingo y la mañana del lunes también, a personas de otras generaciones, mayores, adultos, incluso algunos de la tercera edad, que salen a estas manifestaciones y que no son personas generalmente asociadas a estas redes de Internet, así que debe haber otros mecanismos de reproducción de la noticia y de sociabilidad ahí.
Algo que me llamó muchísimo la atención es el papel de las parroquias, porque muchas iglesias de los pueblos sonaban campanadas cuando se reunían los vecinos en las plazas, y también algunas comunidades que sacaron vírgenes. Tú sabes que hay miniaturas de las vírgenes, de la Virgen de Regla, o de la Virgen del Cobre en pueblos del Occidente o del Oriente de la isla, que tienen en las casas, y entonces las sacan de las casas y arman como una especie de pequeña procesión ahí, con las demandas de estos manifestantes.
En estas protestas la gente reclamó por comida, por el encarecimiento, por medicinas, pero también había consignas políticas, demanda de libertad, protestas abiertamente frontales en contra del régimen, y la consigna de ¡Patria y Vida! ¿Qué predomina en este estallido, lo político o el tema social y económico?
Yo creo que las dos cosas están unidas, y lo político aparece como una verbalización, del malestar y de la insatisfacción acumulada por estos agravios económicos y sociales muy viejos, tú sabes, sobre todo en los sectores vulnerables.
Yo supongo que conforme este efecto dominó o esta ola de protestas va pasando de los pequeños pueblos rurales a los barrios más pobres de grandes ciudades como La Habana, Santa Clara, Cienfuegos, Camagüey o Santiago, ahí es donde entonces se conecta más claramente la demanda económica y social con la política, porque es en esos barrios pobres de esas grandes ciudades donde, en los últimos años, ha habido una creciente identificación con una serie de movimientos de jóvenes cívicos, como el movimiento San Isidro, o el 27N, que sí son claramente antiautoritarios en un sentido político, es decir, están en contra de la restricción de libertades, en contra del sistema de partido único, y en muchos casos focalizan ese enojo con la figura del presidente Díaz-Canel.
En esos sectores juveniles urbanos, bien conectados a las redes, también se ha vuelto un himno este tema de Patria y Vida, que es parte de una canción de Gente de Zona y Descemer Bueno, unos reguetoneros y músicos populares muy seguidos en la isla por la población joven.
Este movimiento no tiene líderes, tampoco tiene organizaciones. ¿Esos grupos que has mencionado, y otros sectores de la sociedad civil cubana, pueden encauzar la protesta? ¿Cuál es su objetivo?
Eso es como muchos estallidos sociales que hemos visto en América Latina: en Chile, en Colombia, en Puerto Rico, son brotes espontáneos, muy horizontales, sin un liderazgo, que van creando liderazgo sobre la marcha porque, el liderazgo práctico de conducir una manifestación a un lugar de la ciudad o desarrollar algunas estrategias, o más bien tácticas, de defensa frente a la fuerzas de seguridad, ese es un tipo de liderazgo práctico que surge al calor de la manifestación.
Sí hay estos liderazgos cívicos previos, que se mueven en circuitos sociales, muy distintos a los de las bases rurales, de estos pueblos tradicionales de la periferia de las grandes ciudades; y supongo que también haya diferencias entre el circuito más tradicional de estos jóvenes artistas y activistas y las clases medias, o los sectores medios de la grandes ciudades de la isla.
Yo no descarto que haya liderazgos vecinales, en los pueblos rurales o en barrios populosos de la ciudades, que no conocemos, que son liderazgos que tienen que ver con la reproducción de la vida en medio de esta precariedad, de tantas carestías, y que por lo tanto no son propiamente liderazgos cívicos ni liderazgos políticos.
Creo que juega un papel, un tanto invisible las iglesias, las parroquias, ahí si hay un liderazgo cívico de una institución básica de la sociedad civil, especialmente en los pueblos rurales, en estos pueblos de la periferia de La Habana, de Matanzas, de Santa Clara y otros. Entonces habrá que ver sobre la marcha qué sucede.
Por lo pronto me parece que la neutralización y la represión despiadada que está conduciendo el Gobierno sí va dirigida a los líderes visibles de las organizaciones cívicas, intelectuales y artísticas que ya se han destacado antes, tanto en el MSI como en el 27N, porque, claro, los líderes de esos grupos se sumaron a las marchas, pero no como líderes de las marchas, aparecieron como parte de este pueblo que espontáneamente se expresaba, sin embargo, uno ve una reproducción de nombres muy notables, de esos líderes, dentro de los arrestos que se han producido en los últimos días.
¿Puede la represión sofocar esta ola de protestas? El Gobierno admite ya que se produjo un muerto en la represión; y por el otro lado, algunos medios hablan de centenares y hasta miles de detenidos.
Sí. Es muy característico del tipo de sistema político instaurado históricamente en Cuba, que no ejerce la represión por medio del exterminio, o al aniquilamiento físico, del disidente, del subversivo, del opositor.
En Cuba ha habido siempre un sistema represivo preventivo, sistemático, muy eficaz, a nivel casi celular, que tiene que ver con el enorme desarrollo y la sofisticación de los aparatos de inteligencia y contrainteligencia que desarrolló históricamente ese Estado. Y lo que se está produciendo ahora es una identificación de líderes. Con este efecto errático de identificar líderes, que eran líderes antes de las manifestaciones, y entonces, por medio del arresto de cientos, se está tratando de reconstruir la red, la red social que dio lugar a una manifestación así.
Es una neutralización que parte de una identificación de todos estos manifestantes, ya previamente descalificados como contrarrevolucionarios, mercenarios, agentes del imperialismo, lo cual es enormemente paradójico porque muchos de ellos son personas humildes, de bajos recursos, otros son activistas claramente de izquierda, por ejemplo, hay varios líderes de organizaciones libertarias y comunistas juveniles que fueron encarcelados, por lo menos unos cinco, y las redes de izquierdas globales están lanzando cartas de solidaridad, que firman Noam Chomsky, por ejemplo, para que liberen a estos jóvenes.
Pero yo diría que el peor mensaje de esa represión es que están justamente reprimiendo y encarcelando a una juventud que forma parte, verdad, de sectores humildes y vulnerables del pueblo.
El alegato oficial del Gobierno es que estas protestas han sido causadas por el agravamiento del bloqueo, las políticas de Trump, que les ha dado continuidad Biden, y que hay un plan de desestabilización. ¿Qué impacto real tiene la política norteamericana en esta crisis? ¿Y cómo reacciona la población cubana ante ese discurso oficial?
Hay un impacto real, especialmente en las sanciones recrudecidas durante la administración Trump, porque la limitación del volumen de las remesas o la restricción de los vuelos a Cuba sí golpearon económicamente las fuentes de ingresos fundamentales del Estado.
No se debe negar ni sacar de la ecuación que la política tradicional de hostilidad de Washington contra Cuba forma parte tanto de lo que podría ser un brote de estallido social en Cuba, como también del aparato simbólico de legitimación del propio Estado, el bloqueo está ahí siempre.
Sin embargo, algo que llama mucho la atención, es que se quiera asociar a esta base social, no tan pequeña, de una población afectada con el propio embargo que la afecta. Cuando viajó Barack Obama a la isla y vos (mirabas) había manifestaciones de apoyo enorme, que revelaban la enorme popularidad de Obama, precisamente en esos barrios pobres de La Habana que ahora están saliendo a las calles.
Entonces yo no dudaría que la gran mayoría de la gente que se manifestó en estos últimos días esté en contra del embargo, a favor de la normalización diplomática. Es verdaderamente contradictorio y muy revelador también de la falta de argumentos de ese Gobierno que proceda por medio de esa descalificación. Luego, la descalificación avanza también por el lado de la criminalización, que es algo que conocemos en otros países latinoamericanos. El gobierno está apelando a los mismos tópicos que hemos visto en Gobiernos de derecha calificando a los manifestantes como criminales, vándalos, indecentes, vulgares, lo han repetido no solo el presidente sino varios miembros del gabinete.
¿Qué opciones hay en Estados Unidos para ayudar o complicar más esta crisis? Hay un sector del exilio que demanda una intervención humanitaria; hay otros analistas que proponen que Estados Unidos más bien debería cooperar con Cuba en el tema de la pandemia, y en el campo de las remesas. ¿Puede Estados Unidos ser parte de la solución o del problema?
Yo simpatizo más con la segunda opción. Creo que lo mejor sería que Estados Unidos, si se quiere involucrar en alguna salida a este conflicto interno, sería por medio de la flexibilización de sanciones, por lo menos de la reversión de las sanciones incorporadas por Trump al paquete del embargo, que Obama no las aplicó. Algo que muchos pensamos que era parte de la campaña presidencial de Biden de revertir esos golpes tremendos a las remesas y a los vuelos; y por supuesto, si hubiera algún tipo de flexibilización crrediticia para la venta de medicamentos en el combate a la pandemia.
No creo que la posición actual, que es permanecer igual a como lo dejó Trump la política hacia Cuba, sea conveniente, y mucho menos que contribuya a una solución cualquier tipo de acción militar o humanitaria en relación con Cuba, eso va a complicar mucho más las cosas y por supuesto que va a alentar este impulso represivo del Gobierno.
¿El Gobierno de Díaz- Canel, además de la represión tiene una estrategia, una salida ante estas demandas económicas, sociales y políticas de la población, o se va a agravar esta crisis?
Yo creo que la mayoría de los que observamos esta situación, incluso no solo desde una posición crítica, sino desde posiciones de identificación con el proyecto socialista cubano, no vemos una salida.
Lo que ha sucedido en los últimos años es que la salida está atrasada, incluso, institucionalmente desde los famosos lineamientos del Partido Comunista del año 2011, y eso cuajó más en los años de la negociación entre Raúl Castro y Barack Obama, específicamente entre 2014 y 2016, ahí había como una ruta, avanzar hacia una flexibilización, una dilatación del mercado interno por medio de una ampliación de las pequeñas y medianas empresas con capital nacional, aunque en una modalidad muy restringida, nada que ver con el modelo chino o con el de otras experiencias latinoamericanas, pero sí había un avance, y una gran flexibilización en materia de inversiones extranjeras. Todo eso se contuvo, partir de 2016, en una especie de contrarreforma que impulsó el Gobierno cubano para contrarrestar los efectos de la flexibilización diplomática con los Estados Unidos, y desde entonces para acá, a pesar de un nuevo congreso del partido, a pesar de la nueva Constitución, que amplía nominalmente los derechos, la política económica no solo no se mueve sino que a veces va para más atrás, y a veces toma estas decisiones contradictorias, como las de la unificación monetaria. Y entonces, en vez de abrir, lo que ha hecho es tomar medidas de ajuste con costos sociales mayores.
Hasta ahora no ha habido ninguna señal en estos días de que se quiere corregir el rumbo, ni siquiera se ha dicho (que) regresaremos a la formulación originaria de las reformas en el año 2011, lo cual sería un buen mensaje.. Por ahora la respuesta ha sido estrictamente defensiva, –esto es un golpe blando continuado que forma parte de la guerra no convencional de Estados Unidos contra Cuba y vamos a reprimir–, lo ha dicho, literalmente lo ha dicho el presidente Díaz-Canel, yo creo que ningún mal al mandatario cubano, bueno, de los pocos que hemos tenido del año 59 para acá, había formulado así tan explícitamente, reprimir la violencia contrarrevolucionaria, así lo ha dicho Díaz- Canel en su cuenta de Twitter.
Las reformas económicas están estancadas y, por el otro lado, no ha habido nunca una señal de reforma política. Ahora la gente en las calles dice, perdimos el miedo, y están desafiando al Gobierno. ¿Esta ola de protestas terminó o puede continuar?
Yo creo que esto no va a terminar aquí. Ahora viviremos esta neutralización que, creo yo, será muy eficaz, pero lo que yo derivo de estos días es que esa población que ya está golpeada por la escasez y la precariedad económica, social y sanitaria y por la falta de libertades va a agregar un nuevo agravio que va a ser el de la represión, muchos de ellos van a ser ahora víctimas de la represión y no creo que con la represión el malestar o la inconformidad disminuya, y precisamente ahí es donde probablemente veamos esta construcción de un nuevos liderazgos, entre esta comunidad, cada vez más creciente, de víctimas de la represión; y además pueden ser una ruta de política la acción de estos sectores inconformes que puede conducir a formular algún tipo de alternativa al sistema político de la isla.
Esto pudo haber sido una gran oportunidad para que esa clase política se reconciliara con el proyecto de las reformas; y por cierto, nunca hubo un mensaje de reforma política, pero sí hay señales de que, tanto en el proceso constituyente como en el último Congreso del Partido se barajaron posibilidades de flexibilización también de sistema político, porque eso se refleja en la Constitución de 2019. Pero lo que ha hecho el Gobierno, precisamente en estos tres últimos años, del 2019 para acá, es negar en la práctica la ampliación mínima de derechos que hay, por ejemplo, en los temas que tienen que ver con la justicia, el debido proceso, o el Poder Judicial. Entonces, lo curioso es que la oposición, especialmente esta juventud de nuevos liderazgos cívicos y artísticos, está utilizando las reglas constitucionales establecidas en el 2019 para enfrentar el autoritarismo del régimen.