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Analfadisidencia, Cuba: falta de conocimientos relativos a la disidencia.

A partir del 11J, la sociedad cubana, en un periodo llamado calma tensa, ha cambiado las calles por la comunicación alternativa que facilitan la internet y sus redes sociales.

Muchos años de escepticismo, incredulidad y miedos, han cambiado el panorama al ver de manera inequívoca quién es el verdadero violento, represor, convocador al odio, incitador al enfrentamiento entre el pueblo, manipulador y mentiroso, pues quien omite verdades: también miente.

El pueblo cubano dedujo muy rápido, en tanto testimonio audiovisual, una realidad escondida en retórica, una prensa oficial mediocre e incondicional al poder, un discurso superficial de sus dirigentes e ineptocracia plagada de errores grotescos, reiterados y superficiales.

La mala administración del monopolio estatal acumulada en décadas, la mala gestión de la pandemia, la exagerada inversión turística, la militarización de la economía, el desmesurado costo en órganos represivos, la desconexión con el pueblo, la negada aceptación al emprendimiento, la burocracia, la implementación de mercados minoristas en moneda extranjera, el abandono a las conquistas históricas del sistema de salud y educación, las deudas, descréditos e incumplimientos con proveedores, financistas y bancos mundiales; la terquedad de un solo partido no inclusivo y por encima de la Constitución, la obstinada actitud a mantener un parlamento unánime sin contradicciones, sin representación de los verdaderos sectores sociales, sin valentía a mostrar las insatisfacciones y errores; la preocupación de algunos incondicionales al supuesto enriquecimiento de la población sin importar el empobrecimiento, la abusiva política fiscal, la creciente corrupción en toda la estructura gubernamental, el desmoronamiento del sentido solidario de las brigadas médicas, conociéndose que es un negocio donde incluso se practica la explotación esclavizada de esos profesionales; la desaparición de la generación histórica, la falta de renovación generacional y concluyendo, aunque falta mucho por decir, ¿la culpa de todo esto es del bloqueo?.

Hoy, los cubanos con sentido común, que se interesan por una responsabilidad cívica, que buscan la verdad individual en lo que sucede, accedemos al otro lado de la moneda, estudiamos qué nos decían y dicen los ignorados disidentes; en ello descubrimos la VERGÜENZA de no haberlos escuchado antes, de haber sido tan obedientes al poder, de darnos cuenta que sí hay liderazgos, de que no son mercenarios ni agentes de la CIA, que eran pioneros de una rebeldía por haber abierto los ojos precozmente. Todo esfuerzo colectivo requiere de ayuda de los mismísimos cubanos, estén donde estén, como lo hizo Marti para organizar la guerra necesaria, como lo hizo Fidel para derrotar a Batista, y no eran ellos mercenarios, ¿cierto?.

Todavía nos falta ganar cultura de esa disidencia, para darnos cuenta de que éramos disidentes desde hace mucho, no se concibe un patriota que no sea disidente en el panorama actual, como no se acepta un revolucionario sin ser crítico o autocrítico.

Cuba requiere de sinceridad, reconocimiento, inclusión, debate, diálogo, contradicciones, respeto, perdones, acciones colegiadas, libertades básicas; pero ¡ya!.

No se concibe la negación al carácter genuino de las manifestaciones, no se acepta que hoy, 2 de agosto, no se conceda la unánime voluntad del pueblo a la amnistía y sobreseimiento de los hechos del 11J.

Díaz Canel, acabe ya de comprender lo que sucede con nuestro país, ponga voluntad, responsabilidad, humildad, humanidad y siéntese a la mesa con los líderes de la disidencia, comience un proceso de diálogo, negociación, entendimiento, transformación, paz y prosperidad.

Libérese de todos esos incondicionales que les rodea y asisten como robots, nútrase de los desafiantes con argumentos, los inconformes apasionados, los sinceros oponentes, se aprende más de una crítica sincera que de un elogio mediocre.

Haga lo imposible para que no pase a la historia de este país con el vulgar calificativo que ya le han otorgado las nuevas generaciones, o sea, el futuro.

 

 

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