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Cuba, puerto seguro de submarinos rusos

La isla caribeña es un puerto aliado no solo para los submarinos, sino para cualquier arma nuclear rusa

LAS TUNAS, Cuba. —  “Se ha dicho que no se confirmaría `ni descartaría´ la posibilidad de que `Rusia pueda enviar activos militares´ a Cuba. Cabe preguntar: ¿Qué activos?”, interrogamos en Cuba, una base militar rusa, publicado en ese sitio. En ese artículo también interpelamos: “¿Podrá Putin en 2022 desplegar sobre Cuba un ejército como el que en 1962 desplegó Jruschov? Es poco probable, pero igual puede hacer de Cuba una base rusa, incluso, con mayor potencial nuclear, empleando submarinos estratégicos. Y eso, técnicamente, es posible y poco visible”. Respecto a esta última afirmación, estos son algunos hechos que las sustentan.

Contrario al pesimismo de algunos expertos que veían la modernización de los submarinos rusos a través de proyectos inconclusos o deficientemente acabados, ya en enero de 2015, Bryan Clark, exsubmarinista y estratega de la Marina de Guerra de los Estados Unidos, analista del Centro de Evaluaciones Estratégicas y Presupuestarias, entrevistado por Defense News dijo: “Los rusos han puesto su dinero donde está su boca con respecto a la construcción y el desarrollo de submarinos”.

Y justo ahora, en el centro de un conflicto geoestratégico que involucra a Estados Unidos, la OTAN y Rusia, se cumplió un mes de que la Armada rusa (el pasado 21 de diciembre) estrenara dos submarinos de propulsión nuclear, el estratégico Knyaz Oleg, del proyecto Borei-A (Typhoon en nomenclatura OTAN) y el submarino multipropósito Novosibirsk, del proyecto Yasen M (Graney, en la codificación OTAN), que es, según especialistas, al costo de unos 3 300 millones de dólares, el submarino más costoso y avanzado en la historia naval rusa.

En 2015, cuando Bryan Clark dijo a Defense News que los rusos veían la modernización de sus submarinos como una forma “de generar una ventaja asimétrica sobre las fuerzas estadounidenses”, aseguró que si podían desarrollar una fuerza de submarinos realmente de alto nivel como lo hicieron en la Guerra Fría crearían un problema para los planificadores y estrategas navales estadounidenses que piensan cómo hacer frente a una posible amenaza rusa, “una que podría surgir sin mucha advertencia”. Y ahora, una de esas variables puede surgir en Cuba.

Al ser abanderados los submarinos Knyaz Oleg y Novosibirsk, que son de cuarta generación, según reporte de Izvestia, el presidente Putin, quien participó en la ceremonia mediante enlace de video, dijo que los submarinos se incorporarían a la Flota del Pacífico y aumentarían “significativamente su potencial de combate”, garantizando “la seguridad de Rusia y la protección confiable” de sus “intereses nacionales en el océano mundial”.

El submarino multipropósito Novosibirsk dispone de 24 misiles que, indistintamente, pueden ser antibuques, portadores de ojivas nucleares o de ataque a tierra con un alcance de 5 000 kilómetros, mientras que el submarino estratégico Knyaz Oleg puede operar a profundidades de entre 400 y 480 metros con una autonomía de 90 días, sólo limitada por la capacidad de agua y alimentos, y está dotado con 16 lanzaderas de misiles estratégicos Bulava (intercontinentales) con alcance de 8 000 kilómetros.

El pasado jueves, Sputnik informó que el submarino nuclear multipropósito Belgorod “ya entró en la fase final de construcción”, refiriéndose a su transformación para drones Poseidón, a los que se refirió Putin en su mensaje anual a la Asamblea Federal en marzo de 2018 cuando dijo que estos drones podrían portar munición tanto convencional como nuclear para atacar portaaviones, buques escoltas, fortificaciones costeras y otras infraestructuras.

Refiriéndose a esas armas submarinas, en noviembre de 2020 Christopher Ford, secretario de Estado adjunto de Estados Unidos, dijo: “Una señal inquietante viene con el desarrollo por parte de Rusia de los drones submarinos de propulsión nuclear Poseidón, que aparentemente tienen la intención de equipar con ojivas nucleares de varios megatones”. En aquel discurso en el Departamento de Estado, Ford dijo que una de las misiones en los que se emplearían los Poseidón sería “lanzarlos a través del océano en tiempo de guerra con el fin de inundar las ciudades costeras de Estados Unidos con tsunamis radioactivos”.

En junio de 2020 el almirante Víctor Kravchenko, exjefe del Estado Mayor de la Armada rusa entre 1998 y 2005, dijo que “la costa este de los Estados Unidos nunca ha sido ni será un refugio seguro para los submarinos de guerra estadounidenses…”.

Según analistas militares, incluso en la década de 1990, cuando Rusia carecía de medios para financiar la flota, sus submarinos nucleares prosiguieron realizando misiones de patrullaje en el océano mundial. En 1962, cuando el gobernante soviético Nikita Jruschov envió a Cuba los misiles balísticos de alcance medio R-12 y R-14, con capacidad nuclear para destruir importantes territorios de Estados Unidos, formaban parte de esa agrupación de tropas una escuadra de 11 submarinos, siete de propulsión diésel y cuatro atómica.

Aunque esa escuadra no llegó a completarse por el bloqueo naval que a partir del 24 de octubre de 1962 operó sobre el archipiélago cubano la administración Kennedy como consecuencia de la Crisis de los Misiles, según los propios oficiales soviéticos que en enero de 1990 relataron sus experiencias de esos hechos, siete submarinos de ataque armados con misiles nucleares con alcance de 340 millas capaces de impactar en lo profundo del territorio estadounidense, sí participaron en la operación, y, para esa escuadra, fue diseñada la base logística para submarinos en el puerto del Mariel.

En la actualidad, por su gran autonomía, los submarinos estratégicos o multipropósitos no precisan de bases logísticas fuera de sus alineaciones como en el pasado, pero sus tripulantes sí necesitan comer y beber. Por sólo citar un ejemplo, el recién estrenado submarino estratégico Knyaz Oleg, dotado con 16 lanzaderas de misiles intercontinentales con alcance de 8 000 kilómetros y que puede operar a profundidades de entre 400 y 480 metros con una autonomía de unos 90-100 días, está limitada por una constante terrenal: su capacidad de avituallamiento.

Y si por razones de aprovisionamiento o por mostrar su capacidad de disuasión –que es una de sus misiones estratégicas– avistáramos submarinos nucleares rusos en el Caribe o en coordenadas atlánticas, abrigados en un puerto cubano mientras enfilan el periscopio hacia Estados Unidos, parafraseando a Bryan Clark, tendríamos que decir que “los rusos han puesto su dinero donde está su boca”, la del vicecanciller Ryabkov cuando dijo que no confirmaría “ni descartaría” la posibilidad de que “Rusia pueda enviar activos militares” a Cuba, pues la isla caribeña es un puerto aliado para los submarinos y para cualquier arma nuclear rusa.

 

 

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