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Las conmovedoras lecciones de Ucrania para el mundo

No sólo son una vitrina viviente de los valores y principios cristianos que Occidente deja de lado, sino que exhiben una consecuencia con su identidad que hoy es un valor en baja

 

Al margen de los argumentos que un bando y otro esgrimen a favor o en contra de uno u otro país en conflagración en territorio ucraniano, es inspirador escudriñar más allá de la batalla ensordecedora, del humo y la destrucción, a fin de encontrar en el abismo de la barbarie señales de humanidad y testimonios de compasión. Es la dimensión humana de este terrible momento lo que tratamos de poner en relieve, luego de constatar, a través del seguimiento en redes sociales, lo que al planeta completo  sorprende y llama a la reflexión.

Toda guerra es desgarradora y, como proclamó en un comunicado el arzobispo venezolano José Luis Azuaje, Presidente de Cáritas América Latina, “un conflicto bélico destruye vidas inocentes y traumatiza a generaciones completas”. Llamados similares a la cordura y al fin del enfrentamiento han hecho diversos representantes de la Iglesia Católica, las Iglesias en general y el conjunto de patriarcas orientales representativos de la fe y tradiciones de sus pueblos.

Es hora de valorar lo humano, lo bueno y lo sano en el terrible trance por el que todos, de alguna manera, estamos pasando. No solo lo feo y lo bajo se dibujan en este cuadro. ¿Cuántas veces no hemos escuchado: del mal Dios sabe sacar un bien? Intentémoslo nosotros.

El “algo” en Ucrania que conmueve al mundo

Pero tal vez el mensaje más significativo lo envía, desde sus trincheras de combate, el propio pueblo ucraniano. Un testimonio, más que un mensaje calculadamente pensado e intencionalmente circulado. “Algo”, más allá de las facciones en pugna, hace que  ciudadanos de países lejanos a Ucrania los acompañemos en la oración y nos duela en el alma su destino. Algo que impulsó a los espectadores en el partido de fútbol  que disputaban el cuadro lisboeta frente al Vitoria Guimaraes, cuando el ucraniano Yaremchuk saltó al terreno de juego en un cambio en el Benfica y se produjo una tremenda ovación. El estadio completo de pie, aplaudiendo y exhibiendo banderas ucranianas y mensajes de apoyo a su patria. Él sabía que los aplausos no eran para él, sino para su patria y ello lo hizo romper a llorar. Algo hizo que el último desfile de modas de Armani transcurriera en absoluto silencio, un silencio electrizante no propio de estos eventos mientras las modelos caminaban una pasarela iluminada con colores tenues, ¡los colores de la bandera ucraniana!.

Es el mismo “algo” que ha conseguido lo que era impensable: la unidad de  instituciones, organizaciones y líderes políticos del mundo alrededor de un pueblo víctima del extemporáneo apetito imperialista de una mole que pretendió todo lo contrario.

El alma rusa

El mismo “algo” que ha lanzado a las calles a miles de rusos a protestar contra la guerra aún a sabiendas de la brutalidad del régimen de Putin que ya lleva más de 3 mil detenidos tan sólo por manifestarse en contra de la invasión.  A fin de cuentas, como escribió  un editor venezolano en  su cuenta de twitter: “Rusia es mucho más que Putin. Es la tierra de Tolstoy, Pushkin, Dostoievsky, Tchaikovsky, Prokofiev, Rachmaninoff, Stravinsky, Shostakovich, Pasternak, Gogol, Mussorgsky, y tantos otros valores de la humanidad que este ex KGB quiere empañar con su egocentrismo criminal”. No es Rusia ni los rusos. Eso es mucha gente. El pueblo ruso comparte nuestra impotencia y condena de la guerra. El pueblo ruso también quiere paz. Rusia tiene alma y lo está demostrando.

El mismo “algo” que llevó al Papa Francisco a un  gesto completamente desacostumbrado  a trasladarse hasta la embajada de la Federación Rusa ante la Santa Sede para mostrar su parecer y su angustia sobre la situación en Ucrania.

Y algo hace que, aún cuando la fraternidad y la disposición a dialogar y entenderse estén en baja, todos hagamos votos porque los líderes de Ucrania y Rusia, así como los mediadores en esta guerra cruel y desigual tanto como absurda, cuajen alguna salida que promueva el cese del fuego, detenga las muertes y  permita  el regreso de los desplazados a su país.

Ese “algo” que está moviendo los corazones y espíritus del mundo es como agua fresca en el desierto de un mundo que hace tiempo dejó de compadecerse y de emocionarse por muestras de arrojo, de fidelidad, de amor a la patria y de la entrega máxima por defender y preservar, no sólo un territorio, sino –como bien dijo el arzobispo de Kiev- ejerciendo ”nuestro derecho natural y deber sagrado defender nuestra tierra y nuestro pueblo, nuestro Estado y todo lo que nos es más querido: ¡la familia, el idioma y la cultura, la historia y el mundo espiritual! “

“Dios está con nosotros”

La fraternidad humana que promueve el Papa Francisco está en las  calles, en los refugios y en los hogares de Ucrania.

El presidente ucraniano, un humorista sin experiencia política está dando la talla, al lado de su pueblo, manteniendo a su familia en su país a pesar de los evidentes riesgos, presente en las calles, hablando con claridad al mundo y a los suyos, sereno, sin estridencias pero sin esguinces, sin ofender al invasor, dispuesto a ofrendar su vida aún cuando le han propuesto evacuar: “No necesito vías de escape; necesito apoyos”, fue lo que dijo. Lleva a la práctica lo que proclama y predica. Se nota que la humildad no es una virtud que le sea ajena. Es un hombre coherente. Por ello se entiende que su pueblo lo acompañe y los hombres ucranianos hagan fila, no para desertar en masa sino para tomar las armas que les harán posible defenderse.

No se ven saqueos ni pretensiones de especular con el sufrimiento ajeno. No se escuchan voces disidentes, más bien echan mano de la conseja “en la unión está la fuerza”.  Los militares, hacen oídos sordos al llamado a la conjura para cerrar filas por su patria. En un mundo donde es común tirar la piedra y esconder la mano, donde ante el menor riesgo se claudica y donde la identidad y los valores se van desdibujando ante la conveniencia y el tan dañino relativismo, esa actitud es parte del “algo” que ha movido solidaridades en el planeta entero.

El presidente ucraniano y sus funcionarios, tanto civiles como militares, incluido el representante ante la ONU, mantienen un discurso en defensa de lo suyo, denunciando los peligros e injusticias a que los someten, pero jamás de ofensa ni de agresión. No amenazan a nadie ni quieren apropiarse del territorio de otros. Se reconocen como un país pacífico y Monseñor Shevchuk lo ha plasmado así: “¡No invadimos a los demás y no amenazamos a nadie, pero no tenemos derecho a dar lo nuestro a nadie! ¡En este momento histórico, la voz de nuestra conciencia nos llama a todos a defender un Estado ucraniano libre, unido e independiente! La historia del siglo pasado nos enseña que todos los que iniciaron las guerras mundiales las perdieron, y los idólatras de la guerra sólo trajeron destrucción y decadencia a sus propios estados y pueblos. ¡Creemos que en este momento histórico el Señor Dios está con nosotros!”.

La fraternidad camina por las calles de Ucrania. El ADN humanitario está escrito en las decisiones de los jefes ucranianos. Han llegado al extremo de crear una página web para informar a las familias de los soldados rusos si han muerto o sobreviven, de su paradero y condiciones. Han pensado hasta en eso porque todos tienen familias, muchos de ellos incluso en el país que hoy los invade y viceversa. Trazos de nobleza que los enaltece. Igual Polonia, país que salva, traslada y acoge a los que huyen de la guerra por esa frontera amiga, que es la tierra del San Juan Pablo II.

¿De dónde sale el “guáramo”?

El sacrificio que están dispuestos a hacer por su país y no pasa desapercibido a un mundo impresionado. El sacrificio llevado al extremos se vio representado en la valiente decisión que tomó un soldado el 24 de febrero pasado, Vitaliy Skakun Volodymyrovych, quien estaba en un puente preparado para explotar cuando los tanques rusos se acercaban a esa posición. Al darse cuenta de que no podría salir a tiempo antes de que estallara, tomó la decisión de quedarse y asegurarse de que el puente fuera destruido, aunque eso significaba dar su propia vida. Eso se valora en momentos en que la patria está repeliendo a los ocupantes, así que las Fuerzas Armadas comunicaron que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, firmó un decreto para conceder el título ‘Héroe de Ucrania’ a Vitaliy Skakun «por su notable coraje personal y heroísmo, descubierto en la protección de la soberanía estatal y territorial». Un acto de heroísmo espectacular que, no obstante, no avergüenza a los invasores.

Frank Bracho, ex embajador de Venezuela en India, se preguntó: “De dónde sale el guáramo (coraje) del pueblo ucraniano que tiene a todo el mundo asombrado? No ha sido de la noche a la mañana. Ha sido forjado a sangre y fuego desde su origen ancestral de pueblo. Su «DNA histórico» explica el singular admirable y resiliente «guáramo propio ucraniano» que va más allá de toda, sobre-inflada «polarización» «oriente vs occidente» o «democracia vs dictadura». Y guáramo que los ha llevado hoy a librar la inesperada asombrosa  actual nueva gran lucha de «un invadido David vs un invasor Goliath» -la cual, en esencia, todo el mundo ha presenciado, admirado y apoyado”. Es lo que, aún cuando no siempre se diga, todo el mundo está pensando.

Los corazones que están cerca

El arzobispo Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Ucrania, relata, durante una pausa en el bombardeo de Kiev, la solidaridad entre cristianos y musulmanes en la ciudad. Vale la pena reproducir sus palabra, recogidas en una entrevista con Vatican News:

“La situación es muy dramática: incluso ahora, cuando me muevo de un lugar a otro dentro de la nunciatura, siempre llevo una mochila con todo lo que necesito, porque nunca sabes dónde vas a estar en los próximos segundos… Pero debo decir que esta situación ha creado consecuencias que yo definiría hermosas. Aquí en Kiev hay mucha solidaridad a nivel parroquial -me refiero a la comunidad católica, la grecocatólica-, pero ayer también hablamos con el portavoz de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú, acompañado de expresiones de solidaridad con el país, con el pueblo.

Asimismo hablamos con el asistente del muftí de Ucrania, y también nos dijeron que si necesitamos algo, ellos han organizado comida y refugio en su mezquita… Por tanto, hay mucha solidaridad a nivel confesional e interreligioso, así como mucha solidaridad a nivel global, al menos en gran parte del mundo, y veo que se está prestando mucha atención, se está recogiendo mucha ayuda… Y sobre todo los corazones: los corazones que están cerca”.

Y los que estamos lejos también. Porque desde América Latina no dejamos de pensar en Ucrania. Con el corazón en la boca,  seguimos paso a paso lo que ocurre, rezamos sin cesar por ellos y asimilamos, conmovidos, sus lecciones de coraje y humanidad.-

 

 

 

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