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Oswaldo Páez-Pumar: Retornando a nuestra cotidianidad

 

La tragedia ucraniana nos ha envuelto y desde luego quiero seguir prestándole la atención que merece. Sin embargo creo que los venezolanos también necesitamos ocuparnos de la tragedia en la cual estamos envueltos desde hace 23 años, a cuatro años de distancia de lo que duró la dictadura de Juan Vicente Gómez; que a pesar de la terrible forma en la que persiguió, encarceló, exilió y torturó a sus opositores, resulta pálida si se la compara con lo actuado por Chávez Frías durante sus catorce años; que también viene a ser superado por lo que el usurpador en solo nueve  y lo que va de éste 2022, ha perpetrado contra un pueblo inerme.

La declaratoria de respaldo por parte del usurpador a Vladimir Putin revela el nivel al que puede llegar el “servilismo” que acompañó desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, a los gobiernos títeres de la URSS que bajo la tiranía de Stalin les ofrecía la felicidad y la satisfacción de todas las necesidades humanas. Que las poblaciones de los países sometidos a la bota rusa, Hungría, Checoslovaquia, Polonia y desde luego muchos de los que formaron parte de la Unión Soviética, entre los cuales está Ucrania, pudieran haber soñado con esa aspiración de “regresar al paraíso perdido”, resulta comprensible. Que haya todavía quienes atraídos por ese sueño sean sojuzgados por quienes lo predican aunque no es comprensible, sí resulta explicable.

Lo que no resulta comprensible, aunque si explicable, es que haya predicadores de ese “mar de la felicidad” que lo estén haciendo de buena fe y no como vendedores de una fantasía, que les permite ejercer el poder y a través de ese control totalitario, poder satisfacer todas sus necesidades que desde luego crecen con los días y, por si fuera poco, mientras mayor satisfacción se les da, más insaciables se tornan.

Esa evolución que se puede percibir visualmente al ver cómo figuras estilizadas y en muchas ocasiones delgadas, se tornan obesas, es pálida al lado de ver como el deseo de poder crece de manera indetenible, para que un gobierno que se anuncie como de mano fuerte se transforme violentamente en una dictadura. La tiranía de Gómez se defendía diciendo que “a los venezolanos hay que hacerles el bien a la fuerza”; y termina siendo lo que Stalin y desde luego Castro personalizaron: el bien del pueblo es el máximo bienestar de quien gobierna; y es por eso, que la única defensa de todas las poblaciones, frente a la necesidad de que exista un gobierno, no es otra que la alternabilidad.

Caracas, 16 de marzo de 2022

 

 

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