Pobreza y Educación
El Estado está en la miseria, pero la sociedad venezolana y su talento son infinitamente más ricos que en 1930, aun con el éxodo de seis millones de personas
P Luis Ugalde, sj:
Alarma la aparente inactividad e indiferencia de los diversos responsables de la educación ante
la ruina de la escuela venezolana en todos los niveles. ¿Será que piensan ocultar la realidad con
falsas palabras? Es fuerte el poder de la propaganda con los medios controlados, pero tiene
unos límites, más allá de los cuales se cae en el ridículo y la indignación de los sufrientes y su
diario vía crucis.
Sabemos que más de 80% vive en pobreza de ingresos, agravada por el deterioro de los
servicios públicos como luz, agua, sistema de salud y de previsión social, educación….Cientos
de miles de jubilados profesionales tienen dificultad para la comida diaria, los trabajadores del
sector público ganan menos de 10% de lo necesario y los niños y jóvenes están sembrando un
futuro de miseria con este sistema educativo en ruinas. En esto ha quedado el prometido
milagro socialista, luego de 23 años de dominio.
De la renta al talento
Durante unos 70 años, desde 1916, Venezuela se transformó gracias a la irrupción petrolera,
de un pobre país rural y analfabeto de 3 millones a un país urbano de 30 millones más educado
y productivamente mejor equipado; es lo que llaman capital humano. La cuantiosa renta
petrolera sirvió de palanca para transformarse en un país modernizado con un sostenido
crecimiento de 6% anual, con escasa inflación durante más de medio siglo. También creció esa
riqueza humana nacional con cientos de miles de trabajadores venidos de decenas de países
que renacieron en esta tierra y la enriquecieron con sus talentos y habilidades eficientes.
Una de las formas más exitosas de la “siembra de petróleo” fue la educación.
Fundamentalmente, desde 1958, se levantaron escuelas en todos los pueblos como luces de
esperanza. También se abrieron centenares de centros universitarios en todas las regiones:
universidades creadas y financiadas por el Estado a las que se sumaron las autofinanciadas y
creadas por diversas iniciativas sociales. Al morir el dictador Gómez en el atardecer de 1935 el
número total de estudiantes universitarios no llegaba a 900 en 3 o 4 ciudades y con la
democracia llegaron a más de 1.000.000 en 1998. Además con la democracia miles de
venezolanos recibieron apoyo público extraordinario para estudios de postgrado en el exterior
con la convicción de que no hay democracia sin pueblo capacitado y educativamente
empoderado. No todo se hizo bien, pero en contraste con la actual oscuridad educativa, fueron
tiempos luminosos.
La ruina del Estado y los retos de la Sociedad
Terminamos el siglo XX con el modelo económico agotado y necesidad de cambio, pero con
falsas ilusiones de promesas mesiánicas: el Caudillo y el Estado totalitario aplicarían la alquimia
socialista para convertir el barro en oro repartido. Pero el milagro resultó al revés: lejos de potenciar el talento creativo con ética y trabajo, reforzaron la enfermedad de la “renta petrolera” estatista, con saqueo y sin cultura productiva, arruinaron la industria petrolera que hoy no alcanza a cubrir las necesidades de un Estado reducido y endeudado, que ha arrastrado a la miseria al país que se sostenía recostado en sus dólares.Ahora estamos en el cruce de caminos: seguir hundiéndonos en la miseria o apostar en serio al talento de los venezolanos, que no está en los pozos petroleros.
El Estado está en la miseria, pero la sociedad venezolana y su talento son infinitamente más ricos que en 1930, aun con el éxodo de seis millones de personas. Pero hay que activar esa mina humana, con una sistemática elevación de la productividad (hacer más con menos y mayor talento).
La clave está en la educación, vinculada al desarrollo de una cultura eficiente de una ciudadanía renacida y de bienes económicos y materiales. Para ello, la hegemonía tiene que pasar del ruinoso Estado a la sociedad productiva. Somos estatalmente pobres en cuanto a capacidad de gestión de lo
estatizado, con derrumbe de los servicios públicos y de los ingresos de los trabajadores pagados
por el Estado. La sociedad venezolana debe retomar con nueva fuerza la educación y la escuela
en todos sus niveles. El Estado arruinado e ineficiente no tiene ni recursos, ni reflejos para este
cambio radical y toda la sociedad debe responsabilizarse del renacer nacional.
Familia, Sociedad, Estado en sinergia educativa
La empobrecida educación no podrá renacer desde la decadente rutina educativa venezolana
sin una sacudida y una nueva relación entre los sufrientes y actores: familia, sociedad y Estado.
Ni divididos ni enfrentados entre sí, sino mutuamente necesitados y exigidos. Poco puede hacer
la familia empobrecida sola, pero aliada con la sociedad y el Estado en una nueva comunidad
escolar, se potencia su responsabilidad y capacidad educadora. De la misma manera los
maestros educadores renacidos son claves para sacudir la acción pública educativa, saliendo de
su lamento y rutina de funcionarios mal pagados.
Rescatar el mantenimiento de las escuelas, impulsar su dotación e informatización de toda la
enseñanza-aprendizaje, requerirá una extraordinaria alianza internacional con gobiernos y
centros educativos en iniciativas solidarias. Un equipamiento para la educación virtual que
hoy no está al alcance de la mayoría de los alumnos, ni de sus escuelas y maestros.
Estado, sociedad y empresa, al igual que familia y educadores, todos estamos empobrecidos.
Pero hay una manera virtuosa de apoyarnos y exigirnos mutuamente con una nueva conciencia
ética que rompe las rutinas de rentista rico y potencia las capacidades con creciente
productividad y sinergia. Creo que cuando hablamos de sociedad civil como fuente de
renovación política estamos hablando de esta nueva escuela para la productividad económica,
social y política.-