Cultura y Artes

Localizan el paisaje de la ‘Mona Lisa’ y apuntan que Leonardo no retrató a Lisa Gherardini

La investigadora Carla Gori identificó como fondo de la 'Gioconda' una vista del municipio italiano de Bobbio desde el Castillo Malaspina-Dal Verme y dio una nueva identidad a la mujer retratada por Leonardo

Vuelve a hablarse de la Mona Lisa. ¿Cuál es el paisaje que aparece al fondo tras la Gioconda de Da Vinci? Este era un misterio, uno de los interrogantes (como lo ha sido también la identidad de la mujer retratada por Leonardo o el significado de su expresión magnética y enigmática) que muchos se han planteado a lo largo del tiempo, sobre la que sin duda es la obra más icónica de la pintura mundial, conservada en el Museo del Louvre de París. Después de años de investigaciones y estudios, se ha confirmado la teoría de la investigadora Carla Gori que identificó, como fondo de la Mona Lisa, un paisaje de Bobbio, municipio de 3.500 habitantes de la provincia de Piacenza, en la región de Emilia-Romagna, al norte de Italia, visto desde el Castillo Malaspina-Dal Verme, edificado a partir del 1304. Además, la especialista da una nueva identidad a la mujer retratada.

Gori, crítica de arte, ha explicado así la confirmación de su revolucionaria teoría, que tiene una trama digna del ‘Código Da Vinci de Dan Brown, pero basada en fundamentos científicos: «Los estudios realizados sobre icnofósiles (huellas fósiles de antiguos seres vivos) ha demostrado que las mismas formas en piedra fueron estudiadas y reproducidas por Leonardo en el ‘Códice de Leicester’. He recibido confirmación de los paleontólogos de que los icnofósiles típicos de Pierfrancesco di Gropparello se encuentran en Bobbio, fácilmente accesibles -la distancia es de unos 6 kilómetros-^por Leonardo a lomos de un burro», sentencia Carla Gori.

Ciencia e historia

La investigadora concluye mostrando su alegría por la confirmación de sus nuevas revelaciones sobre el genio del Renacimiento: «Escribí en el 2011 que ese territorio era de gran interés geológico para Leonardo, pero el reciente descubrimiento publicado por ‘Rips’, una revista de nivel mundial especializada en geología, tiene un valor científico absoluto».

La identificación del paisaje de la Gioconda tiene también un valor histórico. Hasta ahora, era solo una hipótesis que hubiera una vinculación entre la mujer más famosa del arte, que Leonardo retrató entre 1503 y 1506, y el paisaje del fondo del cuadro. Pero la nueva investigación aporta pruebas precisas, respaldadas por las andanzas o recorridos de Leonardo da Vinci.

Bobbio es un pequeño municipio bañado por el Trebbia, al que la RAI concedió en el 2019 el galardón de pueblo más bonito de Italia. En Bobbio está la Abadía de San Columbano, un santo irlandés que fundó en el año 614 ese monasterio en torno al cual creció el pueblo. La Abadía fue un centro importante de la orden benedictina durante la Edad Media. Bobbio, que fue también sede junto con Piacenza de una importante diócesis, se encuentra en el corazón de Val Trebbia, en los Apeninos, un valle descrito por Ernest Hemingway como el más bello del mundo, patrimonio ambiental de la Unesco.

 

Un puente de leyenda

 

En la reconstrucción realizada por Carla Gori, el río Trebbia y el tramo de su cauce y las colinas del fondo similares a las de Val Tidone y la montaña de 836 metros de altura conocida como Pietra Parcellara, coinciden con el paisaje del cuadro de Leonardo. En particular, la investigadora identificó detrás de Mona Lisa el antiguo Puente Gobbo, con una estructura irregular, sobre el río Trebbia de Bobbio. El puente, de 273 metros de largo, fue llamado también Puente del Diablo y Puente Jorobado por su particular estructura irregular, con 11 arcos desiguales y colocados a diferentes alturas. Según una leyenda, el Puente del Diablo fue creado por Satanás para asustar a los monjes de la Abadía e impedir que lo cruzaran, llevando al mundo mensajes de amor, de bien y de paz universal. En 2015, los arquitectos Davide y Angelo Bellocchi crearon una serie de reconstrucciones en 3D, subrayando 10 puntos de referencia que confirmam las revelaciones de Carla Gori.

El Val Trebbia le resultaba también familiar a Leonardo «en la mesa», porque en su viñedo de Milán cultivaba la Malvasía, uva muy dulce y fragante, típica de Val Tidone, valle ubicado al confin entre las provincias de Piacenza y Pavia, como reveló en 2015 la comparación del ADN realizada en la vid autóctona por la Universidad de Agricultura de Milán. En el siglo XVI, las mercancías agrícolas no viajaban con facilidad: es más razonable pensar que la Malvasía la hubiera llevado consigo Leonardo a la vuelta de un viaje. Para demostrar este dato están los icnofósiles o huellas fósiles de seres vivos. Los estudios de un grupo de científicos dirigido por Andrea Baucon de la Universidad de Génova y Gerolamo Lo Russo del Museo de Historia Natural de Piacenza, confirman la presencia de Leonardo en la localidad de Pierfrancesco di Gropparello, muy próxima a Bobbio. En definitiva, el fondo de la Gioconda no es un paisaje imaginario de Leonardo. “Las evidencias científicas -sentencia Carla Gori- convergen en ubicar la vida de Leonardo en el paisaje de Mona Lisa”.

Historia convulsa

Gori llega a otra conclusión llamativa, que cambia un dato de la historia del arte sobre el que se ha escrito mucho: La mujer retratada no sería Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, como siempre han creído los estudiosos de Leonardo, sino Bianca Giovanna Sforza, esposa de Sanseverino e hija de Ludovico il Moro, duque de Milán y señor de Bobbio.

Las nuevas revelaciones demuestran la gran atención que sigue centrando la Gioconda, un óleo sobre tabla de 77 por 53 centímetros, la pintura más famosa del mundo, uno de los más importantes símbolos de la cultura occidental. Su historia ha conocido también una parte convulsa. Leonardo Da Vinci la llevó consigo a Francia en 1516. Poco más de un siglo después, el cuadro formaba parte de las obras de las colecciones reales francesas. Luis XIV lo trasladó a Versalles y, tras la Revolución Francesa, llegó al Louvre donde permaneció, salvo contadas excepciones: Napoleón Bonaparte lo quiso una temporada en su dormitorio y, durante la guerra franco-prusiana, estuvo escondido en un lugar secreto. El cuadro se vio envuelto también en una aventura: Fue robado del Louvre en 1911 por un obrero italianoVincenzo Peruggia, que deseó por patriotismo, según confesó, verla definitivamente en Italia. Dos años más tarde, la Gioconda fue encontrada en Florencia y devuelta a los franceses.

 

 

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