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El desafío de la campaña del Rechazo

Para ganar el 4 de septiembre, el Rechazo deberá tener una respuesta que se haga cargo del descontento y la insatisfacción de la gente con el estado actual del país.

Si la campaña del Rechazo no entiende que debe convencer a casi la mitad de los que votaron a favor de iniciar el proceso constituyente, una vez que el texto constitucional esté terminado y sea ofrecido como una píldora mágica que viene a solucionar todos los problemas del país la campaña del Apruebo ganará fuerza. Como siempre es más fácil predicarle al coro que salir a la calle a convencer a los indecisos, para que el Rechazo gane el 4 de septiembre habrá que salir de la zona de confort. Tendrá que ser capaz de escuchar a la gente y tener respuestas para ese evidente descontento popular con la dirección en la que avanza el país.

El Rechazo —y la derecha en general— debe salir a conquistar las mentes y los corazones de los chilenos. Por eso es esencial entender que el descontento popular con el abuso, la colusión, los privilegios y la insuficiente movilidad social estuvieron detrás del estallido social. Esos mismos factores alimentaron la campaña por el proceso constituyente y también serán terreno fértil para aquellos que quieren vender la mal redactada y maximalista constitución como el remedio milagroso que solucionará las causas del descontento popular.

De poco sirve argumentar que las razones por las que Chile no tiene la red de protección social de los países de Europa del norte se explican sobre todo por nuestro menor nivel de desarrollo. Tampoco ayuda mucho tratar de explicar que mientras mayor sea la incertidumbre, menor será la inversión y, por lo tanto, menor el crecimiento. O sea, porque crea incertidumbre, el proceso constituyente nos ha alejado todavía más de esa tierra prometida a la que la mayoría de los chilenos aspira entrar. Peor aún es tratar de argumentar que el texto maximalista y mal redactado generará muchas oportunidades para litigación permanente, lo que repercutirá negativamente en la inversión futura. En fin, aunque sepamos que es cierto, el plebiscito no se va a ganar advirtiéndole a la gente que el país va cuesta abajo en la rodada y que no se podrá comenzar a recuperar hasta que se despeje el debate constitucional.

Como el proceso de reformas constitucionales perdurará ya sea si gana el Apruebo (porque habrá que arreglar esta constitución eterna y maximalista) o el Rechazo (porque habrá que producir un nuevo texto que reemplace a la difunta constitución de 1980, modificada en 2005), el desafío de esta última opción es más bien ofrecer una hoja de ruta que le permita a la gente ver una posibilidad de llegar a esa tierra prometida. El Rechazo puede ganar si es que la gente lo asocia a los puentes que se necesitan para cruzar el río que separa a la clase media emergente y vulnerable del sueño americano versión chilena.

Aunque el texto de la constitución sea mediocre, el Apruebo venderá el concepto de que es legítima.

Para lograr eso, el Rechazo debe partir por aprender a escuchar, por hacer un mea culpa de verdad, por asumir las consecuencias de sus errores y por demostrar un compromiso genuino con terminar con los abusos y garantizar una cancha pareja para todos. Por eso, el Rechazo debe buscar rostros que le hablen a la gente más de un futuro de inclusión e igualdad de oportunidades que de un pasado de leyes de amarre, oposición a reformas razonables y rostros que recuerdan los oscuros años de la dictadura. Con las mismas caras e ideas que llevaron a la derrota estrepitosa del proyecto de Piñera por reinventar a la derecha chilena, difícilmente el Rechazo logrará revertir el discurso de esperanza y optimismo que levantará la candidatura del Apruebo.

Es verdad que la inflación y la alta desaprobación del Presidente Boric pudieran terminar ayudando a la campaña del Rechazo. Pero el Apruebo, sabiendo que esos vientos soplan en su contra, intentará convertir el plebiscito de salida en un referéndum entre la constitución de Pinochet y la constitución hecha por los chilenos en democracia. Aunque el texto de la constitución sea mediocre, el Apruebo venderá el concepto de que es legítima. Se repetirá el slogan de que la constitución puede ser un bodrio, pero es la constitución de la gente. Además, como será presentada en la forma de un árbol de pascua con regalos para todos, la nueva constitución generará un entusiasmo parecido al de los retiros de los fondos de pensiones.

Las cosas no serán fáciles para el Rechazo. La ventaja que ahora lleva el Rechazo en las encuestas se comenzará a diluir cuando la gente vea que nació una nueva constitución y cuando se desvanezca la Convención Constitucional y todos sus escándalos. Para ser una opción viable, el Rechazo deberá ir más allá de apostar por la inflación, la delincuencia, la desaprobación presidencial o la impopularidad de la Convención Constitucional. Para ganar el 4 de septiembre, el Rechazo deberá tener una respuesta que se haga cargo del descontento y la insatisfacción de la gente con el estado actual del país. Porque el cambio siempre le gana al statu quo, el Rechazo debe articular un mensaje de cambio que le haga sentido a la gente y que lleve a todos a creer que, votando Rechazo, sus vidas mejorarán y se ampliarán sus oportunidades.

*Patricio Navia es sociólogo, analista político y profesor de la UDP.

 

 

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