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Vuelco ideológico en España

La tendencia para la izquierda es demoledora, y cabe la posibilidad de que cuanto más tiempo esté en el poder más difícil tendrá revertir esta deriva de agotamiento

El nuevo mapa electoral que dibuja el sondeo de ABC, realizado por GAD3, representa todo un vuelco ideológico al panorama político, en el que el PP agranda muy sensiblemente la brecha con el PSOE y que, junto a Vox, podría sumar hasta 198 escaños, muy por encima de la mayoría absoluta de 176. La recuperación demoscópica del PP bajo la presidencia de Alberto Núñez Feijóo demuestra por un lado una recuperación de la ilusión de su electorado tras la convulsa etapa de Pablo Casado y, por otro, el creciente desgaste de la marca PSOE y el deterioro de la figura de Pedro Sánchez. El PP alcanzaría entre 155 y 159 escaños, lo que certificaría la degradación definitiva de la ‘nueva política’ que encarnaron Ciudadanos y Podemos, y un progresivo retorno al bipartidismo clásico. Si se celebraran hoy elecciones generales, todo el voto fugado en su día a Ciudadanos retornaría en bloque al PP, que además empezaría a recibir ya votos útiles procedentes de Vox –pasa de 52 a 37-39 escaños– y del propio PSOE, ya que una parte de su electorado defraudado con Sánchez emitiría un severo sufragio de castigo. Si el resultado final de los socialistas fuese de 85 escaños, sería su suelo en democracia. A su vez, Unidas Podemos pasaría de sus 35 escaños actuales a la mitad, entre 16 y 18. El desplome para la coalición de Gobierno en términos absolutos es dramático.

Es evidente que con la desaparición de Ciudadanos de la ecuación, la derecha, ya solo compuesta por dos partidos, rentabiliza su ganancia en escaños. Lo que antes se dividía entre tres formaciones políticas, provocando una notable pérdida en el Congreso derivada de los restos y cocientes de la ley D’Hondt, ahora solo suma. No es solo la percepción de fiabilidad que ofrece Núñez Feijóo al propio electorado del PP, al de Ciudadanos, a muchos ‘retornados’ de Vox, y también a moderados de la socialdemocracia; es ante todo el agotamiento de las fórmulas sanchistas. El presidente del Gobierno está poniendo en riesgo el patrimonio electoral del PSOE negociando a cara descubierta con independentistas, cediendo ante Bildu, legislando desde el sectarismo ideológico e infravalorando la magnitud de la crisis.

El sondeo apunta a un cambio de ciclo con forma de terremoto para la izquierda. Cosa distinta será comprobar si esta tendencia es irreversible, como empiezan a temer sectores significados del PSOE, entre ellos barones territoriales que deberán enfrentarse a las urnas en mayo del año que viene. Tienen miedo al efecto arrastre de Sánchez sobre sus candidaturas, y más aún si el PP va afianzando esta nueva etapa sin cometer errores ni enredarse en disputas internas. En ese aspecto, el PP parece haber aprendido la lección del daño que se infligió a sí mismo, y el PSOE, no. Sánchez aún no ha digerido la derrota en Andalucía –que está generando un contagio de voto favorable al PP a escala nacional– y su única reacción visible no solo no es rectificar nada, sino que ha optado por radicalizarse aún más, asumiendo incluso buena parte del discurso de Podemos. Hoy es impensable que la legislatura se acorte dada la determinación de Sánchez a concluirla. Pero la tendencia para la izquierda es demoledora, y cabe la posibilidad de que cuanto más tiempo esté en el poder, y en una coyuntura de decrecimiento económico, más difícil tendrá revertir la deriva, situándose incluso por debajo de 90 escaños. El PSOE perdería hasta 26 escaños, y el nacionalismo y el independentismo, casi ninguno. Si ese es el rédito que Sánchez saca de sus alianzas, solo está hipotecando el futuro de su partido.

 

 

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