La incapacidad moral permanente de Pedro Castillo
¿Por qué el Perú se ha convertido en un país ingobernable?
Todo empezó ya mal cuando en junio del 2021, Pedro Castillo volvió a recordar al mundo que el populismo, más que una ideología, es una de las formas más tóxicas de hacer política. En aquellas elecciones que fracturaron todavía más al Perú, el maestro que seguramente ha asistido menos a clase que la niña sueca logró ganar a Keiko Fujimori por unos 72.000 votos entre un electorado potencial de 24,3 millones de votantes.
Y en cierta manera, Castillo no ha defraudado. Aunque se encuentre en las más tenebrosas profundidades de la fosa de las Marianas, siempre se las ha ingeniado para caer todavía más bajo. Hasta tocar aparentemente fondo esta semana con la Fiscalía peruana acusándole de liderar una organización criminal «enquistada en el palacio de Gobierno con la finalidad de copar, controlar y direccionar procesos de contrataciones para obtener ganancias ilícitas».
Desde el mismo acto de toma de posesión, el desempeño de Castillo ha sido una debacle instantánea hasta el punto de convertir al Perú en un país ingobernable. A tenor de las cuentas del ‘Financial Times’, en sus primeros ocho meses en el poder, el presidente ha triturado cuatro gabinetes, cuatro primeros ministros, tres titulares de Exteriores, otros tres de Justicia y dos responsables de Economía.
Con una plusmarca de un cambio ministerial cada 9 días, junto a una mareante agenda de ocurrencias, esta trituradora de ingobernabilidad se ha tragado también una larguísima lista de asesores, responsables policiales, oficiales de las Fuerzas Armadas y magistrados. Hasta el punto de que la palabra «caos» ya no serviría para describir todo este patético cuadro de disfunción política.
Ante un presidente tan inútil como libérrimo con el dinero de los demás y las instituciones, millones de humildes votantes que respaldaron a Pedro Castillo ahora se preguntan qué queda de su promesa electoral «no más pobres en un país rico». Mientras el desacreditado Legislativo vuelve a desempolvar la provisión constitucional de 1839 que permite destituir a los presidentes del Perú por «incapacidad moral permanente».