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Reforma a la salud: Soberbia, corrupción y estupidez

Cómo le fue al sistema de salud colombiano durante la pandemia? - Colegio Médico Colombiano

 

Soy médico desde hace 40 años, y siempre he estado dedicado a las labores asistenciales en diferentes ámbitos en el ejercicio de mi profesión. Desde el momento en que apareció el documento del proyecto a la reforma de la salud, lo he leído detenidamente, he revisado numerosos artículos a favor y en contra, y asistido virtualmente a innumerables foros al respecto del tema.

Al final me he dado cuenta de lo poco que se sabe de temas de salud pública, epidemiología, economía de la salud, ética social y justicia distributiva, temas fundamentales y pilares en el desarrollo de cualquier política de salud, independiente del régimen político en que se quiera implementar.

Para nadie es un secreto, que el actual sistema de salud en nuestro país no es perfecto, persisten innumerables inequidades, deficiencias en muchos campos, y la corrupción campea impunemente; y si alguien puede considerarse víctima del actual régimen de salud es precisamente el personal asistencial de la salud.

Las condiciones laborales son de las más infames y perversas. Claramente las Entidades Promotoras de la salud (EPS), tiene graves falencias en su actuar, pero ellas no son el problema mismo, sino quienes las dirigen.

La gran mayoría de ellas en manos de políticos, amigos o familiares de los políticos, a quienes solo les interesa el negocio y su bienestar económico. El problema no son las Instituciones prestadoras de servicios de la salud (IPS), llámese cualquier centro de salud, hospital o clínica. Son sus dirigentes, quienes tienen un comportamiento similar a los directivos de las EPS. También es verdad, que un mínimo de nuestros colegas médicos ha sucumbido al embate de las garras de la corrupción y han participado en actividades fraudulentas violando principios éticos fundamentales, en perjuicio de los pacientes a quienes juraron proteger y atender.

Que hay muchas cosas para corregir y mejorar, sin duda es una necesidad prioritaria. Pero no en la forma que el actual Gobierno lo pretende. Si el Gobierno de Petro y su mesiánica, fanática y absurda ministra, con el corazón en la mano pensado en la salud y bienestar de todos los colombianos, y no con la soberbia actitud de considerarse los advenedizos, que disponen de la verdad revelada y de poseer la fórmula mágica para solucionar los graves problemas de la salud actual en Colombia, hubieran podido hacer las cosas diferente y mejor.

Hubiera sido ideal que hubieran concertado un concilio de expertos, que los hay, donde estuvieran especialistas en Salud Publica, Epidemiólogos, Economistas, Magistrados de las altas cortes, Políticos con conocimiento en temas de salud pública, representantes de clínicas y hospitales, representantes de la Asociaciones científicas, representantes de las facultades de Medicina, representantes de la industria farmacéutica y cualquier otro gremio que tenga que ver con salud de un país. Hubieran establecido mesas de trabajo, donde salieran acuerdos, no pensando en sus propios intereses, sino en el bienestar de la población colombiana. Acuerdos que permitieran desarrollar un programa viable a largo plazo.

Pero lo que se está viendo es todo lo contrario. Presentación de la reforma fuera de horario, con negociaciones por debajo de la mesa, comprando políticos con dineros públicos, ofreciendo prebendas a cambios de votos, buscando un apoyo popular, de personas que, por su propio desconocimiento en los temas de la salud, son fácilmente manipulables. Usando artimañas para que la discusión de la reforma sea la de una ley ordinaria, la cual finalmente puede ser aprobada por un minúsculo grupo de políticos, que no tienen la más mínima idea de temas fundamentales de la salud, y que lo único que los motiva es su beneficio personal y las innumerables ganancias que obtendrán de un sistema corrupto.

Del trámite de esta reforma, como está planteado, saldrá una colcha de retazos que no beneficiará a la mayoría de los colombianos y será el mejor ejemplo de la absoluta estupidez con que manejan los temas fundamentales en este país.

Es muy triste que el país pierda una gran oportunidad de mejorar el sistema de salud. Pero más grave y triste aún serán las terribles consecuencias y la afectación que ocasionará. Lo mejor que pudiera ocurrir, es que la reforma se cayera y el actual Gobierno se viera obligado a concertar mesas de trabajo, como las anteriormente expuestas. Pero no ocurrirá.

Así que cuando alguien pregunte por la reforma a la salud en Colombia, se podrá resumir en tres palabras: soberbia, corrupción y estupidez.

 

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