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Las dos caras de Andrés Izarra

Peleó en su momento contra la supuesta parcialidad de RCTV, pero como ministro estuvo detrás de la estrategia de difusión del oficialismo y usó la información como herramienta para promover las ideas del régimen. Hoy todavía respalda la decisión de Chávez de no renovar la concesión de RCTV. Andrés Izarra volvió a los reflectores, desde su exilio en Alemania.

 

En los últimos meses, desde el exilio en Berlín, del que culpa al régimen con el que algún día trabajó, Andrés Izarra volvió a los reflectores. Empezó con comentarios en Twitter sobre la necesidad de acabar el madurismo para refundar el chavismo y, recientemente, siguió con entrevistas a medios de comunicación nacionales e internacionales sobre la supuesta recomposición y los enfrentamientos en el seno del Gobierno. Cada vez sus comentarios son más osados, pero eso sí, sigue defendiendo a Hugo Chávez con fervor.

Una “guerra de mafias” y una “lucha de poder”, así define la relación entre el presidente Nicolás Maduro y Tareck El Aissami, el exministro de Petróleo que renunció en marzo en medio de las investigaciones por corrupción en PDVSA. De hecho, asegura que Nicolás Maduro descubrió el plan del jefe del Ministerio para disputarle el poder y por eso inició la purga de funcionarios bajo el argumento de investigaciones contra la corrupción que, de fondo, muestran divisiones al interior del chavismo. Varias fichas de El Aissami han caído en el proceso, pero él no, porque, según Izarra, conoce todos “los pecadillos”.

“Izarra pinta a El Aissami como uno de los hombres más poderosos en el régimen, no sólo por los recursos a los que podía acceder en PDVSA, sino también por su cercanía con fichas políticas, como gobernadores, ministros, fiscales y por tener relaciones con poderosos en otros países, como Rusia”

Izarra pinta a El Aissami como uno de los hombres más poderosos en el régimen, no sólo por los recursos a los que podía acceder en PDVSA, sino también por su cercanía con fichas políticas, como gobernadores, ministros, fiscales y por tener relaciones con poderosos en otros países, como Rusia. Lo que le molesta a Maduro, según Izarra, no es que los funcionarios se beneficien de una estructura criminal, incluso asegura que es autor de la corrupción y que la usa para “controlar las ambiciones” al interior del Gobierno, sino que le disputen el poder.

Si sus pronósticos tienen algo de cierto, la guerra Maduro-El Aissami hasta ahora comienza y el campo de batalla serán las revelaciones de ambos lados. Pero los lazos de Izarra con el chavismo y con Maduro van mucho más allá de las declaraciones que hoy roban titulares.

El “periodista”

Izarra empezó en el periodismo colaborando en la revista de su tío Richard Izarra, editada en Miami. Después, desde México, escribió sobre el levantamiento zapatista como freelance. Tiempo después estuvo a cargo de la coordinación editorial de corresponsales del servicio en español de NBC y luego fue editor para América Latina de CNN en Español, en Atlanta.

En 1999 decidió regresar a Venezuela. El punto de inflexión en su carrera se dio cuando renunció a ser gerente de producción del noticiero El Observador de Radio Caracas Televisión (RCTV). En su momento, aseguró no estar de acuerdo con cómo se cubrían las noticias sobre el paro petrolero y el golpe de Estado en 2002, durante la administración de Hugo Chávez.

Un periodista le dijo a La Nación en 2007 que Izarra promovía el amarillismo en el noticiero. Literalmente pedía veneno y decía que “solo la sangre vendía, que los informativos no podían empezar si no era con muertos”, según la fuente. Lo cierto es que su decisión de dejar el canal por los supuestos ataques al Gobierno le dio reconocimiento entre los chavistas. Sin embargo, su ascenso en el régimen se relacionó con la posición de su padre. Se trata de William Izarra, quien acompañó a Chávez en el golpe de Estado de 1992 contra Carlos Andrés Pérez.

“En varias entrevistas ha comparado duramente a Chávez con Maduro. Si bien se mantiene en que todo lo de antes era justificado, afirma que lo de ahora es ‘una tragedia’, ‘una dictadura’”

Después de su salida de RCTV, Izarra intentó seguir en el periodismo volviendo a CNN, pero con el tiempo se decantó por la política. Empezó con un puesto de prensa en una embajada y después se dedicó a promover la imagen del Gobierno en el exterior antes del referéndum revocatorio de 2004. En ese mismo año fue nombrado ministro de Comunicación e Información (MinCI). Con el tiempo ganó protagonismo, pues el chavismo apostó por acaparar las cámaras.

Curiosamente, Izarra, que peleó en su momento contra la supuesta parcialidad de RCTV, como ministro estuvo detrás de la estrategia de difusión del oficialismo y usó la información como herramienta para promover las ideas del régimen. También promovió e incluso lideró la censura a los medios de comunicación con la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (Ley Resorte), llamada por algunos “ley mordaza”, la llave del chavismo para perseguir a la prensa. En 2005, Izarra salió del Ministerio para ocupar el cargo como presidente de Telesur, el canal que Chávez promovió y en buena medida financió para llevar su mensaje más allá de las fronteras de Venezuela.

De todas formas, volvió a ser ministro de Comunicaciones en 2008 y también en 2011. Pese a su postura, todavía defiende su gestión en el MinCI. Según él, las acciones del chavismo contra los medios fueron una “reacción natural” a la agresión política de 2002 y al “terrorismo mediático” en cabeza de los medios privados, que fueron “la principal amenaza hacia la democracia venezolana”. Para él, la Ley Resorte fue una forma de hacer frente al tema, de “defender” la democracia y en el proceso el objetivo siempre fue “potenciar” los medios estatales.

Hoy todavía respalda la decisión de Chávez de no renovar la concesión de RCTV, lo que produjo su cierre. También se mantiene en que Chávez no cerró medios de comunicación ni le impidió hablar a nadie. Como le queda complicado negar que los medios eran parciales políticamente, entonces lo reconoce, pero eso sí, deja sobre la mesa que los medios privados tampoco eran equilibrados.

El carácter de Izarra y su defensa acérrima de los intereses chavistas le crearon fama. En 2008, en medio de la polémica por la expulsión del país de José Miguel Vivanco, quien ocupaba el cargo de Director para las Américas de Human Rights Watch, y del subdirector Daniel Wilkinson, el entonces ministro dijo que la ONG era “una fachada de la injerencia estadounidense” en Venezuela, que la organización servía a los intereses “más bastardos de la oligarquía venezolana al servicio de los intereses imperiales” e incluso que formaba parte de un plan para darle un golpe de Estado a Chávez.

En 2010 también estuvo en el ojo del huracán por un comentario cruel sobre Franklin Brito, un agricultor que luchó durante 10 años contra la expropiación de sus tierras por parte del régimen. Tras varias huelgas de hambre, Brito estaba en un estado delicado de salud y a penas pesaba 35 kilos, momento que utilizó Izarra para decir en su Twitter que el agricultor olía a “formol”, agregando que todo se trataba de un chantaje. Horas después, Brito murió en el Hospital Militar de Caracas.

Ese mismo año también dio muestras de su carácter en una entrevista a CNN, en la que compartía panel con el sociólogo Roberto Briceño-León. Al hablar de los temas de inseguridad y criminalidad, Briceño dijo que la tasa de homicidios en Caracas era seis o siete veces más grande que la de Bogotá, a lo que Izarra respondió con risas que generaron indignación en la ciudadanía. Muchos lo tomaron como una burla a las víctimas de una evidente ola criminal en la capital.

De ministro de Maduro a crítico del régimen

Los desencuentros entre Izarra y el hoy presidente iniciaron hace tiempo, el primero del que hay rastro se presentó durante un acto de campaña de Chávez en 2012En el video, Maduro, entonces canciller, desaprueba la organización del evento, a lo que el entonces ministro de Comunicaciones responde “es lo que hay”. Paso seguido, e intentando disimular con una falsa sonrisa, Maduro dice “qué cagada”.

Aunque la relación nunca fue buena, Izarra condujo el Ministerio de Turismo de Maduro entre 2013 y 2015. Aunque hoy dice que la corrupción es el pan de cada día en el madurismo, niega haber participado en estos hechos porque estaba “en un cargo bastante marginal”, nunca fue “parte de esa cúpula” y “ni siquiera una Ley” le dejaron aprobar. Además, afirma que en sus dos años como ministro el presidente nunca le agarró el teléfono, mientras que con Chávez, cuando estaba en el MinCI, hablaba diario.

El periodista ha dicho que salió del Gobierno por una decisión personal y que se desvinculó totalmente tiempo después. En su momento, se especuló que su salida del Ministerio de Turismo tenía que ver con la detención del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, padrastro de su esposa. La salida definitiva del oficialismo se ubica en 2018, año en el que dijo que era necesario un cambio en el liderazgo. Recientemente, dijo que el punto determinante para alejarse del régimen fue la “trampa” en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, pero también asegura que el madurismo “arremetió” contra su familia por la relación de parentesco con Ledezma, que le quitaron sus propiedades y tuvo que exiliarse.

En varias entrevistas ha comparado duramente a Chávez con Maduro. Si bien se mantiene en que todo lo de antes era justificado, afirma que lo de ahora es “una tragedia”, “una dictadura”. A Chávez lo define como un hombre “muy carismático y disciplinado”, de Maduro dice que es trabajador, pero serio, aunque en otros escenarios ha sido más osado y lo ha calificado como “jefe de la mafia”.

En cuanto al manejo del país, sostiene que el primero centralizaba el poder, mientras que el segundo lo tiene repartido en diferentes personas del régimen, específicamente del PSUV. Para Izarra, lo que más los separa a los dos presidentes, que es también su mayor acusación al madurismo, es que Chávez tenía un proyecto socialista, mientras que Maduro apuesta por un “proyecto neoliberal de derecha”.

Izarra sigue lanzando pullas en Twitter, diciendo que Maduro es de ultraderecha y pidiendo el regreso de lo que él llama chavismo. En su memoria no parece haber espacio para los abusos del régimen bajo el mando de Chávez, y mucho menos para sus propios actos de indolencia y persecución.

 

 

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