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Velásquez: Ecuador no es diferente

 

El retorno al pluralismo y la libertad en Ecuador no ha sido fácil. La recuperación de la democracia fue posible gracias a un conjunto variado de factores articulados que progresivamente permitieron, en 1979, el regreso a la democracia.

A partir de ahí 15 personas han ocupado la silla presidencial en el Palacio de Carondelet, sede del Gobierno y residencia oficial del presidente de la República de Ecuador. Varios de ellos llegaron al poder luego de que un presidente electo dejara su mandato por algún motivo.

Cinco de los presidentes constitucionales de Ecuador estuvieron en el poder un promedio de dos años cuando fueron reemplazados. Luego de 16 años, la historia se vuelve a repetir.

El pasado 17 de mayo Guillermo Lasso, actual presidente de Ecuador, ejerció su facultad constitucional de disolver el congreso y convocar elecciones anticipadas generales para que nuevos legisladores y un nuevo mandatario culminen el actual periodo. Con esta decisión, que ha agitado el ya inestable escenario político ecuatoriano, Lasso se unirá a otros cuatro Jefes de Estado que han terminado sus mandatos anticipadamente. Cabe mencionarlos:

Jaime Roldós Aguilera (1979- 1981), Abdalá Bucaram Ortiz (1996-1997), Jamil Mahuad (1998-2000), Lucio Gutiérrez (2003-2005), y Guillermo Lasso (2021-2023).

¿Pero qué pasó?

Si en la primera etapa de gestión el presidente Lasso alcanzó un nivel de popularidad superior al 70 %, debido a la exitosa campaña de vacunación anticovid que emprendió, esa aceptación se esfumó. Las masacres carcelarias que derivaron en violencia en las calles crearon un escenario donde la inseguridad y la actuación de grupos vinculados al narcotráfico tomaron asiento en Ecuador y la única manera de mitigar esa tragedia fue la decisión gubernamental de permitir el libre porte y uso de armas a cualquier ciudadano.

El presidente Lasso enfrentó en menos de dos años varios intentos de destitución y derrocamiento. Uno de ellos sucedió en junio de 2022, cuando la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) liderara una serie de protestas que paralizaron al Ecuador por 18 días.

El más reciente intento para que Lasso abandonara su cargo sucedió nuevamente en la Asamblea Nacional, donde la oposición impulsó un juicio político en contra del mandatario por su responsabilidad política en un caso de malversación de fondos. Los proponentes, el partido correísta y el Partido Social Cristiano, acusaron a Lasso del mal uso de los recursos públicos por no impedir la renovación automática de un contrato entre la Flota Petrolera Ecuatoriana y Amazonas Tanker Pool.

La Corte Constitucional admitió el enjuiciamiento político y Lasso recurrió a lo que se conoce como la muerte cruzada (art. 148 de la constitución vigente), que se puede activar solo cuando existe “grave crisis política y conmoción interna”, decretando la disolución del Parlamento y activando, inmediatamente, la convocatoria de elecciones legislativas y presidenciales, a las que él mismo podría presentarse, si es su deseo hacerlo.

Vale señalar que los comicios extraordinarios en Ecuador se realizarán en agosto y se elegirán un nuevo presidente de la República y 137 legisladores que deberán completar el actual periodo que culmina en el 2025. Es importante destacar que el presidente Lasso ha anunciado que no participará en las elecciones, por lo que dejará el poder antes de que finalice este año.

Guillermo Lasso asumió el poder asegurando que conocía la fórmula para crear empleo y hacer que el país retomara la senda de la productividad. La verdad es que al parecer no ocurrió ni una cosa ni la otra y el país vive, como antes se mencionó, en una grave crisis de seguridad que ha paralizado el libre desenvolvimiento de la sociedad, las cárceles se han convertido en antros controlado por bandas en las que se decapita y se desmiembra a los que no cumplen con lo que dichas bandas criminales han impuesto. Los carteles de la droga han empezado a controlar instituciones y dominar parte del territorio, en un proceso similar al que han vivido países como México y Colombia.

¿Qué sucederá?

Lo que sigue a partir de la disolución de la Asamblea Nacional es más un ambiente de campaña electoral que de crisis política. Es decir que el correísmo ganó por ahora.

En Ecuador, la elección presidencial es a dos vueltas con una distancia de un mes entre una y otra. La multiplicidad de partidos dificulta una victoria en primera, que hasta ahora solo logró Rafael Correa en 2009, la persona que sigue protagonizando la política nacional a pesar de vivir en Bélgica, y haber sido condenado por corrupción en Ecuador, lo que le impide regresar.

Por otro lado, frente al desgaste de la derecha, en este caso representada por Lasso, se estima que los comicios anticipados serán una gran oportunidad de recuperar terreno para la izquierda. Sobre todo para el movimiento liderado por el exmandatario Rafael Correa (2007-2017), Revolución Ciudadana, y para el brazo político de los indígenas, Pachakutik, las dos principales fuerzas en el Legislativo, aunque sin ser mayoría.

El correísmo contaba en la asamblea disuelta con 49 de los 137 curules y Pachakutik con 24, mientras que el oficialismo contaba solo con 12.

De ganar el correísmo, la persecución a Lasso se convertirá en una política de Estado y se le culpará hasta de lo que posiblemente pensó en hacer en Ecuador.

Pero cuidado, la inestabilidad no sólo ocurre en Ecuador, está presente en casi toda America Latina, siendo Uruguay el único país de America del Sur con democracia plena. De ahí el título del presente escrito: ECUADOR NO ES DIFERENTE.

Muchas veces se culpa a la polarización ideológica, la pandemia, la creciente pobreza y desigualdad  -hasta la influencia de actores externos- de la crisis estructural de la región; así mismo le achacan los males al diseño institucional al estado en que se encuentra la región. Se proponen parapetos institucionales como gobiernos parlamentarios como la única salida a las crisis latinoamericanas, como que si eso fuera a solucionar la calidad y cantidad de legisladores en cada uno de nuestros países.

Pero nadie se ha paseado por el siguiente dato: el pueblo latinoamericano tiene mas de 200 años esperando una solución a sus problemas, son dos siglos de sentirse postergados. No es por nada que la última encuesta de Latinobarómetro nos dice que cerca del 70% de la población de la region no confía en las instituciones de los países, incluyendo a la iglesia católica.

Así mismo dicho informe indica: “la crítica de los ciudadanos a la democracia es una demanda por mayor democracia”. Por lo tanto, el debate está en cómo esta funciona en cada país, sin que se ponga en duda a la democracia como régimen político.

Lo anterior tiene que ver con lo que Latinobarómetro llama un rechazo a las “democracias capturadas”. Es decir, al proceder de las élites políticas y económicas minoritarias que defienden sus intereses desde los gobiernos, en detrimento de las mayorías sociales de la región.

Volviendo a Ecuador y sin querer desanimar, en ese país no sucederá mas nada, se elegirá un nuevo Presidente, una nueva Asamblea Nacional y con suerte terminará su periodo pero sin haber cambios sociales fundamentales. Y si no es así, la historia se repetirá como dice el tango, POR LA VUELTA, escrita por Don Enrique Cadícamo:

La historia vuelve a repetirse,
mi muñequita dulce y rubia,
el mismo amor… la misma lluvia…
el mismo, el mismo loco afán…

 

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