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Cuba se entrega a China tras constatar el fracaso de sus mínimas reformas

Pekín amplía sus capacidades en la isla a medida que se acerca un posible choque por Taiwán

Un hombre pasea y una pareja sube en moto por el barrio chino de la Habana EFE

 

Las últimas informaciones sobre el incremento de las capacidades estratégicas de China en Cuba –desde el fortalecimiento de la actividad de interceptación de señales a la posible construcción de una base conjunta para el entrenamiento militar– ponen en evidencia que el régimen cubano ha decidido optar abiertamente por la asistencia de Pekín como tabla de salvaciónPara Xi Jinping, Cuba cobra interés como lugar desde el que molestar a Estados Unidos a medida que se acerca una colisión entre las dos superpotencias por el futuro de Taiwán.

El régimen castrista se sostuvo durante la Guerra Fría gracias a la ayuda económica de la Unión Soviética. Cuando la URSS se disolvió, la isla cayó en una gran penuria –el «periodo especial»– y solo pudo recuperarse cuando apareció otro benefactor: la Venezuela de Hugo Chávez y su petróleo. La muerte de Chávez y el colapso venezolano empujaron a Raúl Castro a llamar a la puerta de Barack Obama, pero la negativa de Trump y Biden a secundar una apertura nula en lo político y muy insuficiente en lo económico ha dejado a Miguel Díaz Canel gestionando un rotundo fracaso. La isla se encuentra en medio de un nuevo «periodo especial» de gran sufrimiento social, con problemas de alimentación y de suministros eléctricos.

En lugar de ampliar las reformas e intentar que Cuba mejore poco a poco por sus propios medios, la dirigencia comunista ha optado por repetir fórmula en una nueva Guerra Fría: vender al mayor rival de EE.UU., ahora China, su gran proximidad a suelo estadounidense.

Las informaciones publicadas hablan de negociación de pagos, aunque sin especular cuantías. Es verdad que, a diferencia de Rusia y Venezuela, China no abunda en petróleo con el que mantener en marcha la isla, pero ha dado muestras de sobrado muelle financiero para engrosar la deuda de numerosos países. Solo consta que Pekín haya prestado a Cuba 369 millones de dólares, entre 2015 y 2017, pero lo normal es que los nuevos acuerdos aquí apuntados no tengan forma de crédito, sino más bien de arriendo o intercambio de servicios. En los últimos años, China se ha convertido en el primer socio comercial de Cuba, con unos intercambios que en 2021 alcanzaron los 1.000 millones de dólares.

Puede dudarse sobre si la actitud de La Habana no será más bien un tanteo, como un modo de alertar a EE.UU. del riesgo que corre de no entrar con generosidad en el juego del aperturismo cosmético cubano, o también como una manera de aumentar su capacidad negociadora ante Washington. No obstante, a estas alturas en la sucesión castrista queda claro el pavor de la cúpula a abrir cualquier rendija que aumente el riesgo de perder el poder.

Base espía

En las últimas semanas, fuentes de Inteligencia de Estados Unidos han desvelado a varios medios estadounidenses que desde 2019 China opera en Cuba una instalación para la captación de señales destinada al espionaje de las comunicaciones estratégicas del vecino país, cuya punta sur se encuentra solo a 150 kilómetros de la isla. Fácilmente al alcance quedarían las conexiones de algunos mandos militares centrales ubicados en Florida, así como el monitoreo del tráfico marítimo estadounidense en la región. Al parecer, a esa primera estación se han añadido otras tres, formando una red conjuntamente administrada por Cuba y China. Imágenes de una de las instalaciones, próxima a la localidad de Bejucal, muestran dos antenas parabólicas –grandes, aunque no gigantes– entre la espesura de los árboles de una colina.

Cuba estaría además negociando el refuerzo de esa presencia china, que podría suponer la construcción de una instalación conjunta para entrenar militares, lo que llevaría a la presencia de tropas chinas en la isla de manera permanente.

Esta noticia sigue a la producida hace unos meses sobre la detección de globos espías chinos en espacio aéreo de Estados Unidos, y todo ello lleva a la constatación de que China está acercando sus capacidades de espionaje y presión a territorio estadounidense en la misma medida en que Washington y China se aproximan a una confrontación por Taiwán. Estados Unidos lleva décadas con su propio despliegue de capacidades de captación de señales en los mares del este y del sur de China, y ahora Pekín le devuelve con la misma moneda. «Estados Unidos es el campeón global del hackeo y superpotencia de la vigilancia», ha aducido el Ministerio de Exteriores chino, que ha descalificado las informaciones de los medios estadounidenses. Por su parte, durante su reciente visita a Pekín, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, expresó la «profunda preocupación» de Washington.

 

 

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