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Casabón: La ola del cambio político

Ya dijo aquel poeta, que España es un sabor, un exceso de sabores, magnificencia y calor

 

Tamara Falcó y las pistas sobre su vestido de novia a través de sus looks - Foto 1

 

Ya lo dijo el poeta: «Que viva España». Cuando las cosas o los seres principian a no gustar a nadie, es que una etapa se cierra u otra se abre. Olas del cambio de mareas. Cuidado con el exceso de euforia, avisan los cautos. Pero nos hemos venido muy arriba, y el camarero De la Riva pone a Manolo Escobar. ¿Más alto o más veces? ¡Todo! Transistor y bailecito en el restaurante. La gente no se comporta, y está en su derecho. Vuelve España a modelar con sencillez evocadora el bipartidismo, no precisamente sencillo, sino complicado. Vuelve el sensacionalismo y la emoción del cambio, vuelve la cultura del ‘¡Hola!’, ya agotada en todos los quioscos. Una ha felicitado a doña Isabel Preysler esta mañana, que no todos los días se casa una hija. Regresan las novias de Lorca, la España del croqueteo, el vestido de cocktail y los premios Mariano de Cavia. Regresa la cultura popular y viandante, que es el pegamento de España. Y vuelve a sonar más alto, más veces: «Entre flores, fandanguillos y alegrías/ Nació mi España, la tierra del amor».

Ya dijo aquel poeta, que España es un sabor, un exceso de sabores, magnificencia y calor. Vuelven las novias, las piedras preciosas del vestido de Tamara, las folclóricas y los políticos repartiendo euros a cambio de votos. España está de luto por Carmen Sevilla, se despide a galope de Gish de Pedro Sánchez y pasa la mañana estudiando la boda del año en la playa. Vuelven las fragatas, las señoras bien y el cine de verano. Hemos ido a ver ‘Ninette’ a la Filmoteca Española, porque queremos seguir creyendo en el cine español. Las Patakys y las Pititas, esa síntesis de la religiosa castiza y la mala mujer, marca tendencia estival. Las Ventas, la Giralda, la Torre del Oro, el Pilar y el desnudismo de Ibiza dibujan el paisaje del pueblo excesivo, del pueblo extremo. El exagerado pueblo de purgaciones, coronado de desdicha, de poesía y sentimiento, con sus delirios de grandeza y sus héroes de leyenda negra. «En las tardes soleadas de corrida/ La gente aclama al diestro con fervor».

Nos sobra el talento y nos falta humildad. Todavía tenemos la sensación de euforia después del debate, vivimos en plena transmutación milagrosa, efervescente. ¡Cuidado, optimistas! Regresan las olas del turismo, la política y las verbenas donde nadie escucha a nadie porque todos hemos venido a opinar. Estamos en la época ideal en que ya hay democracia, pero escasa libertad de opinión. Cuantos soñadores, poetas, menesterosos, libérrimos, ingenuos e incomprendidos se habían cepillado artísticamente los tiburones de la censura. Pedimos amnistía, y con ella el regreso de la España más hermosa, la España santa y loca, irremediable de humanidad. La más fuerte y la más permisiva. Todo lo hacemos con más pasión y con más poesía, nuestros excesos también son nuestra mayor fortaleza. «¡España es lo mejor!», remata un poeta de la mesa de al lado. Se ruega a todo el personal del restaurante que se comporte… ¡Estamos viviendo una peligrosa ola reaccionaria!

 

 

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