CorrupciónViolencia

Un crimen político de importancia regional

 

Las amenazas, atentados y homicidios políticos por parte de sicarios se ha vuelto una triste realidad en todos los países latinoamericanos, desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego. Lamentablemente, hace apenas unos pocos días fue sacrificado un candidato a la presidencia de Ecuador, Fernando Villavicencio.

Hay diferentes maneras de ver este desgraciado acontecimiento, la primera es achacarle el crimen solo a las bandas criminales que pululan en ese país, lo cual no estaría lejos de la realidad, pero existen otras causas que pueden ser las generadoras de esa manera, tan particular, de hacer política en la región.

Durante los últimos dos años los ecuatorianos han sido testigos de más de diez masacres carcelarias, que han dejado más de 400 presos asesinados, sicariatos y exhibiciones de cadáveres. Para finales del corriente año 2023, la tasa de mortalidad llegará a 40 homicidios por cada 100.000 habitantes. Lo que convertiría a Ecuador en el país más violento de la región.

Y es que estos escenarios violentos están relacionados con la importancia de este país en el tráfico de drogas. De acuerdo con un informe policial, Ecuador pasó de ser un país de tránsito de cocaína a convertirse en una de las principales plataformas de almacenamiento y tráfico de drogas desde Latinoamérica.

Pero ¿cuál fue la motivación, que en principio llevó a asesinar al Sr. Villavicencio?

Si bien no hay una explicación oficial al respecto, todo pareciera indicar que se trata de una serie de acusaciones que contendría un informe preparado por un grupo de periodistas de investigación, del que formaba parte el sr. Villavicencio, y en el que se señala la vinculación del expresidente Rafael Correa con los cárteles de la droga mexicanos y colombianos, así como la vinculación con los gobiernos de Venezuela, Cuba y el actual de Colombia.

Ese informe se haría público el día 10 del corriente mes de agosto, un día después de que fuera ejecutado el candidato presidencial. Lo que ha llevado a algunos analistas a comparar el caso de Fernando Villavicencio con el de Luis Carlos Galán en Colombia: un candidato presidencial que promete luchar contra las mafias es asesinado en un mitin de campaña cuando el país está azotado por la violencia y el narcotráfico.

Para muchos la comparación entre Villavicencio y Galán no sustenta la idea de que: “Ecuador es la nueva Colombia”; ya que el Sr. Villavicencio no era el favorito para ganar ni hacía parte de un movimiento nacional, mientras que Galán era el elegido de uno de los partidos más grandes de Colombia, el Partido Liberal, y lideraba las encuestas.

Además, en Ecuador la situación política es distinta: las protestas registradas en los últimos años no tuvieron un objetivo concreto, como por ejemplo crear una constituyente; la clase política no tiene mucha credibilidad, el Congreso está disuelto y el presidente, no solo el actual, sino el que sea electo, no tiene ni parece que tendrá el liderazgo suficiente para impulsar un cambio de fondo. El 9 de agosto, el día que lo mataron, Villavicencio prometió hacer una depuración en la policía y el ejército para luchar contra la corrupción pagada por el narco.

Por otro lado, es importante mencionar que según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), la cual se encarga de liderar, a nivel global, la lucha contra las drogas ilícitas, el crimen y el terrorismo, Ecuador desplazó a Colombia como el primer exportador de cocaína del mundo, aunque Colombia sigue siendo el principal productor.

Así mismo Crisis Group, señala que “Como parte de una reconfiguración del mercado de drogas, para los narcotraficantes se ha vuelto más rentable exportar por Guayaquil que por el Pacífico colombiano, porque las fuerzas de seguridad son menos sofisticadas que en Colombia y porque Guayaquil tiene una vieja tradición portuaria”.

Toda esta ola de violencia en Ecuador no ha generado una respuesta contundente de la justicia; al contrario, lo que se percibe es la cooptación de policías y militares en organizaciones criminales y aparentemente alcanza a fiscales y jueces. Pero es ahí donde realmente se encuentra el origen problema en Latinoamérica: LA PERMANENTE AUSENCIA DEL ESTADO.

Si bien es cierto que al Estado lo definen como el conjunto de instituciones que poseen la autoridad y la potestad para establecer las normas que regulan el comportamiento de una sociedad y, entre sus objetivos se encuentran el mantenimiento del orden y el cumplimiento de las leyes, promover el bienestar, la prosperidad y la seguridad de los ciudadanos, también lo es que esa definición se queda corta cuando analizamos lo que sucede en toda América Latina en general y en Ecuador en particular.

Tanto en ese país como en el resto de Latinoamérica lo único que se ve es una nueva división territorial gobernada, con anuencia de los gobernantes de turno, por las bandas internacionales del crimen y tráfico de drogas. Por ejemplo Las provincias occidentales de Esmeraldas, Guayaquil y Manta son los principales escenarios donde se ha vivido violencia en los últimos meses en Ecuador.

¿Por qué? 

Porque ahí se encuentran los principales puertos del país, infraestructuras muy codiciadas por los criminales, en particular los narcotraficantes. Y esas tres provincias las manejan dos bandas transnacionales latinas: el cartel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, y una europea: el cartel de los Balcanes.  

En ese sentido Ecuador juega un papel importante en relación con la geopolítica del narcotráfico, dada su ubicación territorial junto a Colombia y Perú, principales productores de cocaína en el mundo, así como por la debilidad en los controles en frontera que facilita el ingreso de droga que posteriormente es transportada a puntos estratégicos del perfil costero y a Guayaquil, conforme a información proveniente de la Policía Nacional de Ecuador, en un informe publicado en julio pasado.

Al momento de escribir este artículo (14-08-2023), se produjo otro atentado mortal en Ecuador, esta vez contra el dirigente político Pedro Briones, que forma parte del partido Revolución Ciudadana de Rafael Correa.

En un escenario como el descrito difícilmente se puede predecir cómo quedará el tablero político ecuatoriano a partir del próximo domingo 20 de agosto, ya que el partido Movimiento Revolución Ciudadana de Rafael Correa,  a consecuencia de la muerte de Villavicencio y el debate público de los candidatos, inició un descenso en la popularidad y la nueva fórmula presidencial, compuesta por Christian Zurita como presidente y Andrea González como vicepresidente del movimiento Construye y el candidato indigenista Yaku Pérez comienzan a capitalizar ese descontento.

 

Luis Velásquez

    Embajador

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