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Cristina Casabón: Sánchez y la diplomacia de racismo ideológico

«Estos izquierdistas, que definieron el franquismo como un régimen abyecto, dictatorial, ahora no aceptan la realidad de regímenes que ejercen el terrorismo»

Sánchez y la diplomacia de racismo ideológico

Ilustración de Alejandra Svriz.

 

Cada vez hay más países donde la izquierda ha pasado a subvertir todos los valores democráticos. Nuestra izquierda ha perdido ya el respeto al judío, la devoción por el proletariado, el humanitarismo o bien los valores de la democracia liberal. El Gobierno socialista ha pasado de no negociar con organizaciones terroristas a hermanarse con ellas o pactar gobiernos con sus herederos políticos. También ha ocurrido lo contrario. Bajo el efecto de este shock y las imágenes de aquellos que han sufrido la violencia del fanatismo, ciudadanos que habían olvidado sus señas y sus valores van tomando brutalmente conciencia de que son los herederos y los administradores contables de un orden precario. Los depositarios de una cultura humanista, liberal y tolerante.

Sánchez ha utilizado el conflicto entre Israel y Hamás para obtener beneficio personal como si fuera una especie de actor interpretando a Nelson Mandela. El discurso era tan admonitorio y tan sobreactuado, que las represalias correspondientes eran previsibles, si no directamente provocadas. Horas después y tras la escalada de la crisis diplomática hemos llegado a una chamarilería internacional vergonzosa según la cual una organización terrorista que le hace la guerra a Israel agradece al señor Sánchez su «postura clara y audaz». Parece que el señor Sanchez se ha creído que su gestión le avala para dar lecciones sobre organizaciones terroristas, y se ha olvidado que un profesional del terrorismo, un militante de Hamás sólo puede gobernar a golpe de terror para consumar su objetivo declarado de exterminar a Israel.

«La ‘izquierda de pandereta’ de España no asimila lo que está pasando en países como Venezuela, Cuba, Irán o Palestina»

A veces piensa una que hay un ojo encristalado de ceguera en la izquierda española, que ha ido entronizando a sus delincuentes y corruptos separatistas o dando alas a los herederos del terrorismo en País Vasco. Como creo haber dicho al principio, ya no hay cultura liberal. No entiende una a esos yogurines e intelectuales pacifistas que se manifiestan por un terrorista con tal de que compartan cierto imaginario ideológico. Esa izquierda de organillo parece abrazar con virtud resolutoria cualquier iniciativa improvisada de fanatismo ideológico. La ‘izquierda de pandereta’ de España no asimila lo que está pasando en países como Venezuela, Cuba, Irán o Palestina. Estos izquierdistas, que definieron el régimen franquista como un régimen abyecto, dictatorial, ahora no aceptan la realidad de regímenes violentos y dictatoriales o que ejercen el terrorismo. Han llegado a omitir la tortura y violaciones de personas que viven bajo estos regímenes, lo cual es una formulación de ‘racismo ideológico’. Esta mentalidad implica que la moral cambia según la ideología y el pasaporte del asesinado, como hemos visto.

El componente liberal de la civilización, firmemente establecido, no significa ya demasiado para estos líderes fanáticos. Tampoco las imágenes de la masacre del 7 de octubre. La indiferencia de nuestra izquierda ante los últimos crímenes iniciados por Hamás han llevado a secundar el más insólito aventurismo de prosa confusa y apresurada del señor Sánchez. El orden liberal, de precario se nos ha convertido en precioso. El miedo por la subsistencia de nuestros valores determina la conciencia y conduce al compromiso de algunos, porque vemos peligrar la libertad o el sentido común que dábamos por sentado. Las desgracias que hoy nos golpean nos convierten a nuestro pesar en los guardianes de una civilización menguante.

 

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