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Elecciones España: ¿Hubo un definitivo ganador?

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Claramente no.  A menos que consideremos la ingobernabilidad y la incertidumbre generadas como dignas de considerarse victoriosas.

Claro, en un sistema parlamentario es más fácil airear las virtudes y buscar tapar las vergüenzas; así que comencemos señalando, muy rápidamente, hechos que no admiten demasiados matices o interpretaciones:

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Rosa Díez

-UPyD (Unión, Progreso y Democracia), que venía de varias legislaturas con representación parlamentaria, lo perdió todo. Ninguna sorpresa en ello. De hecho, su debacle comenzó cuando su dirigente máxima, Rosa Díez, quizá temerosa de la juventud de Albert Rivera, rechazó a fines de 2014 la oferta de coalición de ambos partidos que le ofrecían los líderes de Ciudadanos. Hasta un tal partido Animalista sacó más votos que UPyD.

-¿Podía sufrir Artur Mas una derrota vergonzosa? Sin duda. Su partido (Democracia y Libertad) ha sido vapuleado en Cataluña; el PP lo ha igualado en votos en Barcelona, y Ciudadanos lo superó. Las posibilidades de convertirse en próximo presidente de la Generalitat prácticamente quedan destrozadas por estos resultados.

-Izquierda Unida -antiguos comunistas- pasan de 11 escaños a 2. Simplemente han sido fagocitados por Podemos. 

-No le fue muy bien al señor D’Hondt y su método, tan popular en las parroquias políticas de las sociedades europeas continentales, y en América Latina. Una vez más, en el altar de la defensa de una supuesta representación proporcional, se sacrificaron dos de los valores fundamentales de todo método de decisión electoral: la generación de gobernabilidad y estabilidad. Y quienes se quejan de que el método británico (el «first past the post»), es más injusto, que se lo expliquen, por ejemplo, a los militantes de Izquierda Unida, que logró 2 diputados sacando 900.000 votos, mientras que algún partido nacionalista sacó el mismo número de representantes, pero con sólo 200.000 votos, y Ezquerra Republicana de Cataluña, con 599.000,  ganó 9. Ciudadanos también está exigiendo mandar a la guillotina a D’Hondt. El bipartidismo ha quedado bastante quebrantado; en su ayuda acudió velozmente el método electoral actual. Es que una de las mayores críticas al método es que favorece a los partidos mayoritarios; en España, además, a los llamados partidos nacionalistas. 

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-Han celebrado Podemos y sus aliados (al final son estos, repartidos en diversas zonas geográficas: Podemos, Compromís-Podemos-És el Moment, En Marea y En Comú Podem). A quienes doblan campanas por un resultado que ciertamente fue bueno, deben recordar que durante buena parte del año Pablo Iglesias y su partido encabezaban las encuestas. Al final se conforman con un para ellos victorioso tercer lugar, debido a la caída en votos y diputados del PP y del PSOE. Y que se preparen los socialistas, porque ya Iglesias declaró su intención de ser el líder fundamental de la izquierda. Como señaló un periodista: «la elección la ganó el PP, la campaña, Podemos.»

-¿El mejor discurso de la noche electoral? el de Albert Rivera. Fue el único de los tres líderes que mencionaron la palabra diálogo (el primero, Sánchez, pero a ese señor hablando de diálogo no le cree ni su progenitora; el otro, por razones obvias, fue Mariano Rajoy) que quizá lo hizo con real sinceridad. Su discurso reivindicador del centro político, no puede ocultar el hecho de que para crecer, la alternativa más obvia es quitarle votos al PP, cosa que -ya se ha demostrado- no es fácil.

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Albert Rivera

-El PSOE obtuvo su peor resultado de la historia democrática; sin embargo posee una clara ganadora: Susana Díaz. La actual presidenta de la Junta de Andalucía, y líder en ascenso del PSOE, tiene en sus manos, ambiciones y decisiones el futuro de Pedro Sánchez. Y ya ella ha declarado que nada de nada sobre una coalición con Podemos y demás grupos de izquierda.

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Susana Díaz y Pedro Sánchez

El domingo 20 por la noche ningún dirigente socialista mencionó que a Sánchez, para sobrevivir, se le exigía un resultado de al menos 100 diputados. El hombre no cumplió. Y si era verdad que el gobierno de Rajoy fue un desastre ¿por qué el electorado no le dio su apoyo a la alternativa tradicional? Para colmo, donde el PSOE salió bien -Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha- gobiernan los rivales y enemigos de Sánchez.

Sánchez, con su rabiosa presentación en un debate que por los resultados del 20D al parecer dejó tocados a ambos candidatos, dio un RIP a la posibilidad de un gobierno que hoy sería el más natural y necesario para España: una coalición PP-PSOE, al estilo de la Grosse Koalition alemana, entre democristianos y socialdemócratas, bajo la dirección de Ángela Merkel. Ya ha sido dicho: «pactar con Podemos, favorece a Podemos; pactar con el PP, favorece a España.» Pero para ello se necesitaría un estadista dirigiendo al PSOE, y el último de esa raza fue, hace muchos años, Felipe González.

González, por cierto, ya había declarado el pasado mes de mayo que España iba hacia un escenario italiano pero con el grave problema de estar sin italianos para gestionarlo. Cuánta falta hace hoy en España un Giulio Andreotti.

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-El nombre de Pirro revoloteó la noche del 20D en los pasillos de la sede del Partido Popular: perdieron 64 escaños, y en voto popular un tercio de su electorado. Eso sí, Rajoy prometió que el PP sería el partido más votado, primera fuerza en España, y cumplió. El PP aumentó su votación con respecto a las elecciones municipales (el PSOE, en cambio, perdió 100.000 votos.) Lograron asimismo la mayoría absoluta en el Senado.

Luego de las primeras declaraciones de los principales liderazgos, con Albert Rivera afirmando tajantemente que nunca apoyará la investidura de Rajoy o de Sánchez (de entrada se abstendrá), la única posibilidad viable de gobierno es que PSOE y Ciudadanos se abstengan, y que Rajoy forme un gobierno de minorías con sus 123 parlamentarios (la mitad más uno es un número muuy lejano: 176.)  Por cierto, mala noticia para quienes pretendían proponer una reforma constitucional: con 117 votos se puede detener cualquier iniciativa en ese sentido. No habrá ninguna reforma constitucional sin la aprobación del PP.

En el diario El Mundo, hicieron esta pregunta a sus lectores:

¿Crees que con estos resultados es posible la formación de un Gobierno estable?

Con más de 8000 respuestas, un 76% afirmaba, al momento de verse la nota, que NO. 

¿Aceptarán Sánchez y su PSOE la propuesta de abstenerse, la mayor posibilidad que parece existir hoy de formar gobierno, encabezado por Rajoy? En cambio, para que Sánchez lo pudiera lograr, se necesitaría la unión de un grupo grande de partidos de todo tipo. El gallego Rajoy deberá usar toda su experiencia y capacidad de negociación para poder repetir.  No sería extraño que esta legislatura -independientemente de quién logre formar gobierno- sea de muy breve duración, y de que tengan que convocarse nuevas elecciones muy pronto. Si ello ocurre, esperemos al menos que Mariano Rajoy esta vez sí tome en serio su preparación para los debates.

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