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Solución salomónica centroamericana para crisis migratoria cubana

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El acuerdo logrado el pasado lunes 28 de diciembre entre México y los países centroamericanos para resolver la crisis creada en torno a miles de cubanos atrapados en suelo costarricense puede tornarse en el puntillazo final que inicie el cierre de la Ley de Ajuste Cubano y la política de pie seco y mojado vigentes en Estados Unidos para beneficio de la emigración cubana.

El plan piloto anunciado por los gobiernos reunidos en la capital mexicana, en plena celebración navideña, garantizará al menos el traslado de los emigrantes cubanos desde Costa Rica en vuelo directo a El Salvador y de allí hacia México en una caravana de autobuses. Ya en suelo azteca le serán facilitados salvoconductos por diez días, plazo en el que deben aprovechar para acercarse a la frontera norteamericana y materializar el objetivo de su aventurada travesía.

El arreglo previsto, como es de carácter humanitario y excepcional, tendría la finalidad de resolver la situación de los emigrantes y de paso desarmar el foco conflictivo entre las fronteras del país tico y Nicaragua. Costa Rica se quita el peso de un problema con el cual no puede lidiar por mucho tiempo, dada la limitada capacidad de recursos para atender esta marea humana estancada en su territorio, con tendencia a ser mucho más numerosa.

El ejercicio que dará comienzo en la primera semana de enero supone el coste de los pasajes aéreos por parte de los propios cubanos migrantes, pero no aclara si estos deberán correr también con los gastos de los otros traslados. Tampoco especifica si al mismo tendrán derecho la totalidad de los que están varados en suelo costarricense, una cifra que se calcula entre 5 mil y 7 mil. Menos aún queda poco clara la situación de los casi mil que se hallan en Panamá y los que ya se encuentran en marcha en Ecuador y Colombia.

La gran movida de esta ola y las que se están verificando con nuevos bríos por el mar, dejan cada vez en una posición más incómoda a quienes en el Congreso norteamericano se empecinan en mantener leyes y medidas que han contribuido enormemente con la mayor y más rentable empresa sostén del sistema político cubano por años. Si bien es cierto que la determinación de salir de la Isla por cualquier vía se debe a la evidente desesperanza en el futuro y la falta de respuesta económica que mejore el estado de la sociedad, no lo es menos que esa determinación recibe el impulso de saber que en el otro lado esperan beneficios y acogida a los que lleguen. Lo expresan con sus palabras quienes manifiestan el temor a que las nuevas relaciones entre Cuba y Estados Unidos acaben con el estado de esas mercedes y por tanto la urgencia en salir.

Del lado contrario, el gobierno cubano saca réditos de esta nueva crisis. No sería de extrañar que gran parte del manejo de la misma haya estado en sus manos. Algo que va contra la lógica de quienes opinan que a La Habana no le conviene acabar con una política que lejos de perjudicarle, ha posibilitado el montaje de una fuente productiva en remesas y envíos, una manera de hacer ganancias de manera rentable y con muy pocas inversiones. Ahora llega el momento de hacer un reajuste en el plan. Para echar a andar la economía interna la fuga de mano de obra joven y de profesionales, que son los que más optan por la estampida, resulta contraproducente. Es mejor no tanto el cierre total de la puerta, sino al menos un límite que permita el flujo moderado y controlado.

Pero lo más importante en esta movida ha sido el reforzamiento del criterio económico como generador de inestabilidad y causa del escape masivo, algo que no es del todo falso y que a los ojos del mundo no es muy diferente al que se verifica en otros lugares, incluidos los países centroamericanos escenarios del evento. Y precisamente el logro maestro de esta jugada es poner a esos países al frente de la campaña en aras de levantar otra medida no menos vital: el embargo económico vigente hacia Cuba por parte del gobierno norteamericano.

Los países del triángulo norte centroamericano sufren por estos días el temor de que en el vecino del Norte se produzca una intensa redada contra sus ciudadanos emigrados de manera irregular. Solamente de Honduras han sido deportados en el 2015 más de 65 mil que estaban en esa situación. En respuesta y haciendo un paralelismo con la crisis de los cubanos, el gobierno de Guatemala pidió a Estados Unidos el cese de la Ley de Ajuste y la medida de pie seco o la aplicación de ambas a todos los emigrantes que crucen hacia ese territorio. En este escenario se produce una iniciativa apoyada por fondos aprobados por el Congreso norteamericano de la que se beneficiarán, entre otros, Honduras, El Salvador y la propia Guatemala.

El llamado Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica con un monto inicial de 750 millones de dólares, busca frenar el empuje migratorio generando empleos y mejorando el aparato productivo de los países fuentes de esa realidad. Un proyecto que en un futuro también puede extenderse bajo otro nombre a Cuba para ayudar a levantar su endeble economía y evitar el sangrado poblacional que frenaría el avance hacia índices mayores de desarrollo.

Así la puesta en marcha del plan para que los cubanos sigan su marcha contiene aspectos que hacen sospechar que estamos ante un plan de carácter más pragmático que humanitario. La insistente propuesta de Nicaragua para que Estados Unidos enviara aviones que llevaran en vuelo directo a los cubanos estancados en su frontera, el llamado de Guatemala sobre la diferenciación entre el trato que se da a los isleños, pidiendo el cese del mismo o la aplicación paritaria para todos los casos, y este aparente arreglo final de paso abierto hacia Estados Unidos, permiten hacer una observación de la que no deben estar ajenas las autoridades norteamericanas. Todos los ojos de los vecinos afectados por las leyes anti inmigratorias en ese país están pendientes de lo que ocurra en enero cuando los cubanos reciban la bienvenida en tierras de libertad. En definitiva no deja de ser curioso que la solución a la crisis migratoria cubana haya ocurrido el Día de los Santos Inocentes.

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