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La «tuitplomacia» convierte a América Latina en un polvorín

El lenguaje, sin filtros, de sus líderes políticos a través de las redes sociales y plataformas digitales ha generado crisis como la actual de México y Ecuador

De izquierda a derecha y de arriba a abajo, Daniel Noboa, Andrés Manuel López Obrador, Javier Milei, Nayib Bukele, Gustavo Petro y Dina Boluarte

 

No quedan tan lejos aquellos días en los que Donald Trump incendiaba las redes sociales y provocaba peligrosas escaladas de tensión a nivel internacional, como la que tuvo lugar con el presidente norcoreano Kim Jong-un, que llevó a ambos países al borde de un conflicto nuclear en julio de 2017. Aquella forma de gobernar, a golpe de tuit, parece haberse extendido a lo largo de toda América Latina. De Petro a Milei, pasando por Bukele y López Obrador, han surgido –principalmente en aquellos países donde se ha instalado el populismo– líderes que rechazan la forma tradicional de hacer política y que han utilizado las redes sociales para desplegar sus discursos. Su lenguaje sin filtros, y más emocional que racional, ha dinamitado las reglas de la diplomacia tradicional, ha provocado serias crisis internacionales.

A pesar de estos comportamientos, son muchos los que valoran de manera positiva la incorporación de las redes sociales a la vida política. «Cuando alguien envía un tuit a un jefe de Estado o a cualquier otro político y recibe una respuesta, ya sea positiva o negativa, puede ayudar a crear una imagen del político como un ‘político del pueblo’», señala el ‘think tank’ Observer Research Foundation en un informe en el que analiza la evolución de lo que se conoce como la Diplomacia de Twitter o ‘Twiplomacy’ (un término acuñado en la década pasada que se refiere a la suma de la diplomacia tradicional, la diplomacia digital y Twitter).

Según este documento, el uso de Twitter (ahora X) se ha convertido en una parte integral de las relaciones internacionales actuales. Sin embargo, es una herramienta que tiene dos caras. En el lado positivo, el ‘think tank’ menciona la creación, por parte de X, de su propia forma de diplomacia al incorporar las funciones diplomáticas tradicionales «como la deliberación y la negociación», y contribuyendo así a la proyección del poder blando en el mundo. En el reverso de la moneda está la generación de conflictos por un mal uso de las redes sociales, algo que se ha percibido con demasiada frecuencia en Iberoamérica.

Crisis de la diplomacia tradicional

El avance de la ‘tuitplomacia’ ha marginado el desempeño de la diplomacia tradicional, que «desafortunadamente se ha deteriorado a nivel mundial, y un ejemplo evidente es América Latina», sostiene Camilo Reyes Rodríguez, diplomático y excanciller de Colombia durante el mandato del presidente Juan Manuel Santos, en declaraciones a ABC. Entre las principales causas de este declive, menciona el «deterioro muy profundo y preocupante de las instituciones creadas para manejar las relaciones entre los países, basadas en tratados, acuerdos, política bilateral y multilateral, para las que se recurría siempre a la diplomacia».

Este empeoramiento ha sido causado, a su vez, por un deterioro «muy agudo» del lenguaje. «A nivel de líderes políticos y jefes de Estado se ha presentado, especialmente en América Latina, un absurdo deterioro del lenguaje», que antes era «respetuoso y considerado. Los presidentes, los soberanos y los cancilleres representan a su país y a toda su población. El respeto y el cuidado no es un capricho», subraya.

 

«El lenguaje antes era respetuoso y considerado. Los presidentes, los soberanos y los cancilleres representan a su país y a toda su población. El respeto y el cuidado no es un capricho»

Camilo Reyes Rodríguez

Diplomático y excanciller de Colombia

 

Un principio que no han seguido algunos de los presidentes de Iberoamérica que encabezan la lista de líderes más influyentes en Twitter en 2022, confeccionada por la empresa de comunicación Burson Cohn & Wolfe. Entre los quince primeros se encuentran siete mandatarios iberoamericanos. El mejor situado, en el cuarto puesto, es el colombiano Gustavo Petro (con 7,4 millones de seguidores en su cuenta de Twitter), uno más abajo está el entonces presidente de Brasil, Jair Bolsonaro (12,3); y le siguen Nicolás Maduro (4,7), el salvadoreño Nayib Bukele (6,1), el chileno Gabriel Boric (2), el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (10,6) y, en el puesto decimoquinto, el cubano Miguel Díaz-Canel (820.000 seguidores).

Gracias a estos millones de seguidores, estos líderes han hecho virales a través de las redes sociales y plataformas digitales su despliegue de insultos, reproches y enfrentamientos, que han desembocado en algunos casos en rupturas diplomáticas.

El caso más reciente ha sido el del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que en una de sus ‘mañaneras’ (rueda de prensa diaria que ofrece en el Palacio Nacional) habló sobre el proceso electoral en Ecuador en 2023, cuestionando el asesinato del candidato Fernando Villavicencio. Aquello provocó la protesta del Gobierno de Daniel Noboa y la expulsión inmediata de la embajadora mexicana. Esta acción a su vez fue contestada por la Administración de López Obrador, concediendo asilo diplomático al exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, condenado por corrupción, que llevaba más de tres meses y medio refugiado en la embajada mexicana en Quito, y cuya entrega había reclamado varias veces el Ejecutivo ecuatoriano. La crisis culminó cuando Noboa ordenó el asalto a la embajada para detener a Glas, lo que llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas por parte de México y la posterior denuncia contra Ecuador, presentada el pasado jueves ante la Corte Internacional de Justicia, por la violación del derecho internacional.

La acción que originó esta crisis se enmarca en la segunda preocupación que expresa el excanciller colombiano y que ha producido tensiones diplomáticas en la región: «De alguna manera se ha puesto de moda romper el principio de la no injerencia en los asuntos internos de otros países. Un concepto que está ligado al de soberanía» y que se ha ido «debilitando». Y señala las motivaciones que hay detrás de esto: «Con mucha frecuencia los líderes de algunos países, cuando tienen problemas internos, resuelven insultar a los países vecinos o a aquellos que tienen una orientación ideológica distinta porque es una manera de distraer la atención pública de sus propias circunstancias».

 

«De alguna manera se ha puesto de moda romper el principio de la no injerencia en los asuntos internos de otros países«

Camilo Reyes Rodríguez

Diplomático y excanciller de Colombia

 

Y se refiere a la crisis entre Ecuador y México, en la que se dan dos circunstancias «muy dolorosas». «Las declaraciones del presidente López Obrador son muy agresivas contra las elecciones que llevaron al poder a Noboa; pero además de eso, la reacción del otro lado no ha sido solo desconocer la Convención de Viena, sino los tratados de asilo, una de las instituciones del derecho internacional americano», subraya, al mismo tiempo que matiza que este asilo se aplica de una forma distinta y más limitada en Europa. «Pero ha representado un orgullo para el derecho internacional de América Latina, y ha representado la posibilidad de salvar la vida de miles de personas. Es muy grave que frente al insulto del presidente de México sea violar la Convención de Viena, y los acuerdos sobre asilo», zanja el excanciller colombiano.

El incidente con Ecuador es el más grave y más reciente protagonizado por López Obrador, pero no es un hecho aislado en su trayectoria presidencial. En diciembre de 2022 y a lo largo de 2023, el mandatario mexicano cuestionó durante sus ‘mañaneras’ la legitimidad de la presidenta peruana Dina Boluarte, que asumió el poder tras el intento frustrado de ‘autogolpe’ de Estado de Pedro Castillo, actualmente en prisión. Aquella injerencia provocó que López Obrador fuera declarado persona ‘non grata’ por el Parlamento peruano.

Retórica del insulto

Las ‘mañaneras, que se pueden ver todo los días en directo en YouTube y a través de la cuenta de Twitter de López Obrador, se han convertido en una gran fuente de conflictos para el presidente mexicano. Creadas en 2001, cuando era jefe de gobierno de Ciudad de México, le generaron tal popularidad que decidió mantenerlas durante su etapa como presidente. Luis Antonio Espino, experto en comunicación política y autor del libro ‘López Obrador: el poder del discurso populista’, ha hecho un seguimiento de las ‘mañaneras’ del presidente mexicano y ha analizado su lenguaje en el que el mandatario utiliza el «insulto como arma retórica».

Entre los insultos –«cargados de desprecio moral»– favoritos del presidente se encuentran, entre otros, el de «conservadores», «mezquinos y neofascistas», «corruptos», «fifís» (utilizado este último contra la prensa conservadora)… Espino recuerda además cómo el mismo López Obrador «ha dicho sonriente que ‘es un gozo’ utilizar este tipo de palabras contra sus adversarios».

 

Pero López Obrador no es el único que se tira al barro para criticar a sus homólogos. También practica este hábito el presidente argentino, Javier Milei, famoso por sus exabruptos, que recientemente se despachó a gusto contra los mandatarios mexicano y colombiano, acusándolos en una entrevista concedida a la CNN de ‘ignorante’ y ‘terrorista asesino’, respectivamente. La refriega dialéctica siguió en la cancha de las redes sociales, donde Milei justificó sus epíteto a López Obrador como la respuesta por tildarle este con anterioridad de ‘facho conservador’.

Otro de los casos más visibles en América Latina ha sido el del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, nativo digital, que siempre ha demostrado un gran dominio de las redes sociales, lo que le ha granjeado una gran popularidad. Durante los primeros meses en el poder, en 2019, se dedicó a despedir públicamente a los funcionarios de la anterior Administración. También desde su cuenta, en la que tiene 6,1 millones de seguidores (la población de El Salvador es de 6,3 millones de habitantes) ha escenificado sonados enfrentamientos con mandatarios como Petro, quien cuestionó a Bukele sobre la violación de derechos humanos en relación a la ‘megacárcel’ construida para encerrar a 40.000 pandilleros durante el estado de excepción, bajo el que vive el país desde hace dos años. A lo que el salvadoreño, sin pelos en la lengua, respondió recordándole los pleitos de su hijo con la justicia.

 

Si bien para la Observer Research Foundation Twitter ha demostrado ser una gran herramienta de poder blando al proporcionar un canal de comunicación y diálogo entre diplomáticos y ciudadanos, «que ayuda a los primeros a liberarse de prácticas burocráticas engorrosas», también muestra preocupación por el futuro de una red social que se ha convertido «en un foro para ajustar cuentas, ventilar quejas e instigar impulsos nacionalistas».

 

 

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