Norman Lebrecht: «En este mundo de mentiras y manipuladores como Elon Musk, tenemos que reclamar la verdad»
El crítico musical, uno de los más respetados del panorama internacional, acaba de publicar el libro '¿Por qué Beethoven'?
«Beethoven es la verdad». Así de categórico se muestra Norman Lebrecht (Londres, 1948), uno de los más importantes y respetados críticos de música, que en su último libro se pregunta ‘¿Por qué Beethoven?‘ (Alianza Música), cuestión que intenta responder a través de un análisis de cien de las obras del compositor alemán. «Hay varias respuestas -dice Lebrecht, que hace quince años publicó un libro similar sobre Gustav Mahler-: cuando Beethoven irrumpió en Viena en 1792 se le saludó como un genio, como un nuevo Mozart. Pero él tenía su propia personalidad y no quería que lo compararan con Mozart; si lo hacían es que no le comprendían». Con este libro, añade, ha querido pensar en las preguntas que no nos hemos hecho sobre Beethoven, como si se enamoró alguna vez. «Puedo decir con el 99,9 por ciento de seguridad que no tuvo sexo. Él se enamoraba de mujeres inalcanzables para él para tener la experiencia emocional del amor, pero no la física».
Beethoven -sigue el crítico- «vivía una vida nada convencional, dedicado a desarrollar su propio talento y apartaba de ella todas las distracciones que le pudieran impedir componer las piezas tan maravillosas que nos dejó». Sitúa Lebrecht al compositor a la altura de artistas como Leonardo da Vinci o William Shakespeare -«es increíble pensar que alguien que venía de un pequeño pueblo de Inglaterra pudiera conocer tantas cosas sobre la condición humana y que las expresara en solo dos líneas de diálogo»-. «Es uno de los cuatro o cinco creadores más importantes de la historia», asegura, «y es cierto que no tenemos mucha información sobre ellos, como tampoco sobre Beethoven. Hay pequeñas anécdotas o circunstancias que nos permiten descubrirlo, pero hay algo mucho más grande asequible: su música. A través de ella le puedes sentir e incluso conocer».
Un mundo de mentiras
«Vivimos en un mundo de mentiras -añade Norman Lebrecht-. En un mundo en el que en Estados Unidos, al elegir de nuevo a Donald Trump, mucha gente ha decidido ignorar la verdad y votar por lo que saben que es injusto. Y en este mundo en el que nuestra percepción de los hechos está siendo manipulada por personas como Elon Musk, ¿cómo sabemos lo que es la verdad? Tenemos que reclamar la verdad y saber cuál es la base de lo que es real. Yo puedo decir que lo que tengo delante es una mesa, y alguien llevarme la contraria y confundirme. ¿Cómo aclaramos todo esto? Una de las maneras es a través de Beethoven. Él no tenía compromiso con nadie, no nos lleva a caminos falsos. Es la verdad. Otros músicos son mero entretenimiento; Mozart lo es, quiere que sonrías, que bailes. Para Johann Sebastian Bach la música es su trabajo, su medio de vida. Pero Beethoven es la verdad, buscaba la verdad y si no la encontraba se iba a otro lugar a buscarla».
Cita Lebrecht un ejemplo. «Cuando Beethoven, con 22 años y sin dinero, llega a Viena, necesita un mecenas. Y entonces un príncipe austríaco le llevó a su casa y le da todo tipo de facilidades para componer y darse a conocer. Pero de alguna manera también le dijo que es su dueño, que le posee. Beethoven empieza a ver toda la corrupción que hay en la aristocracia vienesa y, cuando el príncipe le invita a un castillo que tiene en el campo, Beethoven se niega a tocar lo que le piden. El aristócrata le pregunta:’¿Sabes quién soy yo?’ Y el compositor, enfadado, y después de tirar una silla contra el suelo, responde. ‘Sí, un príncipe. Pero hay muchos príncipes, pero solo hay un Beethoven’. Y es que en él, insisto, está la verdad, los principios más importantes de la vida, y lo refleja en su música».
Norman Lebrecht se ha preguntado si quizás su visión sobre Beethoven le hace crear una ilusión sobre él. Fue un amigo suyo quien le tranquilizó al decirle que Beethoven era como Moisés, «el único que recibe directamente la palabra de Dios». Hace casi doscientos años que murió el compositor, sigue Lebrecht, «¿pero ha habido alguien en este tiempo que haya tenido una relación tan intensa con la fuente de su creación? Me cuesta encontrarlo…»
Abrir puertas
El libro tal vez más relevante de Norman Lebrecht se titula ‘¿Quién mató a la música clásica?’ La pregunta es obligada: ¿está muerta la música? «Muerta no, pero está en peligro. Hay tres generaciones a las que se ha enseñado matemáticas, tecnología… Pero no música; no se les ha enseñado tampoco a dibujar, a escribir… Han crecido sin poder reconocer su propia creatividad, y al convertirse en adultos no tienen puertas que abrir para relacionarse con la música. Ese es mi trabajo, abrirlas. Después tenemos a los medios de comunicación. Cuando empecé a trabajar en los periódicos se distinguía entre música clásica y música pop. Ahora, con suerte, encuentras una referencia a la música clásica en un rincón de la página. En este mundo incierto es difícil distinguir entre lo verdadero y lo falso, y la música nos enseña a encontrar la verdad».
¿No hay demasiada música en nuestros días? ¿Qué pasa con el silencio? «El silencio también es música, sin el uno no se entiende la otra. Pero es verdad que ahora el silencio no existe. Si nos callamos seguiremos escuchando un ruido aquí, otro allá… Empecé este libro durante el confinamiento; entonces no había ruidos externos, escribía sentado en el jardín escuchando a los pájaros igual que lo hacía Beethoven. Porque los pájaros ahora tienen que gritar para que se les escuche por encima de los coches y de otros ruidos. No creo que el silencio exista como tal.
«Hace treinta años -concluye Lebrecht-, un músico a quien fui a entrevistar en Japón me dijo que iban a inventar un aparato para que pudiéramos hablar por teléfono por la calle, y yo le dije que era una ridiculez. Pero míranos ahora. La comunicación humana ha cambiado completamente; y no solo ha cambiado, sino que ha superado todo lo imaginable; es como si se estuviera volviendo no humana, no visible. ¿Cómo vamos a esperar certidumbre de todo esto? Por eso necesitamos a Beethoven; es quien nos conecta, quien nos ayuda a ver quién somos de verdad».
Beethoven: Tripelkonzert ∙
Nicholas Angelich (Piano)
Gil Shaham (Violín)
Anne Gastinel (Violoncello)
Sinfonieorchester ∙ Paavo Järvi