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Josep Borrell, adiós y nunca más

Activistas cubanos valoran la gestión del ya exjefe de la diplomacia europea, marcada por el apaciguamiento y la violación de los acuerdos entre Bruselas y La Habana.

Josep Borrell y Kaja Kallas, durante el traspaso del cargo de jefe de la diplomacia europea.
Josep Borrell y Kaja Kallas, durante el traspaso del cargo de jefe de la diplomacia europea. Kaja Kallas / X

 

 

Moscú, febrero de 2021. Un periodista de Sputnik pregunta a Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, sobre las relaciones entre Bruselas y La Habana. A su lado, complacido con la parrafada del amanuense, el canciller Serguéi Lavrov reprocha al socialista español: «Le preguntaron sobre Cuba porque usted tiene relaciones bastante notables e importantes con ese Estado. Es un ejemplo positivo de cómo guiarse por el sentido común y evitar presiones unilaterales ilegítimas, especialmente el anuncio de diversas formas de bloqueo y embargo».

El Kremlin preguntaba a Borrell por qué la Unión Europea no trataba a Moscú en las mismas condiciones que a La Habana. Esto sucedió antes de iniciarse la guerra contra Ucrania, pero refleja cómo incluso Rusia podía darse cuenta de las contradicciones del personaje español, siempre favorables al Palacio de la Revolución.

Borrell ya es historia. Ha comenzado la era de Kaja Kallasun perfil supuestamente menos apaciguador, pero está por ver hasta dónde ha calado en Bruselas la «gentileza» extrema del antiguo canciller europeo.

«Lo mejor de la etapa de Borrell es que se fue y no puede regresar. Ha hecho mucho daño que estas posiciones sean ocupadas por personas con un sesgo político tan grande, que interfiere en su capacidad de entender la naturaleza de un régimen como el cubano», afirma Carolina Barrero, directora ejecutiva del grupo Ciudadanía y Libertad.

Elena Larrinaga, presidenta del Partido Demócrata Cristiano de Cuba (PDC), coincide en que el mandato de Borrell «ha resultado fallido para Cuba, porque no se ha conseguido nada».

«Todo está peor. No ha sido una ingenuidad, la política de apaciguamiento no ha funcionado», asegura.

En una carta de despedida, publicada el sábado pasado, Borrell dice sobre América Latina y el Caribe que «lo que está en juego va mucho más allá de lo económico y lo comercial» y admite que «es, ante todo, geopolítico». Sin embargo, solo menciona explícitamente la necesidad de finalizar el acuerdo comercial con Mercosur, sin incluir ninguno de los graves problemas de derechos humanos de la región.

«El hecho de que no haya aprovechado el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC) para avanzar y dar seguimiento al asunto fundamental de los derechos humanos, caracteriza su débil gestión», opina Manuel Cuesta Morúa, vicepresidente del Consejo para la Transición en Cuba.

El activista socialdemócrata lamenta que la UE no reaccionara al apoyo de La Habana a Moscú en la invasión a Ucrania: «Lo que indicaba el manual era un encarecimiento de las relaciones al Gobierno cubano, por mal comportamiento.la UE tenía a la mano una herramienta estratégica para eso y no la utilizó«.

La visita de los pastelitos

El viaje de Borrell a La Habana, en 2023, profundizó aún más el incumplimiento del Acuerdo de Diálogo Político, escondiendo a los activistas cubanos como apestados.

La académica Alina Bárbara López Hernández fue una de las invitadas a la reunión con el alto representante, celebrada en la embajada europea en la capital.

«La visita de Borrell no cambió nada, ni para bien ni para mal. El primer error fue venir condicionado a que ‘en Cuba los derechos humanos se violan, debido a la hostilidad de EEUU’. Hasta que no se entienda qué pasa en Cuba y que Cuba es un modelo en sí mismo, no va a pasar nada», explica la intelectual a DIARIO DE CUBA.

López Hernández recordó a los europeos que ellos «saben perfectamente» que existió un campo socialista, «donde se daban esas mismas violaciones de derechos humanos, el autoritarismo y la falta de democracia, sin necesidad de un diferendo», ni con EEUU, ni con Europa occidental.

«A mí me golpearon en el Parque de la Libertad de Matanzas, para entrarme en un auto y secuestrarme», le dijo López Hernández a Borrell en aquella reunión. Entonces, ella notó que «bajó la cabeza» y al final le dio la mano muy fuerte. «Se acercó a mí y me dijo: ‘Usted es una mujer muy valiente'».

Durante la visita, además del secretismo y la falta de reconocimiento público a los activistas prodemocracia, también se permitió el chantaje del régimen cubano.

Un activista que prefiere el anonimato admite a DIARIO DE CUBA: «Fui una de las dos personas vetadas por el Gobierno cubano al encuentro con Borrell. Nos sacaron de la lista, aunque después pudimos reunirnos con un funcionario europeo».

«Este será recordado como un período en el que al régimen se le dieron todas las prebendas con tal de no molestarlo. Entre ellas, no usar los fondos de la cooperación, que estipula el ADPC para apoyar a la sociedad civil real, y que el dinero fuera para organizaciones del régimen», sentencia Carolina Barrero sobre el ya exjefe de la diplomacia europea.

 

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