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El mundo según Trump: un cambio de paradigma

El nuevo enfoque de la geopolítica mundial del republicano tiene al secretario de Estado, Marco Rubio, y al asesor de seguridad nacional, el coronel, Mike Waltz, como sus dos sólidos baluartes

MEX2294. TIJUANA (MÉXICO), 06/02/2025.- Un integrante del ejercito de Estados Unidos refuerza un muro con alambre de púas este jueves, en la frontera con la ciudad de Tijuana, en Baja California (México). Elementos del Ejército de Estados Unidos comenzaron a reforzar el muro fronterizo en la frontera entre San Diego y la ciudad mexicana de Tijuana, en la zona aledaña al puerto internacional de San Ysidro. EFE/ Joebeth Terríquez EEUU refuerza con alambres de púas el muro fronterizo en la ciudad mexicana de Tijuana

 

En estrategia política se ha puesto de moda dominar el relato, los verdaderos expertos de la estrategia en comunicación política hablan de controlar el ciclo informativo. Quien haya seguido la excelente serie «El ala oeste de la Casa Blanca» (que ha envejecido mal porque los demócratas moderados que representa apenas tienen peso hoy en la política estadounidense) recordará al personaje del sabio director de comunicación Toby Ziegler (interpretado por el actor Richard Schiff) que dice que lo más importante en estrategia de comunicación política era entender cómo funciona el ciclo informativo (news cycle).

Los temas espinosos los sacaban el viernes por la noche para que saliesen el sábado por la mañana, «el basurero de ciclo informativo». Hoy el ciclo no tiene días buenos o malos, todos los días se trata de crear impacto lo que permite dominar el mensaje. Esto unido a la estrategia de la ya mencionada de «estupefacción», como la definió el periodista y filósofo francés Michel Eltchaninoff, ha permitido a Trump y su Administración dejar sin mensaje, reacción y casi sin aliento a sus adversarios y de paso al resto del mundo.

Esta técnica aplicada a la política interna puede tener cierta lógica, la política exterior es muy delicada y las técnicas de política interna aplicadas a la política exterior pueden llegar a ser extraordinariamente desestabilizadoras. Lo que más ha llamado la atención es Oriente Medio, y su propuesta de crear la Riviera Gazatí, entran lleno en la estrategia de estupefacción. El cumplimiento de las promesas electorales y la puesta en marcha de la estrategia de Trump 2.0 va tener al mundo pendiente de las pantallas durante cuatro años.

Sin embargo, el shock que produce el plan Gaza no debe desviar nuestra atención del nuevo enfoque de la geopolítica mundial de la Administración Trump, que es quizás donde tenga a dos de sus más sólidos baluartes, el primero el secretario de Estado Marco Rubio que ha crecido y madurado políticamente de manera extraordinaria como se ha puesto de manifiesto en su confirmación por unanimidad en el Senado y sus primeros viajes oficiales. El segundo pilar de la política exterior «trumpiana» es el asesor de seguridad nacional, coronel de fuerzas especiales (cuatros estrellas de bronce al valor en combate) Mike Waltz hasta ahora miembro de la Cámara de Representantes, primer «boina verde» en ser elegido al Congreso de los EE UU. Waltz fue presidente de la comisión de la Fuerzas Armadas de la Cámara y hombre muy respetado dentro de las fuerzas armadas y en la Cámara donde incluso sus adversarios le tienen en muy alta estima.

No es Occidente quien se ha empeñado en volver a abrir las heridas de un mundo dividido, no es la OTAN, por mucho que se empeñen los «conspiranoicos» de los extremos del espectro político, la que provoca la invasión de Abjasia y Osetia del Sur, tierras de Georgia, ni la invasión y anexión de Crimea ni la guerra de Ucrania. Tampoco es Occidente el causante de las tensiones en el Mar de la China de Sur, ni son todos los países adversarios de China aliados de los EE UU. Es escalofriante ver la coincidencia de discurso entre la extrema izquierda y la extrema derecha en materia geopolítica. Si distorsionásemos las voces y no viésemos las imágenes, sus mensajes resultan inquietantemente similares.

Durante décadas el Primer Directorio de la KGB y su departamento de influencia política que en Occidente se conocía vulgarmente como el Departamento 13 (no consta que este fuese su nombre real) estaban empeñados en conseguir que una parte del espectro político democrático se mostrase crítico con la OTAN, los gobiernos occidentales, debilitando así, la alianza de Occidente contra la barbarie y opresión comunista, marxista-leninista. Hoy los chinos con su aparato colosal de propaganda y ciberpiratería e influencia y los rusos reconvertidos en campeones de la Europa cristiana y considerada por la extrema derecha como el baluarte de la Europa blanca y referente contra los excesos de «wokismo» y la ideología de género. La extrema derecha no debería poder robar una bandera legítima de los partidos moderados, la lucha contra los excesos de la izquierda radicalizada, que se ha quedado sin reivindicaciones, pues la seguridad social, la protección de los más desfavorecidos o la defensa de las clases trabajadores, ya no es monopolio de la izquierda. Por eso han tenido que lanzarse a abrazar causas que no formaban parte del ideario de la socialdemocracia tradicional y moderada que fue, junto con el centro derecha de liberales, conservadores y democristianos, los arquitectos de un Occidente libre próspero y solidario.

El problema hoy es que si los excesos de muchas de las izquierdas de Occidente no fuesen tan peligrosos serían postulados que rozan el ridículo, por excesos, irreales y alejados de los problemas de sus ciudadanos y de las tragedias geopolíticas que parecen cernirse sobre nosotros.

Cuando ambos extremos, además de no pocos tontos útiles supuestamente moderados, desgranan los pecados de Occidente y ponen en pie de igualdad las democracias agredidas o amenazadas con los agresores y los matones geopolíticos, es que tenemos un muy serio problema. Las trifulcas y menudencias de las políticas localistas de unas clases políticas sin liderazgo, lecturas o experiencia internacional digna de tal nombre han desarmado a Occidente en general, pero a Europa muy en particular, ante las gravísimas amenazas y desafíos del siglo XXI.

Vivimos en un mundo que, a pesar de los cambios provocados por la pandemia de cuestionar la globalización y renacionalizar industria y economía, sigue siendo profundamente interdependiente. En consecuencia, las políticas que nos puedan parecer más chocantes de la Administración Trump 2.0 las debemos gestionar con inteligencia, influencia de quienes creemos que no todo el orden surgido de la segunda guerra mundial y modificado tras la caída del muro de Berlín y la implosión de la URSS, es malo. No es acercándonos a nuestros adversarios, a aquellos que nos consideran enemigos y que los más inconscientes consideran competidores (Biden y no pocos políticos europeos) que lograremos apagar los incendios salvajes que ya han empezado a declararse.

Los primeros mensajes a Iberoamérica no pueden ser más claros, no se va a aceptar la influencia china y rusa en el hemisferio en contra de los intereses de los EE UU y de sus aliados. La primera victoria fue en Panamá donde las primeras declaraciones fueron matizadas por las acciones del gobierno panameño, la no renovación del tratado preferente con China, la exención de los derechos de paso por el canal de Panamá para la Marina estadounidense y muy probablemente incluso para los mercantes. En un mundo interdependiente la influencia de tu adversario que puede transformarse en instrumento de agresión o estrangulamiento geoeconómico, y eso no puede quedar sin contestación. Ignorar el expansionismo chino en Iberoamérica es una grave irresponsabilidad y no se puede alegar la acuciante necesidad de capital e inversiones para justificar vender su situación geoestratégica privilegiada, su territorio o sus recursos naturales a quien se declara de forma inequívoca incluso en sus documentos oficiales, enemigo de occidente.

La firme posición de la Administración Trump respecto a todos los regímenes de extrema izquierda populista es muy clara. Por cierto, los principales aliados de estos regímenes en Iberoamérica son justamente Rusia, China, Irán. Casi nada es casualidad en geopolítica.

Irán va a ser junto a China el eje central de la política exterior de la Administración Trump 2.0. Marco Rubio ha dejado muy claro que no se va a tolerar que Irán acceda al arma nuclear. La tecnología de misiles para el lanzamiento ya los tiene, incluso misiles hipersónicos contra los que los sistemas de defensa antimisiles actuales son muy poco eficaces. Estos misiles ya los ha utilizado contra Israel cargados con cabezas convencionales. Si Irán consigue fabricar y reducir las cabezas nucleares para armar sus misiles con las mismas, el mundo habrá entrado en una fase apocalíptica. El régimen iraní es de los más agresivos y peligrosos del mundo. El hecho de haber perdido a su aliado principal en Oriente Próximo, el bestial régimen de Bachar Al Asad, los ha debilitado seriamente, pero en nada ha tocado su fanática voluntad de destruir al Estado de Israel y atacar los intereses de Occidente en la Región.

No podemos perder de vista la lucha contra el terrorismo. Daesh y las nuevas versiones de Al-Qaeda están fuertemente arraigadas en algunas regiones de Oriente Medio. Irak occidental, Siria oriental, y manchas donde las fuerzas de HTS, los kurdos de la SDF (Fuerzas Democráticas Sirias) o lo poco que queda de fuerzas occidentales, no llega. Por eso es muy preocupante que los EE UU retiren los 2.000 efectivos de Fuerzas Especiales estacionadas en el sureste del país. Esperemos que otras fuerzas de la OTAN tengan tiempo de tomarles el relevo.

 

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