Gloria Lomana: Feminismo cuentista
«Las mujeres promocionadas por los fundadores de Podemos siguen braceando entre justificaciones y silencios ominosos mientras ellos están fuera de la política»
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Iñigo Errejón, Pablo Iglesias e Irene Montero en un congreso de Podemos. | Europa Press
Vinieron a cambiar el mundo, a que tocáramos el cielo desde una izquierda alternativa porque lo que había en la vida pública – decían- no nos representaba y, por lo que vamos sabiendo, quienes claramente ni pueden ni deben representarnos son aquellos salvadores de pacotilla. La metáfora del cielo servía para empoderar a machos que iban tocando su propio cielo a través de los culos de las mujeres que asaltaban a las bravas. Caprichosos, canallas, machos alfa, herederos genuinos de la cultura patriarcal que decían venían a liquidar. Hipocresía de diván de psiquiatra.
Desde la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, crearon Podemos en 2014. La crisis económica y el calendario electoral le soplaba vientos a favor. La palanca la alimentaron con la acampada del 15-M que ocupó la Puerta del Sol. El carisma y la oratoria de aquel chico que se presentó a su primer debate electoral en ese año 2015, con coleta y en mangas de camisa, hicieron el resto, sobre todo cuando el primer eslogan apelaba al patriotismo del pueblo, prometiendo nada menos que «un país contigo». Al más puro estilo leninista, si el cielo se tenía que conseguir a martillazos, cualquier escrache valía, intimidando tanto a familias e hijos de políticos (curiosamente la preferencia eran las políticas) como a cualquiera que no comulgara con la secta, recordemos los monos naranjas cual presos de Guantánamo con los que expulsaban de un auditorio al más acreditado conferenciante. Con aquellos modos de guerrilla urbana se presentaron a la repetición electoral de 2016, astutamente con el lema «la sonrisa de un país».
De tales modos debíamos haber sospechado desde el inicio. Me honra el decir que yo sí lo hice, contracorriente, porque nunca he compartido un asalto ni he confiado en salvadores de nada, partidaria como soy de fomentar el juicio crítico de cada cual. Podríamos haberles confiado limpiar la política, pero sus formas para acabar con las castas de banqueros y empresarios reventando cajeros y las prédicas para liberar a las mujeres de los machos promocionando novias o liquidando ex, no cuadraban. Tampoco pretendiendo «azotar hasta sangrar» como escribió Iglesias, el líder, en referencia a la periodista Mariló Montero; u ofreciendo su despacho a la diputada del PP, Andrea Levy porque como «se calienta», él se sentía incapaz de «controlar la virtud de sus diputados»; o definiendo a Ana Botella como «la que encarna ser esposa de, nombrada por, sin preparación», habiendo sido Ana Botella militante del PP antes que su marido, José María Aznar.
Su comunicación permanente en la lucha contra el patriarcado tampoco cuadraba con sus gestualidades. Siendo profesor, según el blog de «Colectivos de Jóvenes Comunistas» de la Universidad, el líder se dirigía a sus alumnas por sus rasgos físicos o diminutivos (fácil deducir que ellas eran la rubia, la gordita, Rosita o Pilarín), mientras que a los chicos les llamaba por su nombre. La comunicación no verbal también ha sido ilustrativa, esas premeditadas piernas abiertas para mostrar que allá donde llegaba sentaba sus reales con cada pose, como si al caballero en cuestión le gustara el manspreading, el espatarramiento con el que un macho exhibe mejor su mercancía masculina, lo que la mayoría de las mujeres detestamos. Como detestamos que un hombre puse sus ojos fijos en nuestros pechos o genitales cuando nos habla, lo que ahora se ha denunciado que ha sido practica de Monedero con sus alumnas, desde la noche de los tiempos. Menuda tropa.
Todo ello en aquellos albores efervescentes del 2015, cuando la ciudadanía mordía el polvo de la crisis económica. Era tal el anhelo de esperanza y sueños de futuro para un país golpeado por la visita de los hombres de negro, que la tormenta se hizo perfecta para ganar la adhesión de más de 5 millones de almas en sus primeras elecciones de 2015, lo que hizo soñar a los cinco fundadores, Iglesias, Monedero, Errejón, Bescansa y Alegre con dar el sorpasso al PSOE. En pocos meses, la borrachera de poder del macho alfa y sus machirulos fue eliminando a los contrincantes, y así cayó Echenique, el que había tenido a un asistente en su casa sin contrato ni Seguridad Social; y Bescansa por diferencias políticas; así emergió la novia más oficial de todas, la que por continuidad y mucho se ha escrito sobre sus tragaderas, se aupó hasta un ministerio siendo su pareja vicepresidente del gobierno, aquel que afeaba a mujeres profesionales ser «únicamente esposa de».
«Me asombra más que las mujeres que lideran el partido sigan dirigidas por un macho alfa, justifiquen su silencio ante las agresiones sexuales de un compañero y sean comparsa para taparlos»
No puedo estar más de acuerdo que es machista referirse a una mujer como la novia de nadie, salvo que el puesto que ella obtenga se derive de esa condición. Por eso no es de extrañar que, a partir de ese instante, muchas mujeres dejaron de sentirse representadas por un ministerio dirigido así. Yo misma, que llevo más de dos décadas trabajando con organizaciones contra la violencia machista defendiendo un mundo 50&50, he seguido apoyando al feminismo clásico que no ha reconocido autoridad moral, política o académica a quien fue ministra de Igualdad aupada por la pareja, una pena y una pérdida para todas, con lo que queda por hacer en la eliminación de la violencia machista y las brechas de género, de todo tipo.
Carteles de Errejón, Iglesias y Alegre con un «nosotras» al fondo, ¿dónde estaban ellas?; cartelería del 8m, día internacional de la mujer, únicamente con Iglesias y la leyenda «un país con nosotras, ni una menos», venían a rematar lo que sabíamos: machos alfa al mando, sin tapujos, enredándose a ellas con sandeces lingüísticas con las elles y las vosotres. Feminismo de pacotilla que, a mayores, cuando la ministra de Igualdad manejó el BOE, se volvió contra las mujeres, léase la ley trans que las venía a borrar tras 250 años de lucha por la conquista de sus derechos de género.
Que Errejón haya reconocido públicamente su esquizofrenia feminista entre lo público y lo privado, entre el personaje y la persona, o que ahora se desvelen los empotramientos a mujeres contra una pared por parte de Monedero, no me produce ningún asombro. Me asombra más que las mujeres que lideran el partido sigan dirigidas por un macho alfa, justifiquen su silencio ante las agresiones sexuales de un compañero y sean comparsa para taparlos. Sabiendo que lo denunciado es propio de depredadores sexuales y que cabrían consideraciones morales para quien nos ha dado tantísima doctrina.
Hoy, diez años después, todos los fundadores que llegaron para asaltar los cielos están fuera de la política. Peleados, Bescansa, Rodríguez, Alegre, Errejón, Monedero. Las mujeres promocionadas por ellos siguen braceando entre justificaciones y silencios ominosos. A falta de la honorable autocrítica, solo nos queda esperar a que las investigaciones en curso pongan a cada cual en su sitio. Una vez que los tribunales instruyen, la Universidad investiga, y el gobierno considera a Podemos como un socio incómodo. El refranero dice que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio. A veces no, cuando el tiempo es elástico, si bien en este caso, las burbujas del champán que explotaron hacia el cielo parece que van cayendo con la misma velocidad con la que subieron, lo que pronostica que acabaran de estamparse, definitivamente, contra el suelo.