Anne Applebaum / El estadounidense brutal: un nuevo estereotipo
Las acciones de Trump y Vance alteran la percepción global: no el estadounidense tranquilo, ni el estadounidense feo, sino el estadounidense brutal
He estado en varias ciudades europeas en los últimos días: Varsovia, Vilna, Berlín, y he hablado con todo tipo de personas, desde editores de libros hasta políticos. Todos los que conocí, sin importar su origen, querían hablar sobre Trump, Vance y su desempeño en el Despacho Oval la semana pasada.
En The Atlantic, escribí sobre el inmenso shock que se sintió en Europa, no sólo por lo que esa escena decía sobre la guerra en Ucrania, sino también por lo que decía sobre los estadounidenses.
En sólo unos minutos, el comportamiento de Donald Trump y J. D. Vance creó un nuevo estereotipo para América: no el estadounidense tranquilo, ni el estadounidense feo, sino el estadounidense brutal. Cualquier ilusión que los europeos hayan tenido alguna vez sobre los estadounidenses —cualquier imagen que quedara de las viejas películas estadounidenses, aquellas en las que los buenos ganan, los malos pierden, y el honor derrota la traición— se ha hecho añicos. Cualquier recuerdo nostálgico de los GIs sonrientes que marcharon en las ciudades europeas en 1945, de los discursos de John F. Kennedy y Ronald Reagan en el Muro de Berlín, o de las multitudes que alguna vez recibieron a Barack Obama, también se están desvaneciendo rápidamente.
Más allá de su política, Trump y Vance son groseros. Son crueles. Insultaron y maltrataron a un invitado frente a las cámaras, y luego se jactaron de ello, como si su feo comportamiento hubiera logrado una especie de “victoria” machista…
Éstas no son las acciones de los buenos de las viejas películas de Hollywood, sino de los malos. Si Reagan era un vaquero con sombrero blanco, Trump y Vance son jefes de la mafia. El coro de líderes políticos republicanos que los defienden también parece siniestro y sorprendente para los europeos. “Nunca pensé que los estadounidenses se agacharían así”, me dijo un amigo, sorprendido.
A los europeos también les preocupa que tantos estadounidenses vivan ahora en la realidad alterna de Trump, una que está profundamente influenciada por la propaganda rusa.
Parte del altercado en el Despacho Oval fue provocado por la insistencia de Zelensky en decir la verdad, como muestra claramente el video completo. Su error fue señalar que Rusia y Ucrania han llegado a muchos altos el fuego y han hecho muchos acuerdos desde 2014, y que Vladímir Putin ha roto la mayoría de ellos, incluso durante el primer mandato de Trump.
Pero Trump y Vance no están interesados en la verdad sobre la guerra en Ucrania. Trump parecía enojado por la sugerencia de que Putin podría romper acuerdos con él, se negó a reconocer que eso ya había sucedido antes, e insistió falsamente, una vez más, en que EE. UU. había dado 350 mil millones de dólares a Ucrania. Vance —quien había rechazado reunirse con Zelensky cuando se le ofreció la oportunidad antes de las elecciones de 2024— le dijo al presidente ucraniano que no necesitaba ir a Ucrania para entender lo que está sucediendo en su país: “De hecho, he visto y observado las historias”, dijo, refiriéndose a que ha visto las “historias” curadas para él por las personas a las que sigue en YouTube o X.
Pero los europeos deben vivir en la realidad real, una en la que el presidente ruso no ha dicho nada públicamente sobre dejar el territorio ucraniano o detener la guerra. Los aviones rusos siguen bombardeando las ciudades ucranianas, los espías rusos cometen frecuentes actos de sabotaje en toda Europa. Los piratas informáticos rusos atacan la infraestructura europea todos los días. No es de extrañar que casi tres cuartas partes de los franceses ahora piensen que EE. UU. no es un aliado de Francia. Una mayoría en Gran Bretaña y una gran mayoría en Dinamarca, ambos países históricamente proamericanos, también tienen ahora opiniones desfavorables sobre EE. UU.
Éste es un cambio de rumbo, y las consecuencias nos acompañarán durante muchos, muchos años. Una ruptura en la relación entre América y Europa tendrá un impacto inconmensurable en la cultura, la ciencia, el comercio y el intercambio, así como en la seguridad. Ya he escuchado de personas que ya no quieren que sus hijos estudien en EEUU, que han cancelado vacaciones en EE. UU. No sólo los europeos repensarán su defensa, lo cual ya está sucediendo, sino también sus actitudes hacia la tecnología y los productos estadounidenses, tal vez incluso hacia la cultura y las películas estadounidenses.
*Este artículo se publicó originalmente en Los Angeles Press.