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Mensaje de Abdón Vivas Terán en la presentación de «Lo que debo contar» de Oswaldo Álvarez Paz

MENSAJE DE ABDÓN VIVAS TERÁN EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE OSWALDO ÁLVAREZ PAZ

 «LO QUE DEBO CONTAR»

Librería KALATHOS – 26 de abril 2025

 

LÉIDO POR MACKY ARENAS:

«Nos hemos reunido hoy en este evento con el propósito de proceder a la presentación y al bautizo de una obra que contiene las memorias de Oswaldo Álvarez Paz y que ha titulado “Lo que Debo Contar”. Dada la experiencia, la formación y el conocimiento del autor sobre Venezuela, así como su directa participación en altos niveles del Estado como la Presidencia de la Cámara de Diputados, la Gobernación del Estado Zulia y la Candidatura Presidencial de COPEI en 1993, no vacilo en afirmar que esta obra constituirá una importante aportación al análisis profundo de la evolución que la acción política ha desplegado en la nación a partir del año 1958. Esta fecha constituye el momento explosivo en que nuestro país comienza a transitar su bien estructurado experimento hacia la construcción de la democracia representativa, hacia la organización del pueblo y hacia la República Civil.

En esos días tanto Oswaldo como yo, él en Maracaibo y yo en San Cristóbal, nos habíamos incorporado al combate político dentro de las filas militantes del Partido Social Cristiano COPEI y, en particular, dentro de los cuadros de la Juventud Revolucionaria Copeyana.

Deseo contarles, de manera muy breve, que nuestra incorporación a la JRC comenzó desde que éramos muy jóvenes y estábamos apenas en los últimos años de la Educación Secundaria. Al ingresar, uno en La Universidad del Zulia, LUZ, y el otro en la Universidad Central de Venezuela, UCV, comenzó entre nosotros una sólida amistad, dadas las comunes tareas de acción política social cristiana, que desde entonces emprendimos con ilusión y vocación de servicio.

En aquellos primeros años de la década de los sesenta se desplegaron, hacia el interior de la JRC una serie de acontecimientos que son dignos de ser mencionados sucintamente.

En primer término, nuestra juvenil organización experimentó un inesperado y poderoso incremento en el nivel de sus militantes ubicados a lo largo y ancho de toda la estructura de Educación Media y Superior del País.

El segundo de los acontecimientos es que la JRC asumió, de manera cabal y comprometida, la defensa de la democracia representativa que, para aquellos años estaba comenzando con el Gobierno del presidente Rómulo Betancourt. Tal defensa ocurrió frente a la arremetida que la izquierda radical de aquellos tiempos, apoyada en el régimen totalitario de Cuba, había lanzado, primero pacíficamente y, luego, a través de la lucha armada y de la organización de frentes de guerrillas en contra del Gobierno democrático y popular.

El tercero estuvo constituido por el fuerte movimiento que los jóvenes militantes lanzamos a favor de la puesta al día y vigorización de la formación política e ideológica de los cuadros juveniles. Esto era muy importante en aquella época, dados los compromisos y los retos que entonces asumíamos los jóvenes militantes social cristianos.

Todos estos elementos sumados constituyeron una tierra bien abonada para dar nacimiento a un intenso debate que se desarrolló dentro de la Juventud del Partido, desbordante de reflexión y de controversia ideológica.

Surgieron entonces tres tendencias que englobaban a la inmensa mayoría de los militantes jóvenes.

Araguatos, Astronautas y Avanzados, curiosas denominaciones con las que se conocieron aquellas tres tendencias, fueron, también, nombres pletóricos de contenido, que sirvieron para identificar fracciones en pugna movidas no solo por el deseo de acceder al control del poder en los órganos de conducción juveniles, sino por la sentida urgencia de poner de manifiesto nuevas ideas, a veces antagónicas, acerca de cómo debíamos interpretar el proyecto político original. En el sector de los Araguatos se incorporó Oswaldo, mientras que yo formé parte del sector de los Avanzados.

Durante esta clara confrontación interna entre las diferentes tendencias juveniles, Oswaldo y yo sostuvimos un fuerte enfrentamiento político ideológico. Esta situación se fue amainando en la medida en que transitábamos hacia el futuro, hacia etapas de reencuentro con mayor madurez mutua, y una mayor capacidad de discernimiento.

Lo cierto es que Oswaldo y yo, hace ya décadas, recuperamos la fortaleza de nuestra amistad, lo que me permite decirles que hoy considero un honroso privilegio contar con la indestructible amistad de ese noble, querido, fraterno amigo que es Oswaldo Álvarez Paz. Le doy la más cálida bienvenida a su obra y espero que ella camine con soltura y elegancia por esos intrincados territorios de la política e ilumine mentes y corazones en la comprensión cabal de nuestra amada e inolvidable tierra de Venezuela y de su fascinante historia».

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