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Palabras de Marcos Villasmil en la presentación de «Lo que debo contar», de Oswaldo Álvarez Paz

Incluye lectura de extractos del prólogo de Guillermo Betancourt

PALABRAS DE MARCOS VILLASMIL EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE OSWALDO ÁLVAREZ PAZ

 «LO QUE DEBO CONTAR»

Librería KALATHOS – 26 de abril 2025

 

 

Quisiera comenzar estas palabras recordando al fraterno GUILLERMO BETANCOURT OTEYZA, ya mencionado por Macky como autor del prólogo de “Lo que debo contar”. Guillermo no nos puede acompañar por estar de viaje, y me ha pedido que les lea unos párrafos de su prólogo:

“Conocí a Oswaldo Álvarez Paz hace 61 años, cuando ambos estábamos iniciando eso que se llama vida adulta, con las responsabilidades que conlleva. Ese primer encuentro fue el comienzo de una amistad que con los años se fue haciendo hermandad. (…)

Nos conocimos en tierra zuliana, gracias a un viaje mío a Maracaibo, donde Oswaldo ya había iniciado su brillante carrera política como excepcional dirigente estudiantil. (…)

Compartimos a lo largo de décadas victorias y derrotas, que iban formando parte de nuestra vida común, de los innumerables recuerdos de un nosotros que crecía como la democracia venezolana, así como crecía nuestro amor por una patria que afianzaba cada vez más firmemente los valores republicanos. Como bien afirma Oswaldo, “la patria es darle sentido cabal al Nosotros que nos une, frente al mero Yo, que nos separa”.

Invito a quienes a continuación van a leer, a disfrutar, las palabras de Oswaldo, que al finalizar este texto lo pasen a sus hijos y nietos, para que les sirva de ayuda en la ardua pero hermosa tarea de levantar nuestro país, con ese llamado final que hace el autor a ellos.

“Por favor, no repitan la historia, dice Oswaldo, construyan la historia, su historia, con esfuerzo, respeto a los demás, coherencia en sus actos, tolerancia y prudencia. Busquen humanizar el futuro, alejando a todos los cultores del odio, de la confrontación, de la violencia de todo tipo”.  

 

***

Esas palabras de Guillermo son un buen resumen de un gran libro, escrito por alguien que ha vivido mucho, ha visto mucho, ha pensado mucho, ha hecho mucho.

Un libro en el que se nos muestra la perfecta congruencia entre el amor de Oswaldo a su patria chica, el Zulia, y su amor por Venezuela. Recordemos que Oswaldo ha sido el mejor Gobernador del Zulia en su historia. Electo por primera vez en 1989 con 38% de los votos, y reelecto en 1992 con el 66%.

Como editor he tenido el privilegio de acompañar a Oswaldo en este viaje personal de recuerdo creativo. Desde las primeras ideas y conversaciones, hasta el manuscrito final, he sido testigo de cómo Oswaldo nos muestra la forma en que, gracias a la educación y el ejemplo familiar, y luego la educación en el Gonzaga y en la LUZ, iba formándose poco a poco como ciudadano, como hijo, como padre, como cristiano, como demócrata cristiano.

Este libro tiene sin duda esa gran virtud: a medida que Oswaldo nos muestra su trayecto vital en una Venezuela que fue buscando poco a poco rumbos democráticos a partir de 1958, mientras Oswaldo nos enseña su vida, vamos recordando la nuestra; mientras más conocemos la vida de Oswaldo, testigo de excepción y primordial en esa Venezuela que hemos tenido la fortuna la mayoría de los presentes de vivir, pensamos y repensamos en nosotros mismos, porque también fuimos testigos afortunados de muchos de los logros de esa Venezuela.

Por ello “Lo que debo contar” es mucho más que un libro de memorias. Es una ventana a un mundo inolvidable, un reflejo de la condición humana y una invitación a la reflexión.

En “Lo que debo contar” Oswaldo ha vertido su alma y su corazón, su amor por Venezuela, por sus seres queridos, por la familia donde nació, y por la hermosa familia que junto con Cuchy él ha creado y guiado, y lo sigue haciendo; también amor y fidelidad por los valores demócrata cristianos. Y, ciertamente, también su amor por la pelota…

Por cierto, celebremos los recuerdos beisboleros, porque en el caso de este libro de Oswaldo, abundan, dado que su real pasión ha sido, es y será siempre la pelota, el béisbol. Oswaldo y Fernando, su hermano, cuyo recuerdo siempre está presente, lo jugaron desde niño, y como se señala en el libro, pudiendo haber sido firmado Fernando por los Indios -hoy Guardianes- de Cleveland, con Oswaldo a la cola, la no negociable exigencia de su padres de que concluyeran sus estudios le hizo perder a Venezuela dos claros candidatos a jugar pelota gringa, pero en cambio le dio dos ciudadanos con toda una vida de servicio a su patria.

El resultado es una obra que, como se destaca al final, y menciona Guillermo en el prólogo, es un mensaje a los jóvenes, a los cuales les recuerda que hay muchas razones para mirar a Venezuela con orgullo por sus abundantes logros durante la etapa democrática, razones para lamentar errores que los jóvenes de hoy no deben repetir, y para invitar a las nuevas generaciones a mirar esta tierra con nuevos y generosos ojos, siempre optimistas, porque están llenos del amor nuestra patria, a la que hay que reconstruir conciliando justicia y libertad, como dice Oswaldo, “según la fórmula del escritor francés Albert Camus: “Una vida libre para cada uno y justa para todos”.

Concluyo: No somos los venezolanos, en especial los políticos, muy dados a escribir memorias.

Al respecto, hay una anécdota de LHC que quiero compartir con todos ustedes hoy, a pocos días del centenario del nacimiento de este gran venezolano: En 1986, en congreso celebrado en Lisboa, el presidente Herrera fue electo SSGG de la IDC, Internacional Demócrata Cristiana, con sede en Bruselas. Luis Herrera había decidido permanecer en Venezuela, eso sí, viajando constantemente en el cumplimiento de las funciones del cargo.

Un día el expresidente convocó una reunión informal del equipo internacional de COPEI, en su casa, un sábado a las 11:00 am. Llegué puntual y tuve entonces el privilegio de poder conversar con el expresidente mientras esperábamos la llegada del resto de los convocados, entre los que recuerdo a José Rodríguez Iturbe, a Hilarión Cardozo y a Pedro Pablo Aguilar, entre otros ilustres compañeros vinculados a las labores internacionales socialcristianas.

Mientras esperábamos, conversando de temas generales, se me ocurrió preguntarle al presidente Herrera por qué no había escrito sus memorias. Él con sonrisa llanera, plena de sabiduría y experiencia, me miró y me dijo: “Marcos, en América Latina, pero sobre todo en Venezuela no somos británicos; no somos dados a escribir nuestros recuerdos, como sí lo son ellos (ejemplo destacado es sin duda Winston Churchill, ganador incluso del Premio Nobel de Literatura); nosotros somos más bien de cultura oral, o en todo caso, escribimos en la prensa. Además, hay una vieja conseja, de que político activo no anuncia escritura de sus memorias, porque eso puede tomarse como señal inequívoca de retiro, y que yo sepa, mientras haya salud, todo político venezolano está en el dogout, con el bate al hombro, esperando la posibilidad de que se presente un nuevo turno para entrar al campo político y batear un jonrón”.

Celebremos entonces las razones de este encuentro de hoy, donde otro ilustre socialcristiano y político venezolano, ha decidido compartir sus memorias, sus recuerdos, sus sueños y sus logros en nuestra amada Venezuela.

 

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