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Virginia Rivero: Un sueño de cambio social

8-de-marzo-mujeres-Con motivo de la Conmemoración del Día Internacional de la Mujer-

 RCL les invita a leer a Virginia Rivero Lozada.-

Dejar de celebrar el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, sólo será posible en una sociedad y en un mundo pleno de igualdad de oportunidades para las mujeres,  sin discriminaciones ni exclusiones y donde las libertades estén plenamente garantizadas. Entre tanto, lejos de celebrar hemos de premiar, este 8 de marzo,  más de 100 años de lucha de las mujeres por sus derechos y la consecución de la igualdad.

 

La lucha por la promoción y protección de los derechos de la mujer data de principios del siglo pasado y pese a los avances, resulta imperioso continuarla.  A principios del siglo XX,  las mujeres vivían inaceptables condiciones de desigualdad jurídica y social.  Su acceso a la educación era limitada y el poder político y económico les estaba vedado.  Sólo dos países para 1948, reconocían el voto de la mujer. En 1933, por iniciativa de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), organización creada dos años antes por la Sexta Conferencia Internacional de los Estados Americanos, se promovió y adoptó el primer instrumento que reconocía derechos específicos de la mujer como fue la Convención Interamericana sobre la Nacionalidad de la Mujer. Este instrumento le permitía a las mujeres mantener su nacionalidad de origen en caso de matrimonio con extranjeros.

 

En 1938, la Octava Conferencia Interamericana aprobó la Declaración de Lima a favor de los derechos de la Mujer y sólo diez años más tarde en 1948 se aprobaron en la Novena Conferencia Internacional Interamericana, dos importantes convenciones elaboradas por la CIM: la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Políticos a la Mujer que establece el derecho al voto y la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Civiles a la Mujer, en la cual los Estados Americanos acordaron concederle los mismos derechos civiles que gozaban los hombres.  Estas convenciones fueron la base para sustentar el principio de la igualdad jurídica y  de la igualdad de los derechos hoy predominante en toda la teoría de los derechos humanos.

 

Para 1948, el concepto de “derechos”, en el ámbito internacional, abarcaba aspectos que excedían del campo meramente político y civil e incorporaba también derechos económicos, sociales y culturales, sintetizándolos en un vocablo: derechos humanos”.  Esta nueva dimensión de los derechos se norma en la Declaración  Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, adoptada por la recién creada Organización de los Estados Americanos OEA, en 1948.  Allí se consagraron los derechos esenciales a la persona humana como son el derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad, a la educación, a la integridad física, a la salud, al trabajo y otros.  Se  inició igualmente la lucha por la igualdad de oportunidades frente al ejercicio y garantía de tales derechos que venían de ser reconocidos.

 

Las conquistas de la mujer americana dieron ejemplo al mundo y estos Tratados fueron un precedente importantísimo para otros países principalmente europeos.  Las convenciones americanas de derechos políticos antecedieron en cuatro años a la Convención de las Naciones Unidas sobre la Concesión de los Derechos Civiles (1952).

 

En Venezuela se luchó a la par del mundo y se conquistó el derecho al voto en 1947.

 

La estructura que hoy sustenta nuestro sistema de derechos humanos sobre la base del principio de la igualdad se fue construyendo poco a poco a lo largo del siglo XX. A principios de la década de los 80, la CIM y el movimiento mundial de mujeres comienzan a promover el concepto de derechos humanos de la mujer como punto específico para tratar los problemas de violencia y de discriminación por razones de género.  En Viena, la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de las Naciones Unidas reconoció por primera vez a nivel mundial que la violencia contra la mujer y su discriminación son una violación a los derechos humanos;  y, en 1990,  se declaró formalmente la violencia doméstica como un problema de salud pública.

 

Ya para 1993, se evidenció en todas partes la urgencia de acometer soluciones al problema, dado los perniciosos daños que estaba causando no solo a las mujeres sino a la sociedad misma  El problema de la violencia contra la mujer, pasó de la esfera de lo privado a la esfera de lo público.  De lo doméstico a lo internacional.

 

Una vez más las mujeres americanas dieron  ejemplo al mundo, al aprobarse en junio de 1994, en la XXIV Asamblea General de la OEA, la Convención Interamericana para Prevenir, Erradicar y Sancionar la Violencia contra la Mujer, que hoy conocemos como Convención de Belem do Pará.  Ley de la República de Venezuela desde el 16 de enero de 1995.   Seguidamente,  en agosto de 1988, sobre la base de esta Convención, se promulgó en el Congreso Nacional la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.

 

Hoy, 8 de marzo del 2016, en una lucha de resistencia continua,  las  mujeres  levantaran su voz para  denunciar las duras condiciones en las que nos encontramos.   Vivimos tiempos de una fuerte convulsión política, económica,  social y hasta cultural. Estamos como sociedad inmersas en una serie  acontecimientos y realidades  que nos afectan en lo más íntimo de nuestro ser y de nuestro hogar. No se encuentran los alimentos básicos ni medicinas. La violencia está desatada. Los servicios públicos no funcionan y la mayoría devenga un salario que no alcanza para una comida completa de la familia al día.   Hemos de decir  !NO a la violencia!, física, verbal y psicológica, venga de dónde provenga incluida aquella que se promueve  desde las más altas esferas del poder.   Hemos de decir  ¡NO!  al atropello de nuestro derecho al trabajo, a la libertad de expresión, a la  participación política en condiciones de igualdad.

 

No es posible callar cuando nuestros hijos se mueren de mengua por carencia de medicamentos.  No es posible callar cuando las madres no consiguen leche, ni pañales para sus hijos.  Y menos aún,  nos podemos callar  cuando nos quitaron la libertad y la democracia. La mujer tiene que ser el motor del cambio que el país reclama.  Hagamos oír nuestras voces vitales en el proceso de transición  hacia una Venezuela con democracia, unidad y progreso social.

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Virginia Rivero Lozada 

Ex Representante de Venezuela en la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos OEA.  Directora de la Fundación para los Derechos de la Mujer Latinoamericana-Capítulo Venezuela. Graduada de Abogado en la UCAB. Estudios de Doctorado en Ciencias Políticas en la UCV. Y, ha dirigido proyectos en el tema de violencia hacia la mujer de organismos internacionales como CIM/OEA; y  PNUD.

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