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Rafael Rojas: Bolivia y la presión hegemónica

La apuesta de Evo Morales por la reelección indefinida, en la línea de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Daniel Ortega, fue siempre evidente

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El presidente de Bolivia, Luis Arce (izquierda) acompaña al exministro de interior, Eduardo del Castillo (centro), durante su inscripción como candidato presidencial por el partido oficialista para las próximas elecciones en Bolivia. EFE | Confidencial

 

 

La sucesión presidencial boliviana se está enrareciendo por la pugna entre diversas corrientes dentro del Movimiento al Socialismo. Diversas corrientes que reflejan, a su vez, opciones contradictorias sobre la hegemonía de esa formación de la izquierda latinoamericana. Es iluso suponer que ese choque no involucra a la jefatura regional de la línea bolivariana, que se decide entre Caracas y La Habana.

En otras izquierdas nacionales o regionales latinoamericanas, como las del Cono Sur, existe un margen considerable de autonomía frente al bloque bolivariano. Es muy revelador que mientras mayor es ese margen más claramente democrático es el perfil ideológico y político de las izquierdas en cuestión. En el caso de las izquierdas inscritas en dicho bloque, el jefe reconocido domésticamente es el que conduce los vínculos con La Habana y Caracas.

Desde la llegada a la presidencia de Luis Arce en Bolivia se ha producido una fractura, que ahora se ahonda con la virtual candidatura del joven senador Andrónico Rodríguez. Evo Morales, decidido a reelegirse, ha interpretado a su manera el texto constitucional y se piensa con derecho a un nuevo periodo presidencial. Su apuesta por la reelección indefinida, en la línea de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Daniel Ortega, fue siempre evidente.

Dentro del bloque bolivariano, el apoyo a Morales ha sido constante, si bien Arce ha recibido un trato correcto en La Habana y Caracas. Mientras Rodríguez se presentó como continuador de Evo, tuvo buena prensa en Venezuela, Cuba y los medios bolivarianos. En las últimas semanas, conforme Rodríguez toma distancia del líder cocalero, esos medios se muestran cada vez más fríos con el joven dirigente.

La candidatura de Rodríguez, oficialmente presentada por el partido Alianza Popular, ha intensificado las diferencias entre Arce y Evo. El mandatario ha llamado a armar una cuarta candidatura del MAS a la presidencia, encabezada por Eduardo del Castillo, exministro del Interior. Por su parte, Evo Morales insiste en presentarse él mismo como candidato, a pesar del fallo adverso a la reelección de la alta autoridad electoral y constitucional.

Si Castillo lograra que arcistas y evistas lo apoyen, seguramente el bloque bolivariano respaldará la candidatura del exministro. De lo contrario, la izquierda boliviana iría dividida a las elecciones, abriendo la posibilidad de que el MAS pierda el poder. Las redes operativas de la Alianza Bolivariana deben estar ahora mismo maniobrando para evitar ese desenlace.

Es natural que esa corriente regional aspire a una hegemonía doméstica en Bolivia. La pregunta es si llegados a un punto de fractura y diseminación de la izquierda, como el que tiene lugar ahora mismo, las presiones del bloque son favorables o no a la unidad interna del MAS, a la candidatura de Morales o a la de Castillo. Como no hay una sola respuesta a tantas preguntas, es probable que cualquier presión enrede más la trama.

 

*Artículo publicado originalmente en La Razón de México

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