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Milei vs. Macri, cuando el violeta mata al amarillo

No solo estaba en juego el control de la legislatura porteña sino también la hegemonía dentro de la derecha y el centro derecha a nivel nacional

Combo de fotografías del presidente de Argentina, Javier Milei (i), y el expresidente Mauricio Macri / EFE

 

 

El domingo (18 de mayo de 2025) por la noche, al conocerse los resultados de las elecciones legislativas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), se vio a un Javier Milei exultante tras derrotar en su feudo a los primos Macri (Jorge, el alcalde, y Mauricio, el expresidente). La Libertad Avanza (LLA), de divisa violeta, se impuso de forma contundente al PRO, amarillo, que sobrevivía imbatido en su feudo de Buenos Aires desde hacía 20 años. Esto le permitió decir a Milei, en pleno festejo: “Se pintó de violeta el bastión amarillo y, a partir de ahora, ¡a pintar de violeta todo el país!”.

Si bien hasta octubre no se celebrará la madre de todas las batallas electorales, con las parlamentarias de medio término, esta vez no solo estaba en juego el control de la legislatura porteña sino también la hegemonía dentro de la derecha y el centro derecha a nivel nacional. El triunfo en CABA fue el primero de importancia para la LLA en la seguidilla de elecciones provinciales anticipadas, con resultados más limitados, intrascendentes en algunos casos, en Santa Fe, Salta, San Luis, Jujuy y Chaco. En las próximas semanas y meses se mantendrá la tensión entre Milei y Macri, uno intentando atraer al mayor número posible de dirigentes descontentos con la derrota y el otro tratando de preservar lo más que pueda de una organización en horas muy bajas.

Pese a todo, aún no ha cristalizado la opción de LLA como el gran partido de masas que hegemonice la política argentina y, eventualmente, reemplace al peronismo/kirchnerismo como el principal elemento articulador del sistema. El ciclón Milei, que arrasó en las presidenciales de 2023, aún no se concretó en una fuerte organización nacional, pese a que los esfuerzos de Karina Milei, el Jefe o la Hermanísima, parecen ir por buen camino. Pero, para que esto ocurra es necesario que la LLA recoja la mayor parte de los restos del naufragio del PRO, del radicalismo y de otras fuerzas menores que convergían en Cambiemos.

Si bien para numerosos cargos locales y regionales el poder es un potente imán, capaz de garantizar tranquilidad y sustento y de elevar la tentación de emigrar a zonas más cálidas y seguras, el proceso no será sencillo. Habrá poderosas resistencias para completar la consolidación de LLA, incluso en su interior. Como señaló Ignacio Zuleta en Clarín, ante la tendencia a eliminar las PASO, las elecciones legislativas en CABA han funcionado como una especie de primarias, proyectando los resultados porteños a todo el país, para medir las fuerzas de cada uno y de las principales y potenciales alianzas de cara a octubre.

Esto permite pensar que puedan consolidarse algunos movimientos convergentes observables en ciertas fuerzas políticas o que colapsen, como podría ocurrir con la potencial recomposición de la alianza que en su día dio lugar a Cambiemos. En este punto, sin embargo, los fracasos en el liderazgo tanto de Mauricio Macri, en el PRO, como de Martín Loustau, en el radicalismo, requieren de importantes cambios si se quiere avanzar en la buena dirección. Algo similar se podría decir del peronismo, que si bien obtuvo un destacado segundo lugar en la elección de CABA, mantiene su unidad con muchas complicaciones, mientras mira a los comicios cruciales de la provincia de Buenos Aires del próximo 7 de septiembre. Allí se verá que queda del enfrentamiento entre la expresidenta Cristina Kirchner y el gobernador Axel Kicillof.

Hasta ahora, los éxitos económicos de Milei, fundamentalmente el control de la inflación, le garantizan un importante respaldo popular. Incluso, muchos de sus votantes más entusiastas le perdonan los excesos de todo tipo, no solo su pirotecnia verbal. Lo mismo sucede con Donald Trump, ambos máximos exponentes de lo que se podría definir como la “derecha woke”, tan dada a librar batallas culturales y a tensar al máximo la polarización en sus países.

Por paradójico que parezca, el talón de Aquiles del liderazgo de Milei podría encontrarse en el terreno de lo simbólico. No se olvide que llegó al poder no solo blandiendo la motosierra, sino también gracias a su potente y contundente discurso anti casta, un frente en el que no está precisamente destacando. Más bien ocurre todo lo contrario, al ser cada vez más frecuentes sus negociaciones y negociados con la política y los políticos tradicionales para sobrevivir.

La participación en las elecciones de CABA fue del 52,3%, un alarmante llamado de atención de que algo grave está sucediendo con la opinión pública y su valoración del desempeño de sus gobernantes y del compromiso con la solución de sus problemas. Es evidente que la esperanza puesta en que Milei iba a solucionar algunos de los más acuciantes comienza a disiparse, que el desprestigio de la política se mantiene y que algunos empiezan a pensar que él también es casta.

Todavía queda mucho tiempo hasta octubre y aún pueden ocurrir muchas cosas. Para comenzar, el próximo 8 de julio vencen los poderes discrecionales concedidos a Milei en el marco de la Ley Bases. ¿Se prorrogarán? Posible, pero complicado. Pese a ello, mientras la inflación permanezca controlada, el respaldo al presidente seguirá elevado. Lo mismo ocurrirá si Cristina Kirchner se mantiene como la principal referente de la oposición. De ahí el interés del gobierno en acentuar la contradicción entre mileismo y kirchnerismo, sin olvidarse de rematar lo que queda del macrismo. Es en esa partida en la que los libertarios violetas se juegan bastante de su futuro.

 

*Este artículo se publicó originalmente en El Periódico, de España.

 

 

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