España: ¿Quién gana y quién pierde ante unas nuevas elecciones generales?
Se lo dijo durante el debate de investidura y se lo repitió ayer, fracasado su intento de ser presidente. «Si Pablo Iglesias quiere ir a elecciones, que lo diga claro». La frase es de Pedro Sánchez. Su candidatura a la presidencia del Gobierno, vetada por el voto en contra de Partido Popular y de Podemos, ha puesto en marcha la cuenta atrás para unas nuevas elecciones generales. Ha activado «el reloj de la democracia», que dice Sánchez con más poesía. Si durante los próximos dos meses no se llega a algún acuerdo que permita gobernar, el 3 de mayo se disolverán las Cortes y los españoles tendrán que volver a las urnas, probablemente el 26 de junio, seis meses después de la última convocatoria.
¿Cómo han cambiado las cosas desde entonces? ¿Cómo ha afectado la no investidura de Pedro Sánchez a las expectativas electorales de cada partido? ¿Quién ha ganado y quién ha perdido con las negociaciones de las últimas semanas? En un escenario inconstante, caprichoso y sometido a cualquier cambio en cualquier momento, estas son las secuelas que dejan las horas posteriores al frustrado intento del PSOE.
Partido Popular
Mariano Rajoy ganó las elecciones, pero perdió 63 escaños y cualquier posibilidad de gobernar. Ningún partido quiere a Rajoy de presidente y el PP no quiere un presidente que no sea Rajoy. El Partido Popular no está dispuesto a facilitar el gobierno de un PSOE que cosechó el 20-D el peor resultado de su historia e insiste en pactar una «gran coalición» a la alemana con socialistas y Ciudadanos. De ahí no se ha movido ni un centímetro.
Si hay nuevas elecciones, Mariano Rajoy ya ha anunciado que volverá a ser el candidato, algo que no parecía tan claro hace unas semanas. «El mensaje que ha mandado Rajoy durante el debate de investidura iba dirigido a su propia parroquia.En el PP no hay ánimo de tentar a nuevos votantes, sino de cerrar filas en torno al líder, vender la idea de que no existe la capacidad de que se forme otro gobierno que no sea el que encabece el Partido Popular», analiza Pablo Simón, profesor en la Universidad Carlos III de Madrid y editor de Politikon. «En principio, un escenario electoral sólo puede ser ventajoso para ellos. O se ensancha el bloque de la derecha porque crece Ciudadanos, lo que podría permitirles formar gobierno con ellos. O se da un sorpasso de Podemos sobre el PSOE, lo que comprometería la posición de Pedro Sánchez y podría facilitar su abstención, asumiendo que el PSOE nunca apoyaría una candidatura de Pablo Iglesias. Cualquier escenario podría beneficiar al PP, incluso aunque tenga menos votos o escaños que el 20-D porque tendría más poder de coalición, que es lo relevante en un escenario parlamentario».
En el PP no hay ánimo de tentar a nuevos votantes, sino de cerrar filas en torno al líder
Iván Redondo es consultor político, autor en EL MUNDO del blog ‘Moncloa Confidencial’. Él es más crítico con la gestión post electoral del Partido Popular. «Yo estoy convencido desde el minuto uno de que el PP debió haber ofrecido la presidencia del Congreso a Ciudadanos. Ese día ya se equivocó y encajó un 1-0 por parte del PSOE con un error gravísimo. Perdió la primera batalla y permitió alimentar la relación PSOE-Ciudadanos, que es muy peligrosa para el Partido Popular».
Cerca de un millón y medio de votos de los 3.500.000 que atrapó Albert Rivera en diciembre provienen de antiguos votantes del PSOE y del PP. Y de esos, al menos dos tercios son más de derechas que de izquierdas. «El socio natural del PP es Ciudadanos y Rajoy tenía que haberlo visto desde el minuto uno. Hoy el PP podría tener 163 escaños y ha dejado que Pedro Sánchez tenga 130 (90 PSOE + 40 Ciudadanos)».
«El PP ha jugado muy mal y Rajoy necesita ahora que se rompa esa unión post electoral entre Sánchez y Rivera porque el Rey ya no va a tomar partido y toda la iniciativa política la tiene el PSOE», insiste Redondo.
Según Pablo Simón, el plan del PP pasa por «amarrar a sus votantes y machacar con la idea del desgobierno y la amenaza de políticas que pongan en riesgo la recuperación económica». «En su ánimo hay nuevas elecciones y ganar capacidad para sentarse a negociar con un PSOE tercero, con un Ciudadanos que crezca o alimentar una coalición a tres. El PP tiene un plan claro y no cambiará ni aunque cambiase de candidato. Un líder alternativo a Rajoy también tendría interés en llegar a las urnas para probarse como candidato».
¿Hay alguna posibilidad de que el partido que ganó las elecciones cambie de candidato? Muy pocas. Para Luis Arroyo, consultor internacional de comunicación política, ninguna. «Rajoy es un personaje fuera de escenario, pero a dos meses vista es imposible abrir una batalla interna por la sucesión, menos en un partido flotador como el PP».
PSOE
Pedro Sánchez celebró como «histórico» el resultado de las elecciones generales. El Partido Socialista logró 90 escaños, su peor registro electoral, pero la incapacidad de Rajoy para pactar llevó al secretario general del PSOE a aceptar el encargo del Rey de formar gobierno. Se presentó a la investidura con un pacto firmado con Ciudadanos bajo el brazo y tras no lograr la mayoría quiere seguir negociando sin romper su matrimonio con Rivera. Así anula al PP y así pretende convencer a Podemos de que se una a un «gobierno del cambio».
«La deriva del PSOE sí ha cambiado», alerta Pablo Simón. «El 21 de diciembre se decía que o Pedro Sánchez era presidente o estaba acabado. Hoy ya no está tan claro. Sánchez mantiene la iniciativa para formar gobierno, es el hacedor de reyes, el kingmaker. El PSOE ha cambiado sus incentivos. Antes parecía que se vería potencialmente perjudicado antes unas nuevas elecciones, pero ahora puede visibilizar que Podemos ha votado que no, puede decir que Podemos no ha querido el cambio y eso es algo a lo que aferrarse. Por primera vez puede acusar a Podemos de algo, de ser fuerza de bloqueo».
Por primera vez los socialistas puede acusar a Podemos de algo, de ser fuerza de bloqueo
Pedro Sánchez, muy cuestionado dentro de su propio partido tras los resultados de diciembre, sale reforzado de su aventura hacia la Moncloa. «Ha logrado visibilidad y estatura presidencial por el debate y por el mandato del Rey», admite el editor de Politikon. Otra cosa es cómo llegue a unas hipotéticas elecciones anticipadas. En la campaña del 20-D Sánchez se hartó de situar a Rivera en la derecha, llegó a llamar a Ciudadanos «las nuevas generaciones del PP» y dio por hecho que ayudaría a Rajoy a gobernar. Ahora se deshace en elogios hacia el partido naranja.
«Su pacto con Ciudadanos no sabemos cómo afecta, depende del relato que se construya. Y esto genera nuevas incógnitas en un escenario electoral. Antes sabíamos que si sumaban las derechas habría gobierno de derechas y si sumaban las izquierdas habría gobierno de izquierdas, pero el acuerdo de PSOE con Ciudadanos cambia el discurso», plantea Pablo Simón. «En la última campaña el PSOE empujó con éxito a Ciudadanos hacia la derecha pero ahora el ataque va a ser más complicado«.
Podemos
Durante semanas se ha apuntado al partido de Pablo Iglesias como el más interesado en volver a votar. Casi todos los sondeos vaticinaban un crecimiento de Podemos y su escalada hasta el segundo puesto dejando atrás al PSOE. Por eso insiste Sánchez: «Si Pablo Iglesias quiere ir a elecciones, que lo diga claro».
¿Quiere ir Pablo Iglesias a elecciones? Según Iván Redondo, la clave de lo que pueda pasar en una convocatoria anticipada la tiene él, Pablo Iglesias. «Al menos el 50% de los votantes de Podemos no han entendido la agresividad en exceso de Iglesias y Podemos necesitaría un golpe de efecto para ir a unas nuevas elecciones. Ese golpe es el acuerdo con Alberto Garzón. Si Podemos e IU van juntos, y yo creo que así será, serán segunda fuerza seguro, es lo único que cambiaría el reparto de escaños notablemente y facilitaría una coalición de izquierdas».
Luis Arroyo, sin embargo, no tiene la menor duda de que Podemos será castigado en unas nuevas elecciones. «A Podemos se le ha ido la pinza», retrata gráficamente. «Pablo Iglesias fue incapaz en el debate de investidura de contener su propia esencia. Podemos es un partido provocador, gamberro y se ha visto. Lo han intentado evitar pero los debates son largos y los diputados son lo que son. El besito, el puñito, el amor… No son tan listos como nos creíamos y al final se les ve el cartón».
Podemos necesita un golpe de efecto para ir a las elecciones. Ese golpe es el acuerdo con Garzón
Para Pablo Simón, el futuro inmediato de Podemos plantea varias incógnitas. «No sabemos qué pasaría con los confluencias porque Podemos es como Dios, uno y tres al mismo tiempo. No sabemos si reeditarían o no los acuerdos, si irían o no con Compromís… Podemos ha tenido una actuación algo sobreactuada en la investidura y está perdiendo el juego de la culpa, es el partido al que se acusa de ser el socio de la izquierda que no quiere pactar. La dureza de su discurso funciona para conservar a los suyos pero le complica ensanchar el electorado, que debería ser su objetivo».
La coartada de Podemos para no pactar con Sánchez es la presencia de Ciudadanos, «la naranja mecánica». Pablo Iglesias convocó ayer a PSOE, Compromís e Izquierda Unida pero no citó a Rivera. «Se equivoca», según Redondo. «Si se sentara a negociar con Sánchez y Rivera ganaría una foto espectacular, conseguiría que Rivera le legitimara, recuperaría la iniciativa y no se percibiría como el problema para el acuerdo».
Arroyo insiste en que Podemos ha cometido varios errores estratégicos desde las últimas generales. «Creyó que quedaría segundo en las elecciones y no sucedió. Creyó que el PSOE se vería obligado a elegir entre PP y Podemos y tampoco sucedió. Y creyó que, víctima de la división interna, el PSOE se rompería por dentro, y tampoco sucedió».
Ciudadanos
«Ha jugado bien sus cartas», radiografía Simón. «Potencialmente no tendría que pintar nada en la gobernabilidad pero se ha aprovechado bien de la incapacidad del bloque de izquierdas para llegar a acuerdos y ha sabido moverse en dos direcciones. Se ha acercado al PSOE e intenta expandirse hacia la derecha, para presentarse como el único partido capaz de sentarse con los dos grandes partidos y plantear grandes reformas».
Ciudadanos decepcionó el 20 de diciembre pero sus 40 escaños, que parecían escasos, se han convertido en fundamentales. Acudiría a un nuevo escenario electoral como un partido responsable, capaz de dialogar con todo el mundo, pero también sin la virginidad de hace tres meses cuando Rivera repetía aquello de que nunca apoyaría un gobierno de Rajoy o de Sánchez. Ahora sabemos que al menos de Sánchez sí. Según Iván Redondo, «se ha equivocado pegando en exceso al PP».
«Al votante medio de Ciudadanos puede sorprenderle que Rivera se siente con Podemos y no le gusta el acuerdo con el PSOE. A Rivera no le beneficia el conflicto con el PP y llegaría a las elecciones rodeado de minas. Está claro que su estrategia pasa por captar votantes socialistas, por si se descompone el PSOE», analiza el consultor político.
Ciudadanos es el claro ganador, aparece como el partido bien intencionado, con ganas de ceder terreno, renunciando explícitamente a los puestos
Pablo Simón recuerda que Rivera fue el más duro con Rajoy durante el debate de investidura y cree que Ciudadanos podrá seguir rascando votos al PP mientras Rajoy siga de candidato. «Si el PP tiene otro candidato, cambia todo», ha reconocido Rivera.
«Ciudadanos seguirá intentando ganar votos de los descontentos del PP y tiene margen mientras siga Rajoy. Su problema es que ya se ha atado a uno de los actores y eso desdibuja su perfil ideológico».
Para Arroyo, Albert Rivera es el gran triunfador de la no investidura de Sánchez. «No tengo la menor duda de que Ciudadanos y PSOE serían los ganadores en unas nuevas elecciones, digan lo que digan los sondeos. En términos narrativos,Ciudadanos aparece como el partido bien intencionado, con ganas de ceder terreno, renunciando explícitamente a los puestos. Me parece evidente que Sánchez y Rivera son los dos ganadores, dos jóvenes políticos, maduros pero nuevos, educados, con medidas concretas, que hace año y medio no conocía nadie y que se han encontrado en el centro, donde todos sabemos que se ganan las elecciones».