El I semestre del 2025 es el mejor en la historia del euro
La divisa estadounidense acumula un desplome del 13% frente al euro desde enero ante el caos de políticas de la Casa Blanca. Los analistas prevén más caídas y vislumbran el 1,20 por euro.
La tormenta perfecta para el dólar: aranceles, deuda y presión a la Fed desatan el mejor semestre de la historia del euro.
El dólar, piedra angular del sistema financiero internacional, afronta una embestida que pocas veces se ha visto en la historia. La conjunción de un proteccionismo feroz que sacude los cimientos del comercio global, un endeudamiento desbocado que desborda lo que tradicionalmente se considera saludable y los constantes ataques a la independencia de la Reserva Federal han desatado un vendaval en los mercados. Las políticas de la administración estadounidense, que en un primer momento despertaron entusiasmo entre los inversores, se han convertido en los últimos meses en un auténtico quebradero de cabeza para los gestores.
Mientras las Bolsas y la deuda se alejan de los mínimos registrados tras el mal llamado día de la liberación, el dólar ha ido perdiendo terreno semana tras semana. Frente al euro, el billete verde acumula una caída del 13,2% en apenas seis meses, el peor semestre desde la creación de la moneda única europea en 1999. El comportamiento del índice dólar es aún más negativo: el indicador, que mide la evolución de la divisa frente a una cesta de otras seis monedas, retrocede un 10,5%, el peor arranque de año desde 1973. Caídas como las registradas en los últimos seis meses se ven una vez cada 30 o 40 años, una prueba más que fehaciente de que esta depreciación no es una simple anécdota. La caída del dólar, además de ser el mejor termómetro del rechazo que generan las medidas de Trump, muestra la desconfianza en las erráticas políticas de la Casa Blanca. Para sanar las heridas es necesario algo más que una tregua comercial.
La combinación de riesgos a la baja para el dólar hace que la primera quincena de julio sea una de las mejores oportunidades para un posible intento de alcanzar las 1,20 unidades por euro, señalan desde ING. Los expertos de la entidad holandesa apuntan tres eventos determinantes para el tipo de cambio: la votación en el Senado del plan fiscal antes del 4 de julio, los datos de empleo que se publicarán este jueves y el fin de la tregua para los aranceles recíprocos el próximo 9 de julio. Con un déficit por encima del 6,5% del PIB, el más alto en tiempos de paz, y una ratio de deuda que supera el 120%, la rebaja de impuestos se percibe como una amenaza. La Oficina Presupuestaria del Congreso prevé que el proyecto de ley añada 3,3 billones de dólares a la deuda durante la próxima década, por encima de los 2,8 billones estimados por la Cámara de Representantes.
La atención del mercado se ha centrado más en el impacto negativo que esta legislación pueda tener sobre la estabilidad de las finanzas públicas que en el potencial apoyo al crecimiento, lo que ha contribuido al sentimiento negativo hacia el dólar, apuntan los analistas del banco japonés MUFG. Entre los operadores del mercado empieza a cobrar fuerza la idea de que la administración Trump va a seguir devaluando el dólar para impulsar la industria estadounidense y hacerla más competitiva, algo que aún está por ver.
Desde que el dólar fue designada moneda de reserva mundial tras la Segunda Guerra Mundial, el billete verde ha enfrentado diferentes episodios de crisis. Sin embargo, la resiliencia de la economía estadounidense le ha servido para enderezar el rumbo. Aunque el consenso del mercado cree que en el corto plazo la divisa va a seguir estando presionada, en Barclays opinan que existe una sobreventa. Los datos corroboran una mayor resiliencia económica de EE UU. Muchos flujos de cobertura y divergencias fiscales ya están descontados por el mercado, apuntan. Los expertos de la entidad británica no prevén una espiral de desconfianza, salvo un gran error de política, como un impuesto a las tenencias de bonos por parte de extranjeros.
Un escenario como este último crearía un círculo vicioso en un momento en el que las necesidades de financiación anuales rondan los cuatro billones de dólares, agravadas por años de déficit. Los expertos subrayan que gran parte de esta financiación proviene de acreedores extranjeros y que cuanto más se hunda el dólar, mayores serán las pérdidas que sufrirán al convertir sus inversiones a sus monedas locales. El clima de desconfianza que impera en los mercados en los últimos meses está acelerando el trasvase de flujos del mercado estadounidense hacia otros como el europeo, que ofrece mayor estabilidad política y mejores perspectivas. A ello ha contribuido de manera decisiva el ambicioso plan de gasto de Alemania. La salida de capitales del mercado americano agrava la caída del dólar y encarece los costes de financiación. El comportamiento del billete verde en los últimos meses recuerda lo ocurrido en el periodo 2017-2018, cuando fuertes flujos de inversión en renta variable europea impulsaron el euro-dólar hasta 1,25, señalan los analistas de Goldman Sachs.
Con la vista puesta en el corto plazo, en ING creen que uno de los elementos más determinantes para el futuro del dólar serán las decisiones de política monetaria. La semana pasada, informaciones publicadas por el Wall Street Journal que apuntaban a que Trump estaría trazando un plan para adelantar el nombramiento del sucesor de Jerome Powell al frente de la Reserva Federal a la vuelta del verano agravaron la caída del dólar, que cotiza en mínimos de 2021. En su última reunión, el comité decidió mantener sin cambios las tasas de interés y reiteró su enfoque de esperar y observar para calibrar el impacto de los aranceles. La división entre los miembros del banco central va en aumento: en esa cita, siete de los 19 participantes anticiparon que no habrá recortes este año.
El dato más importante es, sin duda, el informe de empleo del jueves. El consenso espera que se hayan creado 113.000 puestos de trabajo, lo que probablemente no sería suficiente para generar fuertes apuestas sobre un recorte en julio, apuntan desde ING. Un eventual relevo en la presidencia de la Fed con un candidato afín a Trump haría más probable una rebaja agresiva de los tipos, lo que presionaría aún más a la divisa. Los analistas de Muzinich & Co subrayan que la percepción de independencia y fortaleza institucional del banco central es clave para la confianza en el dólar.
Como colofón al cóctel de factores que han agravado la caída del dólar en los últimos meses, los estrategas apuntan a la creciente diversificación de reservas. Mark Haefele, director de inversiones de UBS, afirma que la tendencia hacia la desdolarización continúa. Aunque el dólar estadounidense sigue siendo la principal moneda de reserva mundial, su participación en las reservas mundiales de divisas ha disminuido en la última década, y algunos países están buscando activamente alternativas en el comercio y las reservas. En particular, los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) están trabajando para liquidar más intercambios comerciales en divisas locales y reducir la dependencia del dólar, sobre todo en las transacciones energéticas, señala.
Mientras China y Rusia han incrementado el uso del yuan y el rublo en el comercio bilateral, algunos mercados emergentes están explorando monedas digitales y sistemas de pago regionales para eludir la infraestructura financiera basada en el dólar. Las sanciones y las tensiones geopolíticas han acelerado estos esfuerzos, ya que algunas naciones perciben la dependencia del dólar como una vulnerabilidad estratégica, añade. Aunque el dólar mantenga su papel dominante en las finanzas globales, desde UBS esperan que los inversores internacionales realicen desplazamientos graduales hacia otras monedas de reserva, incluido el euro.
Ante el actual clima de desconfianza, los gestores buscan blindarse e incluso sacar partido con la depreciación. En marzo, un mes antes de que Trump sacudiera el comercio mundial, se produjo un punto de inflexión: los inversores empezaron a acumular posiciones bajistas contra el dólar por primera vez en seis meses. Esta tendencia ha seguido aumentando y, según datos recopilados por Bloomberg, en la semana del 24 de junio los gestores mantenían las mayores posiciones cortas sobre el billete verde desde julio de 2023.