Este es un momento ideal para apretar el ‘sándwich’ castrista
El recrudecimiento de las sanciones estadounidenses y el auge de la presión interna ha dislocado a la elite dictatorial castrista.

Cuba en los años 50: «¡Abajo Batista!» «¡Abajo la dictadura!» «¡Viva Cuba libre!» «¡Batista asesino!».
Cuba en 2025: «¡Abajo la dictadura!» «¡Abajo el comunismo!» «¡Abajo Fidel!» «¡Abajo Raúl!» «¡Viva Cuba libre!» «¡Díaz-Canel singao!» «¡Patria y Vida!» «¡Hasta cuándo!» «¡Libertad!» «¡Cambio de sistema!» «¡Abajo la revolución!» «¡Nos matan de hambre!» «¡Luz y comida, no consignas!» «¿Por qué nací en una cárcel?».
Hace 70 años, la censura batistiana impedía a la prensa denunciar a la dictadura, y la gente lo hacía por su cuenta. Fui testigo de aquello. Hoy ocurre lo mismo, pero con pintadas mucho más numerosas y elocuentes, frente a una maquinaria represiva mucho más abrumadora.
Ello ocurre paralelamente con protestas contra los apagones, falta de alimentos, gas, agua, pan, medicinas, ¡de todo! En el batistato eso no ocurrió. Había capitalismo y la economía prosperaba.
Hoy también aumentan las críticas a la dictadura en las redes sociales, la lucha de opositores, periodistas independientes, y ahora, además, la del estudiantado universitario y los obispos católicos del país. Porque se acabó el disimulo forzado de los estudiantes universitarios impuesto por Fidel Castro cuando decidió que «la universidad es para los revolucionarios». ¿Puede alguien imaginarse en los años 50 la consigna «La universidad es para los batistianos»?
Desde entonces el estudiantado simuló una lealtad a la «revolución» que no tenía. Ahora se independizó de los chivatos impuestos en la dirección de la FEU y reclamó a ETECSA (léase la dictadura) su derecho, y el de todos los cubanos, a conectarse a internet en moneda nacional, precios asequibles, y sin limitaciones. Incluso han expresado su «repudio a los órganos de la Seguridad del Estado ante el disenso dialéctico y respetuoso», como afirmaron los estudiantes del Instituto Superior de Arte (ISA).
En videos grabados en reuniones con directivos de ETECSA se ve a estudiantes decir: «Este país también le pertenece a los que no tenemos dólares». Y «¿Cómo van a pensar como país si no contaron con el país?», en rechazo al cuento oficial de que la medida fue «una decisión de país».
Es evidente que protestar en Cuba rinde frutos
Mientras tanto, los 13 obispos de la Iglesia Católica en el país (Conferencia de Obispos Católicos) hicieron un histórico llamado político a realizar «los cambios estructurales, sociales, económicos y políticos que Cuba necesita«.
Enfatizaron los obispos: «las cosas no están bien, no podemos seguir así, hay que hacer algo para salvar a Cuba (…) ¡No tengamos miedo de emprender nuevos caminos!». En fin, demandan al Gobierno desmantelar el sistema comunista, pues hoy en Cuba el adjetivo «estructural» significa restaurar la economía de mercado.
Por otra parte, luego de una protesta por la falta de lo que sea, generalmente al lugar de la protesta llegan camiones con alimentos, gas, agua, pan, o les conectan la electricidad. El mensaje a la población es muy claro: ¡protestar rinde beneficios!
La presión popular interna contra el castrismo ha alcanzado su mayor magnitud histórica, y a ello se suma el fuerte aumento de la presión de Washington, con la Administración Trump y Marco Rubio como secretario de Estado. El memorando firmado hace unos días por el presidente Trump derogó las medidas de Joe Biden que aliviaron a cambio de nada la presión a la dictadura. Amplía y recrudece las sanciones impuestas anteriormente, ahora más enfiladas al centro del poder dictatorial: los militares; pues el castrismo es castrense de nacimiento.
Se acabó el relajo de GAESA de burlarse de todos con sus filiales y entidades puras fachadas, testaferros, o trucos legales, que desde el propio territorio de EEUU hacen negocios que abultan las cuentas bancarias ultramarinas de generales, coroneles y civiles asociados.
Se ha reforzado la prohibición de viajes turísticos de estadounidenses a Cuba y se suspenden las maniobras procastristas de «intercambios académicos y culturales». Y se presiona internacionalmente para que los gobiernos no sigan siendo cómplices del castrismo en la explotación como esclavos de médicos en el extranjero.
Como ha expresado el director de Cuba Siglo XXI, Juan Antonio Blanco, este memorando presidencial no es solo una orden ejecutiva, sino que por primera vez se involucra al Departamento de Justicia, Comercio, Tesoro, Seguridad Nacional, e incluso al Pentágono.
Y es de esperar que haya más presión de Washington, porque Cuba es el mayor y más útil aliado-cómplice que tienen China y Rusia en América. La Isla es una base de espionaje chino, ruso, norcoreano y probablemente iraní contra EEUU.
Soy de los que piensan que si el Gobierno de Trump solo advirtiese a la plana mayor castrista que afrontará «graves consecuencias» si continúa su amenaza a la seguridad nacional de EEUU y no cesa su violación de los derechos humanos en la Isla, ya eso causaría fisuras en la «unidad monolítica revolucionaria» de que presume Raúl Castro, y también dentro de las Fuerzas Armadas.
Presión interna y externa para apretar el sándwich
El aumento de la presión de EEUU coincide con el crecimiento de la presión interna. Ambas se fortalecen recíprocamente. Son las dos tapas del sándwich para apretar en el medio al alto mando dictatorial.
Y por cierto, es ahora más vergonzoso el silencio de la ONU sobre el totalitarismo castrista, y que la Unión Europea —y España en particular— sigan financiando a la dictadura en vez de enfrentarse a ella; y que América Latina deje de colaborar con el régimen, o de mirar para otro lado. Pero los gobiernos, o tienen afinidad político-ideológica con la dictadura castrista, o temen protestas azuzadas por el largo brazo de la Inteligencia castrista con sus agentes «amigos de Cuba«. Y también temen perder votos electorales.
Sin embargo, como hoy Cuba depende más que nunca de EEUU en materia financiera, económica y alimentaria, la presión de Washington es la que más erosiona los cimientos del régimen.
El derrumbe del comunismo en Europa vino por fracturas en el alto mando dictatorial causadas por reformas realizadas forzadas por la enorme presión política interna derivada de la perestroika. Las reformas se les fueron de las manos a los gobiernos comunistas y ya no hubo apoyo militar de Moscú para sofocarlas, como antes ocurriera en Hungría (1956) y en Checoslovaquia (1968).
En específico, al comunismo europeo le pusieron fin dos miembros del Buró Político del Partido Comunista de la URSS, Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin. El dictador comunista que más se resistió, Nicolai Ceausescu, fue fusilado. Murió como Benito Mussolini, quien intentó huir a Suiza con su amante, pero fue apresado y ajusticiado.
Cuba no es un país europeo, y su situación socioeconómica y política es infinitamente peor que la que tenían los países de Europa del Este. Cualquier cambio grande en la Isla pasa por las Fuerzas Armadas. Y hay oficiales con mando de tropas, convencidos de que «ya esto no da más». No obedecerían la orden de masacrar en las calles a hombres, mujeres y adolescentes. En resumen, aunque lo niegue, el régimen castrista es hoy más débil que nunca.
Sin la sociedad civil el cambio real no sería posible
Y ya se requiere que los cubanos se preparen para el cambio que inevitablemente se va a producir. Para que la liberación sea de verdad y no un pacto entre militares para pasar del castrismo ortodoxo a un régimen de corte chino-vietnamita-ruso, con tintes fascistas. Porque si no participa la sociedad civil eso podría ocurrir.
Se puede ir elaborando una propuesta alternativa de poder que sustituya al castrista. Tener fuerza suficiente para negociar el cambio con una sola voz. Para ello la sociedad civil y las fuerzas opositoras organizadas, con el apoyo de la diáspora, pueden pactar y conformar una alianza unitaria nacional táctica (sin perder la independencia de cada uno de ellos como organización específica) tipo Frente de Salvación Nacional, Frente Amplio Unitario o el nombre que se le quiera dar.
Así, el pueblo cubano con una poderosa fuerza unida podría negociar para conformar un programa de Gobierno provisional que inicialmente podría incluir civiles y militares castristas no manchados de sangre, ni de abusos contra el pueblo cubano.
Conclusión: esta coyuntura singular creada por el recrudecimiento de las sanciones estadounidenses y el auge de la presión interna ha dislocado a la elite dictatorial castrista. Es el momento preciso para apretar el sándwich y lanzar la ofensiva final contra el totalitarismo comunista.
Ah, y como se sabe que las pintadas en las paredes sacan de quicio a Raúl «El Cruel» nada mejor que insistirle: «¡Abajo la dictadura!» «¡Abajo Raúl!» «¡Libertad!» «¡Patria y Vida!» «¡Viva Cuba libre!».