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La campaña digital de Jeannette Jara: cuando el comunismo se viste de rosa

No se puede subestimar la habilidad con la que la campaña de Jara ha sabido dulcificar el mensaje comunista tradicional, transformándolo en una propuesta que puede resultar peligrosamente atractiva.

 

 

No es un secreto que las campañas políticas modernas se juegan hoy, en gran medida, en las redes sociales. Pero lo que estamos viendo en la campaña presidencial de Jeannette Jara es, cuanto menos, digno de estudio. Si hace algunos años alguien hubiera predicho que un candidato militante del Partido Comunista sería capaz de endulzar su imagen al punto de convertirla en una caricatura entrañable, probablemente lo habríamos tomado como una exageración. Sin embargo, la realidad digital de Jara supera ampliamente la ficción.

La campaña digital de Jeannette Jara merece un análisis cuidadoso. Sus estrategas y marketeros han desplegado con maestría una sofisticada cortina de humo audiovisual para suavizar su perfil ideológico. Se han servido de caricaturas y animaciones creadas con inteligencia artificial y un uso constante de tonos pastel, predominantemente rosa, para posicionarla como una figura inofensiva y amigable. Es la infantilización intencional del comunismo, Jara aparece como una niña, una muñeca, un juguete que nadie temería incluso regalar a sus hijos.

Esta estrategia se complementa con un fuerte guiño a la cultura pop. No es raro encontrar imágenes de Jara convertida en protagonista de teleseries o películas populares, acompañadas por frases ingeniosas como “Personajes que votarían por Jara”. Así, se apropia de la cercanía emocional que estos íconos populares generan en el público, borrando las aristas más duras de su militancia política.

También resulta reveladora la insistencia de sus estrategas de presentarla en “batalla” contra figuras masculinas asociadas tradicionalmente al poder y a la derecha. Es frecuente verla representada enfrentándose, caricaturizada como heroína popular, contra supuestos “villanos” como José Antonio Kast, Axel Kaiser o Evelyn Matthei. Todo muy teatralizado, todo muy diseñado para captar simpatías entre votantes indecisos, particularmente mujeres y jóvenes.

Pero donde esta campaña realmente demuestra su sofisticación es en su estrategia digital de microsegmentación, y esta es sin duda alguna, el arma más valiosa de las nuevas tecnologías en una campaña, y realmente pocos saben usarla. Gabriel Boric lo hizo hace cuatro años con maestría y ahora es su sucesora la que lo vuelve a ejecutar. Existen literalmente cientos de cuentas dedicadas a producir contenido altamente personalizado para segmentos específicos de electores: “Cumbieras por Jara”, “Universidades Privadas por Jara”, “Evangélicos por Jara”, “Profesores con Jara”, “Aysén con Jara” e incluso específicas al detalle como “Chungungos con Jara”. Es una segmentación casi quirúrgica, creando una ilusión de apoyo transversal y representatividad amplia, mientras que estratégicamente recoge votos claves.

Además, la campaña digital de Jara capitaliza constantemente su origen popular. El mensaje subyacente siempre apunta a separarla de sus rivales, subrayando su procedencia humilde frente al elitismo atribuido a sus adversarios. Frases como “nunca tuve un compañero de apellido Kast” o “de temporera a La Moneda” buscan enfatizar su autenticidad frente a la supuesta desconexión con el pueblo de otros candidatos.

Una jugada brillante desde el punto de vista comunicacional ha sido la adopción de “La Jaraneta”, término surgido entre los jóvenes para expresar apoyo entusiasta a algún personaje, habitualmente del deporte. Esto no solo le permite conectar con el electorado más joven, sino que crea una sensación colectiva y emocional de pertenencia, como si votar por Jara fuese subirse a una ola alegre e irresistible.

En redes sociales también es popular su llamado a los voluntarios a recorrer las poblaciones haciendo campaña, pero mientras los políticos tradicionales le llaman “puerta a puerta”, en la campaña de Jeannette son los “Ring, ring, Jara” que se acompañan de un pegajoso jingle.

Finalmente, “la pala” emerge como el símbolo que resume su trayectoria laboral. Es una alegoría potente para reivindicar su gestión como exministra del Trabajo y presentarla como la única candidata con verdadero conocimiento de lo que significa “trabajar duro”.

No hay duda que la candidata comunista está haciendo bien la pega en su campaña digital y por eso el desafío que tienen hoy sus contrincantes. Las campañas que funcionen creyendo que las redes sociales son un repositorio de agendas y un mero registro de actividades políticas, no sólo están equivocadas sino condenadas al frascaso. Las redes sociales en una campaña son la cancha donde se disputará gran parte del resultado electoral y probablemente quien mejor comprenda que estas plataformas son herramientas poderosas para generar reacciones y emociones, será quien logre conquistar al votante indeciso.

Parece que ya está claro, no se puede subestimar la habilidad con la que la campaña de Jara ha sabido dulcificar el mensaje comunista tradicional, transformándolo en una propuesta que puede resultar peligrosamente atractiva. Hoy, más que nunca, es vital recordar que detrás de las imágenes infantiles y los colores pastel, el núcleo ideológico de Jeannette Jara y su partido sigue siendo exactamente el mismo.

 

 

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