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No se podía saber

Los déspotas siempre dan señales, aunque los más ingenuos y los más corruptos se nieguen a verlas

Cristina Fernández a Javier Milei: Deja de mentirle a la gente  Primicias24.com | Primicias24.com

 

Nos alertó Jorge Fernández Díaz en una cena en el ‘txoko’ de ABC: Milei no solo no había terminado con las redes clientelares del kirchnerismo, sino que las había utilizado en su favor. El acoso a la prensa, el matonismo digital y el escarnio a sus críticos han sido sistemáticos desde el primer día de su Gobierno, que se enfrentó al peronismo en sus propios términos, es decir, mimetizándose con él y tomando prestadas sus estructuras discursivas, culturales y mediáticas. «Hay dos máquinas de mentir: el kirchnerismo y el mileismo», recordaba el propio Fernández Díaz en ‘Modo Fontevecchia’. Si alguien creía que con Milei se acaba la polarización, la lógica de buenos y malos y el sectarismo más destructivo, se equivocaba: solo cambiaba de manos. La libertad –es un decir, Milei no tiene la menor idea de liberalismo– era solo el caballo de Troya en el que viajaba escondida la censura previa, un liderazgo mesiánico y despótico y una ministra de Seguridad que pide allanar las casas de los periodistas que difundieron los audios que demuestran las ‘coimas’ a su hermana corrupta. La respuesta a un populismo de izquierdas no puede ser un populismo de derechas, porque es la misma basura. Aunque, desde luego, identificar al peronismo con la izquierda y a Milei con la derecha no deje de ser ciencia ficción.

Lo de Estados Unidos estaba más claro, aunque la hemeroteca nos recuerde, para su vergüenza, cómo algunos festejaron la llegada de Trump, de Musk y de Vance como una nueva parusía. No aprenden. Comprobamos ahora que no vinieron a terminar con la basurilla ‘woke’ sino a transformarla en su ‘wokismo’ de derechas, es decir, en la victimización de otras minorías, usando los mismos métodos mafiosos e idénticos resortes antidemocráticos. No tenían ninguna intención de acabar con la cultura de la cancelación; se limitaron a utilizarla. Hoy vemos a Trump acabar con la libertad de expresión, utilizando el mismo ‘modus operandi’ que había venido a clausurar y amenazando con suprimir las licencias a las cadenas que sean críticas con él. Hasta el punto de ver a Trump instando a su fiscal general a procesar a todo aquel que el presidente considere enemigoLa respuesta a un ‘wokismo’ de izquierdas no puede ser un ‘wokismo’ de derechas, porque es la misma basura. Aunque, desde luego, identificar a los demócratas con la izquierda y a Trump con la derecha no deje de ser, de nuevo, ciencia ficción.

Dirán por aquí que no se podía saber, pero claro que se podía. Los déspotas siempre dan señales, aunque los más ingenuos y los más corruptos se nieguen a verlas. Si algún día cae Sánchez –el pesimismo se empieza a imponer– no bastará con que sustituyan a Pumpido por ‘su’ Pumpido, a García Ortiz por ‘su’ García Ortiz y a López Sánchez por ‘su’ López Sánchez. Aunque, viendo quién desprecia a la prensa, quién defiende a Milei y quién lame el trasero a Trump, nos podemos ir preparando. Como les pasó con Podemos, dirán entonces que no se podía saber. Pero claro que se podía. Se trataba solo de mirar.

 

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