Cultura y Artes

David Brooks: La era – Post Trump

conservadurismo-intelectualEste es un momento maravilloso para ser un conservador. Desde hace décadas el Partido Republicano ha estado gimiendo bajo la ortodoxia reaganiana, que era adecuada para los años 1980, pero que se ha tornado cada vez más obsoleta. La visión del mundo de Reagan se basaba en la idea de que una marea económica creciente levantaría a todas las embarcaciones. Pero eso claramente ya no es verdad.

Hemos pasado de la América de la Marea Creciente a la América en Proceso de Desintegración. El cambio tecnológico, la globalización y la ruptura social y familiar implican que los beneficios del crecimiento, en la medida en que hay crecimiento, no son ampliamente compartidos.

Los republicanos de algún modo reconocen esta realidad, pero todavía están presos en el modelo de Reagan. Hacen preguntas reaganistas, proponen políticas reaganistas y tienen instintos reaganistas.

Ahora llega Donald Trump, un ángel de destrucción, para hacer estallar todo en pedazos. Él representa no sólo un rechazo del actual establishment reaganista, sino también un rechazo de la política exterior de Reagan (Trump es menos globalista) y la política interna de Reagan (Trump es más amigable con el Estado).

El trumpismo no reemplazará al reaganismo, sin embargo. Trump está incitando lo que Thomas Kuhn, en su teoría de las revoluciones científicas, llamó una crisis del modelo.

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Según Kuhn, el progreso intelectual no es continuo y gradual. Está marcado por cambios bruscos de paradigma. Hay un periodo de ciencia normal cuando todo el mundo abraza un paradigma que parece estar funcionando. Luego hay un período de desviación del modelo: A medida que pasan los años, las anomalías se acumulan y el modelo comienza a parecer chirriante y defectuoso.

A continuación, hay una crisis de modelo, cuando todo se derrumba. Los intentos de arreglarlo fallan. Todo el mundo está angustiado, y nadie sabe qué hacer.

Ahí es donde el Partido Republicano está en este momento. Todo el mundo habla de sus depresiones debidas a Trump. Los republicanos están pasivos, y psicológicamente derrotados. Esto se debe a que sus marcos mentales conscientes e inconscientes simplemente han dejado de funcionar. Trump tiene el monopolio de la audacia, mientras todos los demás están inmóviles.

Pero Trump no tiene ideas o políticas reales. No hay un ejército de trumpistas en la calle para promover su legado. Es casi seguro que tendrá una derrota devastadora, ya sea en la elección general o – Dios nos ayude – como el peor presidente en la historia de los Estados Unidos.

En ese punto el GOP entrará en lo que Kuhn llama la fase de revolución. En dichos momentos proliferan los enfoques opuestos, así como una disposición a probar lo que sea. Las personas hacen preguntas diferentes, hablan un idioma diferente, se congregan en torno a un nuevo paradigma que es inconmensurable con el último.

Ahí es donde el GOP se dirige. Así que este es un momento de expectación. La gran pregunta no es: ¿Debo votar por Hillary o abstenerme? La gran pregunta es: ¿Cómo me preparo desde ahora para la era post-Trump?

El primer paso es claramente una purga mental: dejar de lado muchas categorías mentales y premisas existentes, para cambiar nuestra identidad, pasando de una con un modo de pensar fijo a otra en la que usted es un buscador y está abierto a cualquier cosa. El segundo paso es, probablemente, de incorporación: salir y ver de nuevo los Estados Unidos con ojos frescos, y escuchar las voces estadounidenses con oídos frescos, prestando especial atención a ese nexo donde los problemas de los seguidores de Trump se solapan con los de los inmigrantes y los afroamericanos.

Este es un momento de honestidad. Trump, favorablemente, ha dejado al descubierto la podredumbre de la cultura de las consultorías, y la forma escurridiza que usan hoy los políticos para hablar con los ciudadanos. Este es un momento para que el nacionalismo estadounidense renazca. El nacionalismo cerrado, étnico, de Trump es dominante porque Irak, la globalización y las fallidas políticas de inmigración han desacreditado la forma abierta y expansiva del nacionalismo que por lo general domina la cultura estadounidense.

Este es también un momento de una compasión redefinida. Trump es un ser sin amor. No hay lugar para la reciprocidad y el amor en su visión del mundo. Para él sólo existe el ganar o perder, golpear o ser golpeado.

Es como si él fuera una persona que nunca recibió amor y que tratase de compensar a través de la competencia. Esa es una representación desagradable, caprichosa e insostenible de la condición humana. De alguna manera el Partido Republicano tendrá que volver a descubrir un lenguaje de amor al prójimo, que es uno de los ideales primarios en nuestra cultura, y un anhelo fundamental del corazón.

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Este es también un momento para la sociología. El reaganismo era muy económico, construido en torno a las políticas fiscales, zonas empresariales y la concepción del ser humano como un individuo racional, impulsado por la utilidad. La corbata de Adam Smith fue el emblema de ese movimiento.

Podría ser el momento para invertir en las corbatas de Emile Durkheim, ya que los problemas de hoy se refieren a la necesidad de unir una sociedad fragmentada, tejiendo de nuevo las conexiones familiares y sociales, vinculadas a través de la diversidad de un mundo globalizado. El homo economicus es un mito y el conservadurismo necesita una visión del mundo que sea correcta acerca de la naturaleza humana.

Vamos a tener dos partidos en este país. Uno será un partido Demócrata que se mueve hacia la izquierda. El otro será el partido Republicano. Nadie sabe cómo será, pero es emocionante estar presente en la re-creación.

Traducción: Marcos Villasmil

BrooksRose

David Brooks (Toronto, 11 de agosto de 1961), es un periodista canadienseestadounidense, y columnista especializado en política. Escribe en el New York Times y la PBS NewsHour,  y es conocido por sus puntos de vista del ala moderada conservadora.

Es autor de dos libros recomendables: «Bobos in Paradise: The New Upper Class and How They Got There» (2000); y «The Social Animal: The Hidden Sources of Love, Character, and Achievement (2011).

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EL TEXTO ORIGINAL EN INGLÉS:

The Post-Trump Era

David Brooks

This is a wonderful moment to be a conservative. For decades now the Republican Party has been groaning under the Reagan orthodoxy, which was right for the 1980s but has become increasingly obsolete. The Reagan worldview was based on the idea that a rising economic tide would lift all boats. But that’s clearly no longer true.

We’ve gone from Rising Tide America to Coming Apart America. Technological change, globalization and social and family breakdown mean that the benefits of growth, to the extent there is growth, are not widely shared.

Republicans sort of recognize this reality, but they are still imprisoned in the Reaganite model. They ask Reaganite questions, propose Reaganite policies and have Reaganite instincts.

Now along comes Donald Trump, an angel of destruction, to blow it all to smithereens. He represents not only a rejection of the existing Reaganite establishment, but also a rejection of Reaganite foreign policy (he is less globalist) and Reaganite domestic policy (he is friendlier to the state).

Trumpism will not replace Reaganism, though. Trump is prompting what Thomas Kuhn, in his theory of scientific revolutions, called a model crisis.

According to Kuhn, intellectual progress is not steady and gradual. It’s marked by sudden paradigm shifts. There’s a period of normal science when everybody embraces a paradigm that seems to be working. Then there’s a period of model drift: As years go by, anomalies accumulate and the model begins to seem creaky and flawed.

Then there’s a model crisis, when the whole thing collapses. Attempts to patch up the model fail. Everybody is in anguish, but nobody knows what to do.

That’s where the Republican Party is right now. Everybody talks about being so depressed about Trump. But Republicans are passive and psychologically defeated. That’s because their conscious and unconscious mental frameworks have just stopped working. Trump has a monopoly on audacity, while everyone else is immobile.

But Trump has no actual ideas or policies. There is no army of Trumpists out there to carry on his legacy. He will almost certainly go down to a devastating defeat, either in the general election or — God help us — as the worst president in American history.

At that point the G.O.P. will enter what Kuhn called the revolution phase. During these moments you get a proliferation of competing approaches, a willingness to try anything. People ask different questions, speak a different language, congregate around a new paradigm that is incommensurate with the last.

That’s where the G.O.P. is heading. So this is a moment of anticipation. The great question is not, Should I vote for Hillary or sit out this campaign? The great question is, How do I prepare now for the post-Trump era?

The first step clearly is mental purging: casting aside many existing mental categories and presuppositions, to shift your identity from one with a fixed mind-set to one in which you are a seeker and open to anything. The second step is probably embedding: going out and seeing America again with fresh eyes and listening to American voices with fresh ears, paying special attention to that nexus where the struggles of Trump supporters overlap with the struggles of immigrants and African-Americans.

This is a moment for honesty. Valuably, Trump has exposed the rottenness of the consultant culture, and the squirrelly way politicians now talk to us. This is a moment for revived American nationalism. Trump’s closed, ethnic nationalism is dominant because Iraq, globalization and broken immigration policies have discredited the expansive open form of nationalism that usually dominates American culture.

This is also a moment for redefined compassion. Trump is loveless. There is no room for reciprocity and love in his worldview. There is just winning or losing, beating or being beaten.

It is as if he was a person who received no love and tried to compensate through competition. That is an ugly, freakish and untenable representation of the human condition. Somehow the Republican Party will have to rediscover a language of loving thy neighbor, which is a primary ideal in our culture, and a primary longing of the heart.

This is also a moment for sociology. Reaganism was very economic, built around tax policies, enterprise zones and the conception of the human being as a rational, utility-driven individual. The Adam Smith necktie was the emblem of that movement.

It might be time to invest in Émile Durkheim neckties, because today’s problems relate to binding a fragmenting society, reweaving family and social connections, relating across the diversity of a globalized world. Homo economicus is a myth and conservatism needs a worldview that is accurate about human nature.

We’re going to have two parties in this country. One will be a Democratic Party that is moving left. The other will be a Republican Party. Nobody knows what it will be, but it’s exciting to be present at the re-creation.

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