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Verdades: Venezuela en ruinas

 

Venezuela-sangreLa crisis del país ya es inaguantable. Venezuela está en ruinas, literalmente hablando.

Lo insólito es que este es el mismo país que, hace apenas unas décadas atrás, marchaba a la cabeza del continente, junto a otras dos economías poderosas como México y Brasil. Éramos entonces un país con una eficiente empresa petrolera estatal, ubicada entre 20 primeras corporaciones del mundo. El país se autoabastecía en ciertos rubros alimenticios e, incluso, exportaba algunos. La agricultura y la cría superaban sus limitaciones y la industria se expandía, aunque fuera de manera modesta. Éramos otro país, mejor que este, sin duda.

Claro que existían problemas, pues no vivíamos en un paraíso. Pero esos problemas eran pequeños al lado de los que sufrimos desde hace al menos una década. Así, por ejemplo, no había que hacer colas gigantescas para comprar algo de comida, que la había suficiente y variada en cualquier abasto o supermercado. La escasez no existía, mucho menos el racionamiento de alimentos y bienes de primera necesidad, ni captahuellas para adquirirlos, ni turnos por el número de la cédula, como hoy en día. No existían tampoco eso que ahora llaman bachaqueros. Éramos otro país, mejor que este, sin duda.

Los servicios públicos nunca fueron la panacea, pero funcionaban mejor. En materia de energía eléctrica, por ejemplo, había normal suministro y hasta llegamos a exportarla a Colombia. El agua potable estaba llegando a los caseríos más recónditos y los acueductos se ampliaban en las principales ciudades del país. La inseguridad existía, por supuesto, pero no padecíamos el monstruoso genocidio que el hampa adelanta ahora contra los venezolanos y que suma ya 300.000 asesinatos. Éramos otro país, mejor que este, sin duda.

Claro que entonces había corrupción, como toda sociedad humana. Pero nunca llegó a los extremos del robo y saqueo descomunales que ahora sufre Venezuela a manos de la cúpula podrida del actual régimen, cuyo monto algunos analistas estiman -conservadoramente- en 250 mil millones de dólares. La maquinaria del gobierno funcionaba mucho mejor, sin que fuera un paradigma de eficacia. Pero no era el monstruo corrupto e incapaz en que la han convertido hoy en día. Éramos otro país, mejor que este, sin duda.

Estas cosas hay que decirlas por tres razones. En primer lugar, porque es necesario contrastar aquel país con el desastre en que el régimen ha convertido hoy a Venezuela. En segundo lugar, porque los jóvenes de ahora tienen derecho a saber que ese otro país -mejor en todo sentido que este trágico que hoy sufrimos- sí existió, antes de que el chavismo lo arruinara. Y en tercer lugar, porque no faltan quienes justifican su apoyo a Chávez en 1999, a pesar de haberse distanciado luego de su régimen, con el argumento de que efectivamente ese país de antes era un desastre que su candidato presidencial iba a transformar en algo mejor.

Y es que el actual régimen ha dicho tantas mentiras sobre ese pasado, que resulta probable que quienes estaban pequeños o nacieron después de 1999 puedan llegar a creer que ahora estamos mejor (¡!). Puede haber tal vez quienes crean esas mentiras falaces de que los niños de los barrios antes comían perrarina, por ejemplo, o que los pobres no podían estudiar en liceos y universidades, porque allí sólo iban los ricos; o que la educación gratuita no existía entonces, sino desde 1999 (¡Guzmán Blanco la decretó en 1870!); o que todos los presidentes de la mal llamada Cuarta República eran lacayos del imperialismo yanqui.

No se trata, por supuesto, de ser nostálgicos ni nada parecido, sino de poner las cosas en su lugar y derrotar las repetidas mentiras chavistas sobre nuestro pasado. Conste que en aquel tiempo nunca dejamos de levantar nuestra voz de protesta contra las injusticias. Proclamábamos, por tanto, la necesidad de un país superior, como era nuestro deber porque luchábamos por una Venezuela mejor.

Lo que pasa es que nunca imaginamos que Venezuela iba a retroceder cien años desde la llegada del actual régimen al poder. Creíamos todo lo contrario: que avanzaríamos un siglo al comenzar el nuevo milenio. Por desgracia, hoy constatamos que vivimos en una Venezuela en ruinas.

La cruda verdad es que hoy estamos peor en todo sentido. Nada ha mejorado y todo ha empeorado, dicho sea sin incurrir en hipérbole alguna. ¿O habrá, amigo lector, que agregar algo más sobre esta terrible realidad, si ella nos asalta en todas partes; si nos agrede todos los días y ha convertido nuestra vida en auténtico calvario?

Por desgracia, hoy constatamos que vivimos en una Venezuela en ruinas.

 

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