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Maxim Ross: Venezuela ¡primero!

Volvemos a estar frente a una encrucijada sobre el presente y el futuro de nuestro país y la respuesta que nos damos es colocarnos en posición de incertidumbre. No sabemos lo que va a suceder. Algunos puede que lo sepan, pero quien escribe no está enterado. Por esa razón me hago la pregunta de qué conducta debemos o podemos asumir ante un hecho que, aparentemente, tiende a resolverse sin nuestra intervención como ciudadanos, a sabiendas de que alguna responsabilidad tenemos por lo sucedido y por lo que sucederá.
LA RESPONSABILIDAD QUE TENEMOS
Venezuela se nos fue de las manos por razones que vale la pena recordar y retomar. Primero, fuimos y seguimos siendo endebles en defender nuestra democracia y le dejamos esa tarea solo a los partidos políticos quienes, más allá de defenderla, terminaron socavándola y creando las condiciones para una intervención militar, ante la cual la sociedad entera se obnubiló y rindió pleitesía. Reaccionamos, nos opusimos de todas las maneras posibles, pero fuimos vencidos en el intento y ahora pagamos las consecuencias de la permanencia de un partido en el gobierno. ¿Por qué?
Tenemos una sociedad civil atada al Estado, al Gobierno de turno y a la explotación del petróleo y ahora al poder militar. Hemos creado una sociedad civil subordinada que no logra verse e identificarse a sí misma y no consigue romper ese círculo vicioso. Es nuestra responsabilidad salir de él y producir un círculo virtuoso que rompa esa estructura de poder. Quizás a mis lectores les extrañe que apele a estos argumentos ante la encrucijada que vivimos hoy, pero es este el tema de fondo.
Seamos plenamente conscientes de que esto se debe a nuestra inacción como sociedad civil. Como prefiero que los venezolanos podamos resolver nuestros problemas y no que estos nos los resuelvan desde afuera, me atrevo a pedir lo que muchos deben estar pensando y no lo pueden decir como ciudadanos aislados uno del otro. Asi, creo interpretar un sentimiento nacional que está en la cabeza de todos.
LA TAREA QUE TENEMOS
En primer lugar, como sociedad tenemos la obligación de exigirle al gobierno que asuma una conducta moral de correspondencia con nuestro país, conducta que debe tener tres vertientes: uno, que asuma la responsabilidad de restaurarle autonomía y prosperidad económica al pueblo de Venezuela y la desligue de vínculos políticos; dos que dé pasos claros y transparentes para restaurar totalmente el orden democrático y, tres, quizás de todos el más inmediato e importante, que divorcie su permanencia en el gobierno en el poder de la fuerza policial y militar. Sé que entre ese imperativo moral y el imperativo político existe una gran distancia y un largo trecho, pero a pesar de reconocer que esta petición resulte ingenua, es lo mínimo que la sociedad civil debe exigir.
En segundo lugar, tenemos que hacerle exigencias similares al mundo político opositor, aun a sabiendas de las diferencias que hay entre ellos, porque se trata de un entendimiento que, primero, va en la misma línea de exigencias de lo que se le pide al gobierno y, segundo, ahora tiene el imperativo de evitar, a toda costa, que aceptemos, como única, una solución desde afuera. La sociedad civil tiene la responsabilidad y la obligación de manifestarse porque, en definitiva, ha sido la más afectada en la pérdida de sus derechos económicos, civiles y políticos, pero no lo hace.
LA AUTONOMIA COMO REGLA DE ORO
Para que la sociedad civil pueda conducirse en esa dirección tiene que romper, romper, con el circulo vicioso de la dependencia del partido, del Gobierno, del Estado y del petróleo. Tarea nada fácil pero que debemos enfrentar con firmeza de objetivo si queremos subsistir como una sociedad plena o seguir siendo lacayos del poder tradicional.
Comencemos con nuestros empresarios, sobre todo ahora con aquellos que lo están haciendo a expensas y beneficios del Gobierno y del Estado. La autonomía del mundo empresarial es indispensable si queremos ser País algún día. Sigamos con esa pléyade de organizaciones de la sociedad civil para que no se vean amenazadas por leyes y acciones que proscriban su libertad de expresión y de acción. Luego viene todo un gran grupo al que podemos llamar la “intelectualidad,” cuya voz autónoma e independiente es de la máxima utilidad en momentos en el que el país pide opinión y liderazgo. Finalmente, autonomía de nuestras Fuerzas Armadas para desligarse del partido y del Gobierno.
Empresarios organizados, asociaciones civiles, universitarios y universidades, gremios profesionales conforman esa unidad de pensamiento que mucha gente sigue esperando se manifieste. Si en la “Unión está la fuerza”, un gran vínculo entre ellas es indispensable, para producir una solución interna poniendo a VENEZUELA ¡PRIMERO!